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Columna

Las grandes verdades

FACTOR HUMANO
11/02/2023 14:07

¿Dónde están las grandes verdades? Buena pregunta, lo sorprendente es que los niños y un ciego las ven de manera más contundente que los filósofos.

Los niños son sabios

La búsqueda de la verdad es un impulso sumamente poderoso y es como las papas fritas,no podemos parar una vez que la probamos.

Los que tienen hijos pequeños lo saben bien porque nos asedian con sus cuestionesmetafísicas exigiendo respuestas claras y no toleran la incongruencia ni la ambigüedad.

No entienden la mentira porque lo que es ES y punto, no hay medias tintas, por lo tanto no se complican la vida y esa naturalidad los hace irresistibles y sencillos.

Viven el momento presente

Viven intensamente porque andan sumergidos en el momento presente, la mejor terapia de todas, por lo tanto disfrutan lo que hay y su imaginación suple las deficiencias para gozarlo todo, aun lo más insignificante. No se quejan del clima, de los políticos, de lo que no hay, simplemente toman las cosas como son sin deformarlas.

Descubren maravillas en el cuarto de tiliches y hacen sus escondites para vivir sus sueños que les dan alas a sus vidas descubriendo ahí su intimidad. Cuando algo les molesta o se hartan lo hacen saber sin empacho, no se tragan sus emociones, las sueltan y a jugar de nuevo con el que los hizo tropezar sin resentimientos; sin prejuicios se hacen amigos de todos pronto.

Cuando juegan y caen de bruces, y si ningún adulto los ve, se levantan adoloridos sin drama y a seguir, en cambio cuando la madre se les acerca para compadecerlos rompen a llorar de lástima.

Son artistas consumados, continuamente improvisan y crean cosas con cualquiermaterial, sus dibujos proyectan lo que traen dentro. Saben muy bien que su fortaleza essu imaginación e intuyen que la mejor manifestación de la inteligencia es la creatividad,se vuelven artistas de la vida y se divierten en el juego del vivir.

Para ellos lo más importante es jugar, no ganar ni perder, por eso andan sueltos.

Observan seriamente

Perciben a sus padres cuando dicen una cosa y hacen lo contrario, eso los desconcierta ylo comentan con sus amigos o con la maestra.

Si no son reprimidos sueltan la sopa y dicen la verdad, por eso andan ligeros. Mentir lescuesta pero gradualmente se esfuerzan en aprender el arte de aparentar y de intentarser otros, gradualmente dejan de encajar en sí mismos buscando otros moldes queadmirar... dejando el suyo vacío. El ejemplo de sus padres los edifica o los desconcierta.

Después se acostumbran a entender, sin asimilarlo, que hay mentiras verdaderas, y conpremios y castigos empiezan a “amoldarse” al sistema perdiendo gradualmente suchispa, naturalidad y entrega a la vida que los hacía tan felices y ese impulso deinvestigar filosóficamente la verdad, el motor de toda indagación.

¿Quién es el ciego?

Jaime con 40 años era ciego y fue a consultar a una terapeuta porque a juicio de ella estaba terriblemente deprimido. Después de oírlo le dejó de tarea que anotara todas las cosas buenas que le pasaban en el día, él tenía un asistente que le ayudaba.

Pasada una semana y dada la condición de Jaime la terapeuta dudó que pudiese sacar la tarea. Jaime apareció puntual con un maletín, -Jaime ¿no pudiste sacar la tarea verdad? –Sí, aquí la traigo, abriendo el maletín con varios cuadernos empastados -¿Y todo esto qué es? dijo ella. -Es mi tarea y me siento muy bien. -¿Cómo 4 cuadernos en tan solo 1 semana de puras cosas buenas? ¿No estarás tú más loco que yo Jaime?

La terapeuta incrédula tomó uno, apenas leyó 2 páginas y conmovida salió a llorar con hipo -¿Qué le pasa señora? –Lo que pasa es tu vez tantas cosas buenas que yo no veo, no entiendo nada... sucede que... yo estoy más deprimida que tú y no me había dado cuenta. Jaime escribió.

Las cosas buenas:

“La temperatura fresca de la ducha, la maravilla de secarse con una toalla seca, el aroma del pan tostado, la textura de la salsa de tomate, el cosquilleo en mis narices del refresco, el sol pegándome en la cara, el olor a jazmín al caminar, la gentileza de una cajera en el súper, meterse a una cama con sábanas y un pijama limpios”...

Entonces la terapeuta se preguntó quién era el discapacitado diciendo “la única diferencia entre la discapacidad es que la de Jaime se ve, y yo hago lo posible para que la mía no se note”. Jaime solo necesitó una sesión.

Las más grandes verdades son las infinitas cosas que no vemos por nuestra ceguera inconsciente, por nuestra “autosuficiencia”, por estar juzgando e interpretarla a mi modo.

¿Quién soy yo para que la verdad se acomode a mí, en vez de abrir los ojos y salir a buscarla fuera de mis tinieblas? Seamos como los niños, juguemos como ellos.