Fray Gabriel Chávez de la Mora revolucionó el arte sacro mexicano
Con su obra y quehacer profesional, el arquitecto Fray Gabriel Chávez de la Mora formó un lenguaje tan propio que constituyó una identidad reconocible del arte sacro mexicano, aseguró el arquitecto Luis Miguel Argüelles.
Durante la conferencia Vida y obra del arquitecto y monje benedictino Fray Gabriel Chávez de la Mora, organizada por el Colegio de Arquitectos de Sinaloa, Argüelles destacó la labor de quien fue considerado un revolucionario experimento de renovación de la iconografía cristiana.
“A través de su participación activa y constante, en las diferentes comisiones de arte sacro, donde fue miembro, creador, perito y proyectista, así como un atento asesor, lo mismo para miembros del clero que profesionistas que incursionaron en crear espacios, también para artistas y artesanos que recurren a sus esquemas”, dijo, ante decenas de arquitectos que acudieron a la charla que se llevó a cabo en el Centro Sinaloa de las Artes Centenario.
“Eso se puede constatar en los grandes ejemplos construidos o a través de su participación constante y activa en las diferentes comisiones de arte sacro, como capillas, abadías, catedrales”.
Chávez de la Mora nació en Guadalajara en 1929 y desde pequeño mostró gran inquietud creativa en todo lo referente al diseño, por lo que al crecer, ingresó en la Facultad Libre de Ingeniería de la Universidad de Guadalajara en 1947, dijo.
Al abrirse la Escuela de Arquitectura, en 1948, optó por cambiarse a ésta, por apegarse más a sus intereses, y al concluir, fue el primer arquitecto titulado de Jalisco.
En esa primera generación de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Guadalajara, se formó bajo la guía de grandes artistas como Ignacio Díaz Morales y Mathías Goeritz.
Posteriormente, añadió, siguió el llamado de su otra vocación, que le representó un nuevo reto: ser monje benedictino.
“Por creer que estos dos caminos diametralmente distintos, pensó en un primer momento, que tal vez abandonaría su carrera de arquitecto, en un primer momento. Pero la vida tenía otros planes para él, pues lo colocó en el momento histórico preciso de la liturgia católica, previo al concilio vaticano segundo, que generaría una nueva normatividad en plantear la forma de concebir las nuevas iglesias”
Este fue el inicio de su trayectoria en la arquitectura religiosa, conjuntando ambos aspectos de su vida.
“Visto como profesionista, en perspectiva, siempre he pensado que es el resultado maduro, deseado e imaginado que se tuvo al apuntar en la Escuela de Arquitectura, con el impulso que esto significó para la perla tapatía, como para el México del Siglo 20”.
Su arrojo de propuestas innovadoras, potenció su don, y al paso de la experiencia, logró posicionarse como uno de los arquitectos más representativos a partir del siglo 20, en nuestro país como en otras latitudes, y en un rubro singular: el arte sacro, añadió.
“Una de sus claras aportaciones, fue que aceptó el reto que presentó en su momento la reforma litúrgica, que se venía gestando en la iglesia católica, años atrás en Alemania por los benedictinos, y que el Padre Gregorio Lemercier en Cuernavaca, impulsaba en su naciente comunidad”.
Argüelles destacó que es un caso particular el poder conjuntar en una persona diferentes especialidades, el religioso, el sacerdote, el arquitecto, pero también el liturgo, calígrafo y artista plástico, y poder echar mano de esas herramientas en el quehacer arquitectónico de forma integral.
Fray Gabriel Chávez de la Mora es considerado el autor de arquitectura religiosa más prolífico e influyente de México. Su obra abarca desde basílicas y santuarios hasta abadías enteras, complejos parroquiales, centros de peregrinación masiva y pequeñas capillas.
Destaca su participación en el diseño de la nueva basílica de Guadalupe, así como la capilla ecuménica de La Paz en Acapulco, la abadía del Tepeyac y la remodelación de las catedrales de Cuernavaca y Guadalajara.
Otro aporte sustancial es la formulación teórica del modelo de “centro parroquial”, muy influyente en las construcciones religiosas en México, mientras que sus pinturas, vitrales, esculturas, estandartes, mobiliario y ajuar litúrgico han marcado la estética de la Iglesia católica mexicana.
Visionario, transgresor silencioso, a él se debe la primera gran síntesis latinoamericana entre los postulados de la arquitectura moderna y la renovación litúrgica preconciliar que hoy no ha sido superada en su audacia teológica.
Fue galardonado con el Premio Nacional de Arquitectura en 2020 y el Premio Arpa FIL 2021 que otorga la Feria Internacional del Libro de Guadalajara.
Falleció en diciembre de 2022.