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Programa UniversArte

La tarea del payaso es provocar una emoción: José Alfonso Flores

Quien da vida al Payaso Mosquito ha arrancado sonrisas durante casi cinco décadas en los escenarios

El contacto con los circos ocurrió en la vida de José Alfonso Flores Carrasco, cuando vivía en la colonia Industrial Bravo. Era un pequeño y junto con su hermano Gildardo, se “barrían”, por debajo de la lona y veían las funciones del Circo Imperial de los Hermanos Durán.

Hoy, tiene casi cinco décadas en los escenarios arrancando risas en los niños como el payaso Mozquito.

Esto lo contó en el programa UniversArte, de la Coordinación General de Extensión de la Cultura de la UAS, transmitido a través de Facebook oficial de Cultura UAS y Radio UAS.

Ahí, el hermano del Payaso Pipika, recordó que a sus 19 años ya era conocido por la gente del circo Durán.

“Nos dejaban entrar y ya nos sabíamos casi todo y le ayudábamos con unas tareas a los cirqueros y nos hicimos amigos de ellos; me fui en el circo Durán para otras colonias de Culiacán a ayudares a jalar cuerdas, ahí de metiche y empecé a agarrar el micrófono como de maestro de ceremonias”.

Esta etapa de su vida, aseguró, fue un importante para su carrera como artista.

“En el circo había dos payasos, Enrique Durán, guatemalteco, el padre de todo el elenco y era el payaso Rico, tenía un hermano y Enrique era el jefe de la tropa y mi amigo y gran maestro Rodolfo Durán García, tenemos con ellos una deuda de gratitud que tengo que pagar algún día enseñando a otra gente lo que él me enseñó; él me dijo acábate un par de zapatos en el escenario y vas a terminar acabándote muchos pares de zapatos, y a 48 años de eso sigo gastándome los zapatos en muchos escenarios de muchas partes”.

Mozquito compartió que en su labor como payaso, al principio le llamaba la atención el trapecio, pero don Enrique le dijo que sus habilidades eran otras.

“’Está muy bien que quisieras ser trapecista’, me decía, hay un acto que se llama ‘Despeño’, es subir al trapecio y hacer unas figuras y al final te sueltas completamente y caes hacia el frente y al caer al frente llevas las dos manos atadas y caes con cierta gracia detenido y esa suerte la preparábamos muy bien, y al ratito la voy a realizar y fui a comer y cuando regreso se habían aflojado las cuerdas y las estiramos y cuando las estiramos quedaron tensadas diferentes y me pelé las dos muñecas con la cuerda”.

Durante la charla, en la que estuvieron Fernando Mejía, Carlos Rochín y Alberto Bueno, recordó su paso por la Casa de la Cultura de la UAS, donde impartió talleres, gracias a que Arturo Guevara Niebla lo invitó a limpiarla cuando recién entregaron el inmueble a la institución.

“Ese fue el gancho, la UAS ya tenía actividades artísticas, teatro guiñol, pantomima y danza folclórica y contemporánea; y nos había invitado ya don Miguel a que nos integráramos a un taller de teatro formal, que fue de donde nació el Tatuas y veía que nos solicitaban grupos para acá y para allá y llevábamos actividades artísticas de las UAS para todas las escuelas, llegábamos como brigadas y poníamos una exposición pictórica y de grabado y presentábamos diferentes grupos artísticos, tríos, rondallas”.

Expresó además que como artista provocar una emoción es importante, a veces el payaso te hace reflexionar, te hace llorar.

“La técnica actoral es exactamente la técnica Clown es reconocida por todo lo teatreros esta técnica de romper la pared y establecer un contacto físico y visual, que es muy importante, hay una técnica corporal que se ha desarrollado con el tiempo; ser payaso me llevó a aprender actuación en el teatro y estudiar los géneros dramáticos”.

Añadió que hay tantas variantes como payasos existen.

“El payaso se adapta a las circunstancias, puede ser en el circo, teatro, calle, camión, incluso frente a las cámaras, donde sea puede trabajar, en las cárceles también, hay variantes y lugares donde reaccionan mejor o peor ante el mismo fenómeno, es más fácil en el terreno rural establecer contacto con el público que en el medio urbano y se debe a la cultura”.