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Factor Humano

El arte de opinar correctamente

FACTOR HUMANO
03/02/2024 12:56

Se da más peso a la percepción que a la verdad, lo que tú pienses y sientas de algo pesa más que conocer la realidad, por eso hay tanta confusión, discusiones y pleitos.

Opinar no es charlar

Hablar es un derecho, cualquiera puede hacerlo, pero opinar con sustento abriéndose a la verdad tiene sus condiciones y exige disciplina mental. Aquí lo exponemos.

¿Qué es opinar?

Es buscar la verdad sustentando algo con lógica basado en hechos y en información confiable, abriéndome a la posibilidad de equivocarme.

La opinión no es lo que tú sientes o piensas de algo o expresar si te gusta o no, eso es comentar y juzgar. No confundamos hechos con percepción, ej. el cielo está azul a decir que bonito clima; tu percepción puede o no basarse en la realidad, al enjuiciar filtras la realidad, solo describes lo que tú ves o sientes de ella y aun así eso puede ser cierto o falso en parte.

La realidad ES LO QUE ES, independientemente de ti, te guste o no, lo sepas o no. Tampoco es una imposición categórica, es una forma sustentada de buscar la verdad en lo incierto para tomar decisiones. No me pidas que vea lo que tú ves prestándome tus lentes: lo importante es que la mirada no filtre o distorsione la realidad, porque imponer una visión distorsionada, sesgada o que no atienda los hechos más relevantes, los peligros y amenazas o fuera de contexto, resulta tonto, más en las cosas trascendentes como elegir un gobernante.

$!Abrir los ojos para evitar los sesgos.
Abrir los ojos para evitar los sesgos.

Ubiquémonos

Hay que saber qué terreno pisamos antes de opinar para no resbalar. Mejor callar que opinar en temas que parece que conocemos, la opinión experta vale más que la del lego.

El intelecto conoce en forma progresiva como subir una escalera, en el piso se encuentra el estado de ignorancia del tema, le sigue la sospecha que tiene muy poca información para afirmar y concluir algo; después viene la duda donde el intelecto con más información oscila entre un punto y otro sin definirse, arriba la opinión que tiene más conocimiento cierto del tema -no lo supone- pero insuficiente para asegurarlo totalmente, se opina con una probabilidad de certeza y más arriba está la certeza que asegura la veracidad de las conclusiones porque las evidencias así lo muestran.

La ciencia avanza porque las nuevas certezas tumban a las anteriores. La certeza NO ES EL TODO, es una parte del infinito mar de la realidad.

Condiciones para opinar:

1ª Reconocer mi ignorancia. Si hay una cualidad excepcional de una mente entrenada es la capacidad para darse cuenta de qué tanto ignora o cree saber del tema que expone. Esta cualidad depende más del nivel de conciencia que del nivel de estudios, nos afecta a todos incluso a los doctorados y a dueños exitosos que pontifican sobre temas sin conocerlos realmente.

La afirmación que “la edad media fue una edad oscura”, aparte de ser un juicio, revela una gran ignorancia de la época en que se instauraron las universidades y se desparramó el conocimiento. Ojo: refuta los argumentos nunca a la persona. Si atacas desmereces.

Dos tipos de ignorancia

Sócrates resumió 2 tipos de ignorancia: 1. La ignorancia que sabe que no sabe, la ignorancia consciente y b. La ignorancia necia la que no sabe que no sabe pero cree saber. Distinguirlo es vital para opinar. Aristóteles decía que “el ignorante afirma, mientras que el sabio duda y reflexiona”, por eso escucha más de lo que habla y lo hace oportunamente.

2ª Abrir la mente. No opina bien quien no está dispuesto a escuchar y admitir que puede estar equivocado. Los intentos de manipulación, de “vencer” y de humillar al otro son rechazados. La llave de la verdad y ser humildes es la única que puede abrir la mente, el diálogo implica mutua apertura.

3ª Escuchar y Comprender. Imposible dialogar entre sordos o con alguien cerrado. Aquí se falla por varias razones: no ponerle atención, no dejarlo terminar creyendo que ya le entendimos, no confirmarle al otro lo que nos dice, no entender, juzgar su persona y no valorar sus argumentos.

4ª Reducir los sesgos. El diálogo abierto nos permite ir detectando los sesgos que tenemos. Imposible ver la mancha trasera de mi camisa. Hay sesgos que vienen por las preferencias y por las creencias, estas filtran la realidad para confirmar la creencia “si crees que puedes o que no puedes estarás en lo cierto”. El afecto influye, la mamá dirá que su hijo es inocente ante las evidencias. Los sesgos abundan en las doctrinas políticas y en las sectas, la palabra viene de sesgar, separar, estas adoctrinan repetidamente, imposible dialogar, por más evidencias que les des no las verán, ni las reconocerán: querrán vencerte sin convencerte.

5ª Método. La búsqueda de la verdad requiere orden y disciplina mental, rigor lógico y método. La gente suele opinar a pata libre basada solo en sus percepciones sin abrirse a otros datos, sin ver el todo perdiéndose en sus partes, sin distinguir las premisas falsas, saltarse varios puntos sin concluirlos, ramificar, traer cosas que no vienen al caso, negar evidencias, preguntar con imprecisión, intentar ser comprendido sin comprender al otro.

Aprendamos a pensar bien, entendernos bien lo merece.