Aplauden de pie la interpretación de ‘El Jinete de la Divina Providencia’
Un retrato de Malverde como aquel bandido generoso que robaba a los ricos para repartir entre los pobres, llevó a la escena Sabaiba Teatro en El Jinete de la Divina Providencia, bajo la dirección de Lázaro Fernando.
El montaje que el dramaturgo Óscar Liera estrenó en 1984 con el Taller de Teatro de la UAS y que en su momento fue un parteaguas en el teatro mexicano, por su novedosa estructura dramática, no lineal, mezclando distintas líneas del tiempo, sorprendió esta vez al público sinaloense que llenó el Teatro Socorro Astol.
En escena, 12 actores dieron vida a más de 30 personajes que reconstruyeron la leyenda de Malverde, el bandido generoso que nació en 1870 bajo el nombre de Jesús Mazo, que vivió en el Culiacán gobernado por Francisco Cañedo, durante siete periodos administrativos.
En un Sinaloa lleno de haciendas y familias ricas, pero también de impunidad, abuso, cacicazgo, un lugar donde la injusticia y la desigualdad social eran grandes.
La historia comienza con un grupo de sacerdotes y el obispo buscando testimonios para ver si es posible canonizar a Jesús Malverde.
Una mujer del pueblo cuenta del milagro de salud que hizo con su marido, otro señor del pueblo dice que le ayudó a encontrar un caballo que se le había perdido, un médico corroboró la sanación de un paciente de manera milagrosa.
Y así fueron reconstruyendo la historia.
Malverde robaba a los ricos sin que nadie, ni los perros guardianes, lo sintieran. Repartió oro en las casas pobres, lanzando las monedas, mientras jineteaba su corcel, de ahí que lo consideraran “El Jinete de la Divina Providencia”.
Pero los ricos afectados le decían el “mal-verde” por identificarlo porque se cubría con hojas de plátano para ocultarse entre los matorrales.
Volvía locos a los gobernantes que luchaban por atraparlo y si le daban un tiro en la muñeca y se escapaba, al día siguiente todos los habitantes del pueblo tenían una mano vendada; y si en la huida Malverde se tropezaba y lastimaba un pie, al otro día todos cojeaban.
Y todo esto representado con mucha fuerza y pasión por los actores Juan Mendoza, quien dio vida a Francisco Cañedo; Aída Romero, que fue Martha, Adela Carrillo y mujer de pueblo; Marco Antonio Rodríguez, quien hizo a Juan Martínez de Castro y hombre del pueblo; David Zataráin, que fue El Polidor, el padre José, hombre de pueblo.
La actriz María Magdalena interpretó a Cuanina, Claudia y mujer del pueblo; Nick Angiuly fue Obdulio Pacheco, Ricardo Carrillo y hombre del pueblo; Víctor Quintero hizo de Hilario, Lázaro, Cuanina y hombre del pueblo.
Iván Valdez representó al Obispo, hombre del pueblo y padre; Andrés Gastélum dio vida a Martín Fernández, médico y hombre de pueblo; Gabriel Rentería hizo de Padre Javier y hombre del pueblo; David Bauman Beto, Chango y hombre de pueblo y Malkom Cosío fue Candelario, padre Jaime, Miguel y Toño.
Ellos iban del pasado al futuro y viceversa, volvían al presente, contando la leyenda de su vida, los milagros que hacía, y que por cada gracia recibida, la gente le llevaba una piedra, pues cuando murió se prohibió por ley que se le enterrara y sus fieles lo cubrieron con piedras.
Al final, Malverde se quedó como el santo del pueblo.
“No se lo arrebaten a la gente”, decía el Médico al Sacerdote, “no lo institucionalicen, la gente lo quiere y les hace milagros”.
Una puesta en escena llena de historias, humor, y una crítica que en su momento Liera hizo a las instituciones, la Iglesia y el Gobierno, que parecen seguir vigentes.
Con esta obra, el director escénico Lázaro Fernando, quien formó parte del elenco con el que Óscar Liera la estrenó, concluye su compromiso con el Sistema Nacional de Creadores, que incluyó el montaje de cuatro obras del dramaturgo sinaloense.
Al final, el público reconoció a los actores y a su director, con prolongados aplausos de pie.
Próximas funciones
El Jinete de la Divina Providencia se presentará de nuevo el sábado 18 y domingo 19 de mayo, a las 18:00 horas, y el lunes 20 de mayo, a las 20:00 horas, en el Teatro Socorro Astol. Los boletos tienen un costo de 200 pesos.