Este lunes inició en México un nuevo ciclo escolar en el sistema de educación básica y aunque la mayoría de los planteles han retomado actividades, hay algunos todavía que no cumplen con lo básico para garantizar espacios cómodos.
La pandemia del Covid-19 generó, sin duda, un deterioro en los planteles escolares ante la falta de actividades por las clases a distancia, pero también, se suma a la falta de mantenimiento e inversiones en la infraestructura.
La Escuela es Nuestra es el programa que el Gobierno federal impulsó para que las comunidades escolares autogestionaran las necesidades de cada plantel educativo, pero por lo visto, no ha dado el resultado que se buscaba.
Mientras haya escuelas que sigan acumulando deficiencias en su infraestructura, algunas con daños estructurales visibles y otras sin contar con lo básico como agua potable o servicio eléctrico, la deuda con la educación seguirá pendiente.
En Sinaloa se estima que son casi 600 mil los estudiantes que este lunes iniciaban el nuevo ciclo escolar en los niveles preescolar, primaria y secundaria, pero no todos estarán en condiciones de hacerlo.
En los planteles que aún les falta contar con lo básico para que los estudiantes aprendan, es a donde las autoridades deben enfocar los esfuerzos para resolver los problemas que enfrentan.
La educación ha sido una de las debilidades, por décadas, de las políticas públicas del Gobierno. Es momento de que si se quiere impulsar una transformación, se haga en serio y garanticen que los estudiantes, todos, cuenten con instalaciones dignas.
Mientras haya rezagos, en algunos casos históricos, en los planteles educativos, difícilmente podrá hablarse de educación para todos. Y la inequidad seguirá siendo la marca del sistema de aprendizaje de México, independientemente de quién gobierne. Es hora de tomarse la educación en serio.
