‘La memoria es la primera herramienta literaria’, asegura Francisco Meza
Para el poeta Francisco Meza la memoria es la primera herramienta literaria, “inventa más de lo que recuerda”, y es gracias a ella que ha escrito muchos poemas.
Al presentar su más reciente libro Retóricas de la sed, a través de la página oficial de Facebook del Espacio Cultural San Lázaro, Meza Sánchez compartió un recuerdo de infancia en un circo.
“Uno de mis primeros recuerdos de niño es haber ido al circo y el acto que más me sorprendió fue la imagen del mago, en el truco de sacar palomas y más palomas de una chistera. Esa es una imagen que me acompaña desde la infancia”, dijo.
“En este libro hay un mago que saca el esqueleto de una paloma y aquí hay que ver cómo funciona la memoria... de pronto tengo ese recuerdo del mago y en mi memoria cada vez le salen más palomas”.
En los comentarios lo acompañaron la poeta Claudia Berrueto, de Saltillo, y por Tania Hernández, integrante del equipo del Centro Cultural San Lázaro.
Al dar la bienvenida, Hernández destacó que el poemario es un refrescante recorrido por una geografía de sequías que parecen exclusivas del poeta.
“Pero una vez adentrados compartimos mucho, hay una variedad de experiencias que pueden ser las propias del lector”.
Y en una charla dinámica, con preguntas, comentarios y lectura de algunos poemas, se llevó a cabo la presentación.
Meza comentó que las aves lo han acompañado y representan el vuelo o la muerte del vuelo.
“En este poemario quería que los poemas tuvieran facilidad, uno de los criterios de selección era que tuvieran una especie de sociabilidad, en la poesía siempre queda algo entre líneas, algo que no se termina, algo que nos sobrepasa como autores, hay atmósferas, ideas, que no sabes qué van a provocar en el lector”.
Aseguró que es un libro de preocupaciones cotidianas que parten de ciertas insatisfacciones.
“No quise que fuera un libro tremendista, esos ya los escribí de los 20 a los 30 años, unos desaparecidos y uno sí publicado”.
El autor se consideró un poeta tardío, haciendo referencia a esa precocidad tan buscada en la literatura.
“Siempre se busca a este pequeño Rimbaud que a los 20 años publique un libro que marque la época o cambie los paradigmas estéticos...Cuando era mucho más joven tenía esta idea en la cabeza de que tenía que luchar contra el monstruo del lenguaje para llegar a este poema catalizador, cosa que disfruté”, apuntó.
“Con Retóricas de la sed, cada poema establecía su propio código de juego, son poemas que surgieron aislados, durante ocho años y empecé a tomar estos poemas, el libro era el doble 120 página, quedaron 60 páginas y 33 poemas, más de la mitad de esos poemas fueron publicados, los tomé, lo empecé a filtrar”.
Detalló que los poemas tienen secuencia, narrativa, son bloques que se van sucediendo y tienen aire de familia, el filtro principal fue que fueran poemas que no le aburrían.
“Me di a la tarea de dar un orden con el yo que habla y reflexiona, abriendo paso a la creación de personas líricas, y que fuera un acto de imaginación, luego poemas más dramáticos”.
Reconoció que en todos sus libros escribe un poema sobre Dios.
“Sobre el concepto de Dios y no lo he planificado, pero en todos hay uno o dos dedicado a esta concepción de lo divino, y no desde la fe, sino desde lo poético”.
Y hay un final de poemas civiles, de resistencia, que atañen a la realidad mexicana de los últimos 20 años.
“Al final cada uno establece su micro poética”.
En este libro, agregó, se habla de lo absurdo, lo irónico, lo paradójico.
“Para mí son formas de inteligencia, poder meterte en el absurdo
Finalmente leyó algunos poemas y confesó que uno de sus favoritos es Islas Griegas.