Escuinapa pone el ejemplo de movilidad en Sinaloa al usar la bicicleta para todo
ESCUINAPA._ La historia de este municipio no se puede entender sin su vehículo por excelencia: la bicicleta.
Con este vehículo los escuinapenses lo mismo llegan a la iglesia que a una cantina, al banco, a la escuela o al Palacio Municipal.
Con un sinfín de usos, estas unidades de dos ruedas forman parte de la cotidianidad de este pueblo del sur del estado.
La bicicleta le da identidad a las y los escuinapenses, y es un orgullo único en la entidad.
De acuerdo con el académico Arturo Santamaría Gómez, en su libro “La bicicleta en Escuinapa, Sinaloa. Historia oral e identidad”, su uso no distingue de edades, géneros, clases sociales y oficios.
Además, se puede vincular a una gran variedad de circunstancias de la vida cotidiana.
Tan es así, que la bicicleta tiene hasta su propio monumento en la Plazuela Corona, junto a las letras con el nombre del municipio y cerca del mercado municipal.
Sin embargo, de una década a la fecha el uso de este vehículo contrasta con las políticas públicas de su uso en la vía pública, como ocurre en países de Europa.
Lo que los escuinapenses trataron de mantener por más de 100 años, pese a que no existían políticas públicas, ni proyectos instaurados por gobiernos estatales y municipales por hacer vialidades adecuadas para el uso de este vehículo, hoy está en riesgo.
“Los gobiernos estatales y municipales en ciertos momentos han apoyado la realización de eventos, recorridos y carreras de bicicleta, pero jamás han impulsado verdaderas políticas públicas orientadas a promover su uso”, señala el académico y escritor Arturo Santamaría Gómez, en el libro auspiciado por la UTEsc, la Bicicleta en Escuinapa Sinaloa. Historia oral e identidad.
En una recopilación hecha por el escritor, de reseñas de escuinapenses y de libros del cronista Jorge Alberto Macías Gutiérrez, señala que las investigaciones del historiador ubican que la primera bicicleta que llegó al municipio fue una marca Raleigh, propiedad de Juan F. Villanueva.
Otros, reconoce el cronista en un libro sobre las historias de Escuinapa, consideran que la primera bicicleta de la misma marca llegó en 1935 a través de José María Medina, quien a su vez instaló el primer taller de bicicleta y de arrendamiento de estos vehículos.
Sin embargo, para expertos, en realidad la bicicleta pudo llegar a este municipio en 1897, al existir talleres de arrendamientos en esa época en Rosario, el cual se ubicaba a 25 kilómetros de la cabecera.
El medio de transporte se convirtió en el favorito del municipio, para el uso en actividades pesqueras y de salinas, se facilitaba el trabajo para acudir a las marismas.
El cronista Jorge Alberto Macías Gutiérrez en los libros sobre la historia del municipio, y que retoma Santamaría Gómez, señala que se calcula que en 2009 había entre 16 mil y 20 mil bicicletas, tomando en cuenta que se tenía entonces una población de 30 mil 790 habitantes.
“En promedio habría una (bicicleta) por cada dos personas, estadística insuperable en cualquier otra ciudad del estado”, señala Santamaría Gómez en el libro.
Hasta 2010, el Plan Director de Desarrollo Urbano de la cabecera municipal señalaba que, en el levantamiento de flujos de tráfico vehicular, entre las 12:00 y 14:00 horas hacia un promedio de circulación de bicicletas en sus principales calles, daba cuenta que el vehículo en tránsito predominante era la bicicleta con 248 cruces, superando a otros vehículos y a peatones que estaban en segundo término, con un paso de 207 personas en promedio.
La bicicleta es un medio de transporte que humaniza a la sociedad, es el sentido de progreso de países de primer mundo, es lo que conservó durante sus primeros 100 años el municipio, su identidad, dice el académico.
Es un distintivo que la población hizo crecer por su necesidad de transporte, más allá de que fuera tomado en cuenta como política pública o en proyectos, pues irónicamente el ‘pueblo bicicletero’ no cuenta con ninguna ciclovía, ni con garantías de respeto al tránsito de este vehículo.
Los escuinapenses conservan su sentido hospitalario, amigable, de sonreír y saludar, de tomar su tiempo para conversar y parte de eso lo ha dado la movilidad de una bicicleta, permite que se den esos espacios para la convivencia, para hablar frente a frente.
“Todavía es amigable (la población) pero puede dejar de serlo, abrumada por problemas de desempleo, trabajos de temporal... junto con ella, abandona cada vez más la bicicleta y al reemplaza con las motocicletas, la pequeña utopía comunitaria escuinapense flaquea y relega a la bicicleta y con ello perjudica la salud física y mental de sus habitantes”, expresa.