Si desafías tu forma de pensar y exploras otras maneras de saber, tu mente se ampliará, la rigidez, la falta de lógica y la laxitud mental dificultan la verdad.
Imposible negar la realidad: existe
La semana pasada tratamos “La Violencia a la Razón”, ahora a petición de los lectores abordamos la verdad y la falsedad del Relativismo, gracias por sus comentarios.
¿Es cierto que “la verdad es relativa”? o ¿Podemos conocer las cosas objetivamente? Abordamos esta cuestión a través del sentido común partiendo de lo más obvio y de la experiencia inmediata.
Mientras lees esto hay alrededor de ti personas y objetos, por la ventana verás más cosas, los autos que pasan, los árboles, el cielo y más allá del firmamento el espacio sideral con sus infinitas realidades por conocer.
Todo eso, ya sea conocido o desconocido por ti es real, existe, y podemos decir de la realidad 3 propiedades: 1. Es anterior a ti, está ahí antes que tú, 2. Es independiente de ti, la conozcas o la niegues existe y 3. Es infinita, imposible abarcarla toda.
Estas propiedades nos dicen que la realidad está en el SER de cada cosa... ¡no en la mente! como la proclamó el Relativismo desde mediados del S. XVII. Esto es fundamental para entender la realidad, conviene memorizarlo.
Imposible negar la realidad, tanto que si no ves el mueble enfrente te tropiezas, de aquí obtenemos otro concepto fundamental para entender la realidad: adecuarnos a ella para movernos acertadamente en ella. Mahoma va a la montaña.
El error y la mentira
Si el ingeniero no calcula bien el edificio se cae, si no calculas el costo puedes perder, si tomas otra vía distinta no llegas, si no pones atención no entiendes, el intelecto debe adecuarse a la verdad continuamente como la brújula al norte, si no daríamos palos de ciego, sería imposible vivir.
Cuando tu entendimiento conoce las cosas tal y como son sin confundirlas las conoce con certeza. Gracias a ella puedes confiar, sentirte seguro, hacer negocios, establecer relaciones largas, confiar en tu intuición razonablemente.
Violar la verdad intencionalmente como mentir, la deshonra, la deslealtad, el desencanto, nos impacta. A nadie le gusta que le mientan, eso significa que la verdad importa demasiado.
Nuestra naturaleza racional necesita la verdad como el aire para respirar, la inteligencia se nutre y se perfecciona con la verdad, sin ella se debilita, cuando no la capta enferma.
Locos sueltos
Lo divertido de la vida es que andamos muchos locos sueltos y decimos cosas sin saberlas realmente, por eso discutimos mucho, el discernimiento de la propia ignorancia da sensatez, apertura y humildad.
La falta de rigor lógico desvaría nuestros razonamientos, saltar de un tema a otro sin concluir la mente no lo soporta, es imposible tener presente toda la información de todos los temas tratados al azar, por eso las largas discusiones de sobremesas.
Cuando al emérito profesor Tomás de Aquino de la Universidad de París en el S. XIV, sus alumnos le dijeron que otro profesor dijo que estaba equivocado éste respondió “sed escribat” ¡que lo escriba!
Un ranchero puede discernir mejor la realidad que un erudito, la claridad de ideas importa mucho.
Quien tiene más conciencia de su ignorancia y no presume lo que sabe, se abre y piensa antes de hablar y lo dice serenamente sin imponerse.
Decían que Sócrates era el hombre más sabio porque tenía más conciencia de su ignorancia.
Las falacias del relativismo
Quien cree que “nada es verdad, todo es mentira” tendrá que callar porque “nada es verdad” ¿En base a qué verdad lo afirma? Y además miente categóricamente, la mentira falsea voluntariamente una verdad. ¿En virtud de qué afirma que TODO es mentira? Algo no puede ser verdad y mentira simultáneamente.
Es cierto que las cosas se ven con el color del cristal usado, pero eso no le quita que tengan su propio color.
Con el relativismo las palabras “yo”, “mi verdad”, “yo pienso”, “yo siento”, “yo creo”, “no lo creo porque no ME parece” se vuelven verdades indiscutibles o se duda de todo, la verdad queda reducida, encerrada a la percepción del Yo. La verdad está en el ser de cada cosa.
Es fácil reducir o confundir la verdad partiendo de estas palabras, mejor prefiramos la apertura mental “esto puede ser distinto a como yo lo veo y creo”.
Antes hay que validar que tan cierto es eso que creemos y no lo supongamos. Opinemos sin imponernos.
No confundamos la opinión con la certeza, ni la certeza conocida con la verdad entera de lo que se investiga. La certeza, si la tenemos, es un punto de partida.
El refrán hindú
Varios ciegos intentaron describir al elefante tocando una parte distinta, el que tocó la pata afirmaba que el elefante era como un tronco, el de la trompa como una serpiente, el de la oreja como una gran hoja, el de la cola como una cuerda, ninguno con sus certezas particulares lograron describir al elefante.
Y esto sucede seguido, como la verdad es un océano infinito logramos conocer algo de ella, ubiquemos dónde estamos.
Entre tu verdad y la de otro está la realidad en medio.