‘Siempre creí que estaba hecho para hacer cine’: Óscar Blancarte
El mayor reto que ha enfrentado el cineasta Óscar Blancarte fue cuando tenía 17 años y decidió tomar su maleta llena de ilusiones, subirse a un camión e irse a la Ciudad de México a cumplir su sueño: estudiar y hacer cine.
Desde entonces, ha creado infinidad de documentales, series de televisión, guiones cinematográficos. Ha recibido premios y reconocimientos en México y en el extranjero.
“Siempre creí que estaba hecho para hacer películas pero que mis sueños no se harían realidad si no me salía de Mazatlán”.
Blancarte consideró que eso fue un momento mágico de circunstancias extrañas y destinos asignados.
“Creo en el destino, en la diosidad y es que los caminos del cine son un camino sagrado que me enseñó a respetar la vida, a que el cine interpreta la vida, los sueños y nos hace soñar. En mi filosofía creía que lo que yo quería decir se podía decir en una pantalla cinematográfica, en mis sueños e insomnios yo me imaginaba dirigiendo películas”, aseguró.
Ganador del Premio Sinaloa de las Artes 2011, ofreció la charla sobre cine Promesas y tentaciones en La Casa del Maquío, donde estuvo acompañado por Elios Arias, quien comentó que el motivo de la charla es hablar de apreciación cinematográfica, de la trayectoria y los obstáculos a los que se ha enfrentado el realizador en la industria del cine.
“Siempre creí que estaba hecho para hacer películas pero que mis sueños no se harían realidad si no me salía de Mazatlán”.
Blancarte confesó que es de los que creen en esos misterios del universo que conspiran para alcanzar los sueños.
“Creo en los misterios del Universo, y creo mucho en que el Cosmos se ordena para que uno logré realizar sus sueños”.
El cineasta mazatleco destacó que ha venido en muchas ocasiones a Sinaloa a filmar documentales, cortos y películas.
“Es como una manera de expresar mis orígenes y encontrarme con mi infancia y paraíso perdido”.
En este reencuentro con paisajes e historias, señaló, quería recuperar sus fantasmas del pasado y ubicar los momentos de su infancia.
“Mis obsesiones son muchas, me encuentro con amigos, con leyendas que son muchas”.
Recordó que aquí filmó su segunda película, El Jinete de la Divina Providencia, basada en la obra de Óscar Liera sobre Malverde.
“Y cada vez que vengo a talleres o conferencias me encuentro con una ciudad y un estado cambiante, próspero, esperanzador y al mismo tiempo con mi misma ciudad”, dijo.
“Porque es la manera de decir aquí estoy, quiero contarles lo que veo de mi país, del mundo soy un rebelde porque en este contar historias también hago una crítica social de las cosas que están pasando en mi país y mi estado Sinaloa”
Blancarte se formó en el Centro Universitario de Estudios Cinematográficos, de la UNAM, donde se graduó con el corto Llanto de gaviota y luego hizo numerosos cortometrajes, videos educativos en los que produce, escribe y dirige.
Recordó que cuando era niño, le gustaba mucho ver películas y entraba gratis muchas veces a las salas de cine porque dice que tenía “ángeles protectores”.
“Yo no tenía dinero y juntaba mis domingos para ir a ver las películas, y tuve la fortuna de que la taquillera del cine era del barrio y un día me vio contar moneditas y me dijo vamos a hacer una cosa cada vez que tú vengas vas a entrar y yo voy a hacer como que estoy dormida y tú vas a pasar. En otras salas sí tenía que pagar y había muchas películas y me empapé de ver películas francesas americanas y me formé como cinéfilo, apasionado”.
Entre las cintas que lo marcaron durante su infancia fueron Tiempos modernos, de Charles Chaplin; Gigante, Rebelde sin causa y el western.
Veía muchas películas mexicanas, reconoce, y su abuela le daba dinero para ir al cine porque la chantajeaba, o acompañaba a sus hermanos mayores como chaperón, con tal de ir al cine.
“Ver películas me hacía viajar me sentía un viajero, iba al pasado, al presente, hasta que en un momento decidí estudiar cine, que entonces no era como hoy. Hoy es moda, entonces te decían estás loco.... Estaré loco pero quiero estudiar cine”, compartió ante el público.
“Afortunadamente entré al Centro Universitario de Estudios Cinematográficos, entré a las clases y viendo que todos platicaban de películas dije de ‘aquí soy muy feliz y hay gente que piensa como yo’”.
Y aunque de niño fue muy inquieto, una vez en la escuela de cine se volvió un alumno distinguido, que empezó a hacer cine desde el primer año en la escuela.
“El primer paso fue conseguir dinero, porque el cine cuesta, es más costoso que una ópera, interviene música literatura, escenógrafos o escenarios... Empecé en el teatro del seguro cine club y con el dinero que gané hice películas y primeros cortos, entre ellos Gilberto Owen, un poeta olvidado”.
Ahora, reconoció, hay otras maneras de conseguir apoyos, mediante convocatorias, estímulos y como tiene trayectoria es menos complicado.
Y subrayó la importancia de buscar empresarios y pedirles apoyo con una actitud de empresario, proponiendo un negocio.
“Cuando iba a hacer La promesa, tenía cita con un empresario y llevaba documentos de la películas Princesa, cuando llegué era tarde, que me iba a dar 5 minutos, yo acostumbro a llegar antes, pero esa vez había mucho tráfico y me dio solo 3 minutos”, comentó.
“Le puse trailer de princesa y me preguntó asombrado, ‘¿usted trabajó con Evangelina Elizondo?’, ‘Sí, estas son mis películas’. Tardamos una hora hablando de cine”.