La cortina de la Presa Picachos, hoy rebosada, se ha convertido en un atractivo turístico
Para el turismo, la cortina de la Presa Picachos se está convirtiendo en lo que para las abejas es un campo de flores: un atractivo irreprimible.
La vista de esta obra magna que en teoría le garantiza el agua potable a Mazatlán está atrapando fin de semana tras fin de semana a decenas de turistas que, ya sea en bicicleta, motocicleta, coches, vehículos a prueba de terracerías o camionetas, llegan hasta aquí para pasar momentos satisfactorios.
Junto a la cortina, en lo alto, los turistas observan la cortina rebosante de agua por las últimas lluvias de la temporada.
“Venimos desde Mazatlán, ya hemos escuchado de la presa y nos venimos para conocerla”, comentó un joven que junto con dos amigos más, se aventuró a hacer un viaje de unos 40 minutos.
Pero con los turistas también vino otra cosa, la basura, que muchas veces dejan en los “rincones” de los árboles, entre el pasto, las rocas, donde se descubren envases de refresco y cervezas.
La fuerza del agua que desprende la cortina de la Picachos también puede apreciarse en lo bajo del cerro, donde algunos se animan a lanzar su caña de pescar, organizan un “picnic” o practican el romance.
Y lo mejor de todo es que es gratis, un espacio libre.
“Está muy a gusto aquí, te olvidas de la ciudad, de todo el ruido de los carros, el trabajo y te vienes para acá a pasar el fin de semana”, comentó uno de los jóvenes que forman parte de un club de motociclistas.