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Columna

La mujer que quiso hacer todo al revés

LAS ALAS DE TITIKA

“Cuando vi por primera vez este libro, con su preciosa portada La mujer que quería hacer todo al revés, llegué a pensar: ¿No será mi biografía? ¿Cuántas habemos, cuántos, que queríamos hacer todo al revés, costara lo que costara? Y el título me hizo recordar también a una querida amiga colombiana que una vez le dijo a su consternado padre: “Mire papá, en toda familia que se respete hay una loca. Acostúmbrese a que la loca de esta familia soy yo”.

El libro parece pequeño, pero está habitado por muchas historias, y desde la primera hoja nos va sumergiendo en las entrañas de uno y otro personaje, con poco chance de respirar... hasta el final. Yo no sé si su estilo es parte del fenómeno de la literatura contemporánea, o la irreverencia de una escritora que sabe que uno puede hacer lo que quiera con el lenguaje. Leyó, por supuesto, la Rayuela, de Julio Cortázar. Y otro de sus autores favoritos, Coetzee, el sudafricano, le confirmó que hoy se puede escribir novela mezclando todos los géneros literarios.

María Julia escribe con un ritmo al que solo detienen dos palabras: Nostalgia y Melancolía. La Nostalgia y la Melancolía, parecen haber perdido la guerra frente al mundo moderno. Hay personajes que no se atreven a soltar la memoria, el campo, el pasado, los ancestros, las tumbas, la tradición, las cartas perfumadas, escritas y dibujadas a mano...

El desprendimiento es doloroso. Y la realidad contemporánea tampoco ayuda... pareciera que los habitantes de este siglo deben preguntarse: ¿Dejar ir lo antiguo y abandonarse en un presente que no es nuestro, que parece habernos robado el alma, un presente que otros dibujan y nosotros no queremos obedecer? ¿Aceptar la tecnologizada esclavitud invisible?

Así María Julia parece obligar a sus personajes a dejar atrás la tradicional decisión filosófica: Ya no es: Ser o no ser. He ahí el dilema. Aquí el dilema es dejarse llevar adonde quiera la vida, sin voluntad, como el famoso escritor que usa pantalones cortos y que se deja consentir por los aplausos de gente que ni siquiera ha leído sus libros... O... es la rebelión en cada paso, en cada decisión personal, en cada lágrima vertida, escogiendo todo, hasta por qué o por quién llorar. Es el periodista que deja de lucirse ante los ojos de un público anónimo y se atreve a ser el él, el solitario anónimo que conocerá de cerca sus estrujantes historias. Y así, esta novela es como una caja de sorpresas donde, como en las matrushkas rusas, van apareciendo seres distintos, y dentro de cada personaje van apareciendo además sus tres vidas: su vida pública, su vida privada, su vida secreta. Hasta llegar a la sorpresa final.

Como dice una de las protagonistas, escritora, “cada personaje daba para completar una extraña novela”. Y así, este libro está cargado de brutales tragedias que se borran al día siguiente en los periódicos, pero también de humor negro y blanco, de anécdotas que parecen querer demostrar que hoy vivimos en un mundo sin alma, sin memoria, una caja de obedientes, donde solo los que no obedecen podrán, quizá, conservar lo que nos queda de humanidad.

La Premio Nobel de Literatura de este año, Annie Ernaux dijo: “Escribiré para vengar mi raza”. Y en este libro, María Julia Hidalgo parece escribir para vengar su raza, no sólo la de la mujer protagonista del libro, sino la de todos esos valientes que se atrevan a querer hacer todo al revés.

Después de leerlo, e imaginando todo al revés, a mí me gustaría que ahora los hijos parieran a las madres y les enseñaran con paciencia y amor a sobrevivir en este extraño mundo de obedientes y felices esclavos”.

Agradezco la reseña de Susana Cato a mi primera novela corta La mujer que quiso hacer todo al revés, que vio la luz este 15 de diciembre en la Ciudad de México.

Agradezco el favor de tu lectura y deseo días felices y mejores historias que contar en el 2023. ¡Enhorabuena!

Comentarios: majuescritora@gmail.com