El poder de lo local

    Con la que quiero cerrar es con la invitación más reiterativa que recibimos del especialista, el poder de lo local, esas cosas que sí podemos intervenir en lo pequeño y la posibilidad que significa un montón de esos cambios para verlo en lo macro. Y ojo, no se trata del mito del individuo cambiando un sistema, pero sí de un colectivo de individuos modificando microsistemas, microecosistemas. Mejores barrios, mejores parques, mejores calles, mejores vecinos.

    Esta semana en medio del desarrollo de un nuevo proyecto, tuvimos la oportunidad de concretar la visita de Michael Reed a Mazatlán. Michael Reed en los últimos 25 años, ha trabajado en Colombia, en varios países latinoamericanos, y otros de Europa, Asia y África. Es investigador y profesor de derechos humanos, dinámicas colectivas de violencia, resolución de conflictos y justicia transicional en Georgetown University. Es columnista de varios medios escritos de comunicación sobre temas como seguridad pública, reforma a la justicia, prisiones, conflicto armado y derechos de las víctimas, entre otros. La intención de lograr la conexión con su experiencia, misma que fue gracias a este medio (Noroeste), fue vislumbrar posibles alternativas ante el escenario de violencias por el que atravesamos en el estado de Sinaloa.

    Las preguntas fueron muchas de las que estoy seguro hay afuera, ¿cómo hacemos para no ser solo espectadores?, ¿qué hacemos con el Estado?, ¿cómo exigimos mejor?, ¿cómo hacemos eco de lo que nos pasa? Y la pregunta ganadora por repetición: ¿cuándo acaba? Como no me gustaría que usted siguiera leyendo, pensando que aquí adelante estarán las respuestas, le aviso de una vez que no están aquí. Michael empezó por regalarnos una advertencia, -no tengo respuestas-, y cuando hay problemas tan complejos es muy importante que tengamos la mente abierta para no dejarnos apantallar por respuestas fáciles. No hay soluciones fáciles para estos problemas complejos.

    Así que lo que Michael nos ofreció fueron algunas observaciones para encontrar nuestras respuestas. Lo primero es definir el problema. Estamos tan acostumbrados a él que asumimos conocerlo, pero lo cierto es que entramos en una trampa de perspectiva y es mucho más de lo que alcanzamos a percibir. Nos recordó la anécdota del elefante, donde le pidieron a algunas personas ciegas identificar el animal que tenían en frente, el animal era un elefante, pero el que tenía la trompa describió una serpiente, el que tomó la oreja un abanico y el que tomó la pata un pilar, una columna, para entender el Elefante (Problema) en su totalidad es necesario describirlo de forma completa. Así que el primer esfuerzo tiene que estar en describir ese problema en su totalidad, darle voz a todos los que participan de estos procesos sociales y hacer el máximo esfuerzo por entender cómo se relacionan y se construyen todas estas realidades intersubjetivas.

    Lo segundo, tiene que ver con reconocer las reglas del juego, es decir; cuáles son las normas (explícitas e implícitas) con las que realmente (realmente es palabra clave) se cuenta. Aquí me pareció importante que, como abogado, Michael reconoce que el Derecho (leyes) está muchas veces lejos de la práctica, y si planteamos todas nuestras soluciones en el Derecho, estamos perdiendo tiempo y terreno en la realidad que construimos todos, lo mismo con algunos instrumentos legales o información académica, teorías sociales, que es necesario revisar para contextualizar, porque aquí el contexto es todo.

    Estas dos primeras recomendaciones por supuesto que resultan provocadoras, primero porque son una invitación a pensar de formas en las que no hemos pensando, segundo porque nos obliga a reconocer las realidades que nos gustaría que no fueran realidades, y tercero porque nos invita a asumir una posición proactiva ante una situación que parece se sale de nuestro control, y si bien no podemos asumir la sustitución de las funciones del Estado, sí nos permite pensar en aquello que desde nuestra trinchera podemos aportar, también para recompensar o en su caso exigir mejor al Estado mexicano.

    Pero con la que quiero cerrar es con la invitación más reiterativa que recibimos del especialista, el poder de lo local, esas cosas que sí podemos intervenir en lo pequeño y la posibilidad que significa un montón de esos cambios para verlo en lo macro. Y ojo, no se trata del mito del individuo cambiando un sistema, pero sí de un colectivo de individuos modificando microsistemas, microecosistemas. Mejores barrios, mejores parques, mejores calles, mejores vecinos. La integración soñada de una comunidad que cierra espacios, cierra espacios para aquello que no quiere e integra espacios y voluntades para aquello que quiere construir.

    En esta invitación está la esperanza, la esperanza de asumir que el cambio no se trata de leyes y modelos teóricos, se trata de cultura y vida, de práctica y día a día, de prueba y error, de una construcción conjunta de espacios en los que sí podemos incidir, porque ahí, ahí quién sabe, tal vez, está la respuesta que tanto estamos esperando.

    Gracias por leer hasta aquí, nos leemos pronto.

    Es cuánto.