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Factor Humano

¿Buscamos más la verdad o que nos confirmen?

FACTOR HUMANO
25/03/2023

La verdad cuando se mezcla con el ego trae problemas, no solemos tener la disciplina ni el rigor mental para razonar con lógica, además creemos que nuestra verdad impera.

La búsqueda de la verdad

¿Es cuestión de percepción decir que en lo político vamos mal o que vamos bien? Dada nuestra naturaleza tendemos a ver lo que queremos ver o nos gusta ver y a no darle peso a lo que no, de hecho buscamos leer y simpatizamos con quienes encajan con nosotros reforzando nuestras ideas y percepción, y solemos desechar lo que no aunque sea cierto pero se desprecia.

La búsqueda de la verdad no solo es una cuestión racional, la emotividad está implicada, por eso nos agrada que nos digan que estamos bien, que decimos la verdad o que aplaudan las mentiras dichas, tanto que se hace un hábito: lo vemos diario.

También está el interés, la verdad por más poderosa suele estrellarse ante el rotundo no que afecta los intereses, por eso los conflictos y las guerras. No hay verdad que entre en los ojos y oídos cerrados.

No es sencillo ser objetivos, menos en las cuestiones políticas que tienen tantas aristas. La búsqueda de la verdad implica cinco condiciones: 1. el amor por la verdad, 2. la mente abierta, 3. el equilibrio de juicio, 4. la sensatez para no opinar lo que realmente no sabemos y 5. la humildad para reconocerlo.

El juego de la percepción

Por otro lado, la percepción no lo es todo: la realidad es anterior a independiente de ella y la supera. O sea, podemos ver lo que nos parece siendo falso y sin embargo eso no cambia la realidad, solo nuestra percepción.

Puedes quedarte con los juicios que haces, pero eso no cambia mi realidad, ella es más amplia de lo que tú no puedes o no quieres ver o quizás yo tampoco quiero ver o no acepto. Por eso los juicios propios y ajenos encasillan y suelen ser injustos. Cada uno somos mucho más que la suma de opiniones.

Realidad y percepción son cosas muy distintas, la realidad es infinita y no cabe en nuestras cabecitas. La objetividad en cambio requiere una disciplina mental, asimismo el razonamiento implica un cierto rigor lógico. No podemos opinar basados en nuestros gustos y preferencias desconociendo el tema, los gustos y preferencias se comentan no se opinan, sin embargo suele opinarse de lo que se cree saber por eso las discusiones largas.

¿Cómo afirmamos?

El problema suele empezar en la forma en como afirmamos lo que decimos. Las afirmaciones suelen estar segadas desde el punto de vista y pueden ser incluso ciertas, el problema es ignorar otros datos o no darnos cuenta de los sesgos, o sea no ampliar la mirada, o creer que esa afirmación resume el todo.

Además no siempre decimos lo que queremos decir, creyendo que lo hemos dicho bien. Cuando uno se da cuenta de la propia ignorancia o de los sesgos de nuestras afirmaciones y lo aceptamos, la mente se abre, de otro modo intentaremos defender las afirmaciones como verdades incuestionables.

Distinguir entre verdad y certeza

Sin embargo la certeza es parte de la verdad, no es la verdad entera. Y finalmente la verdad del entendimiento, cuando sucede, está sujeta a la realidad inmensa que nos rodea: no todo está en nuestra cabeza. Afuera hay un océano infinito.

Nuestro deber so pena de tomar malas decisiones o de equivocarnos, es entender la realidad con la menor distorsión posible. Y para eso necesitamos investigar más, leer lo que no nos atrae y sobre todo escuchar al otro para entenderlo sin distorsionarlo, cosa muy frecuente.

Es más sabio verificar si estamos entendiendo bien, que nos corrijan, admitir que estamos equivocados, a soltar muchos argumentos para demostrar que tenemos la razón. La verdad entra más en los silencios y en los oídos abiertos. Además no tenemos la obligación de saber todos los temas que se lanzan a la mesa.

La verdad no necesita tantos aspavientos, ni largas peroratas, entra sola al entendimiento cuando se dice con firmeza pero suavemente como aquella canción. Los argumentos son los que convencen, no nosotros. Ese papel protagónico no va con la verdad. Y muchas veces ni siquiera la tenemos, por eso el silencio atento es preferible pero con medida.

No se trata de vencer sino de convencer que es muy distinto.

Qué mejor placer que descubrir la verdad en el diálogo, en las lecturas, observando y tomando nota sin prejuzgar a nadie.

México está amenazado más por sus propios ciudadanos. Imposible mejorar nuestra realidad si no la percibimos objetivamente. Muchos se han dejado llevar por el canto de las sirenas y aplauden lo que está dañando la democracia y las instituciones que la defienden.