Luna Beltrán: los leales al PRI se van
Hay lideresa, pero la militancia huye

OBSERVATORIO
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    En Sinaloa durará algún tiempo el impacto del golpe a la democracia interna. Quizá a la clase hoy encumbrada en el timón priista le importe poco que la abandonen Luna Beltrán, que Gloria Himelda Félix Niebla ponga en pausa la militancia, o que Jesús Enrique Hernández Chávez se aferre a las siglas bajo protesta, sin embargo, ¿la prioridad tendría que ser la de abrirle las puertas del partido al ex Gobernador Mario López Valdez como lo da a conocer Paola Gárate en la parte inicial de su liderazgo?

    A la renuncia que Francisco Javier Luna Beltrán presentó como militante del Partido Revolucionario Institucional se le puede minimizar, aunque sea parte de la desbandada tricolor silenciosa o ruidosa, pero no son cosa a desestimar los términos que expone quien fuera priista de hueso colorado durante 50 años. En realidad, todos los que agachando la cerviz siguen en el PRI debieran al menos reclamar con igual tono la redundante descomposición remarcada con la reciente imposición de la dirigente estatal, Paola Gárate Valenzuela.

    El primer párrafo de la retirada de Luna del partido en que militó toda la vida, resulta demoledor. “Elegir dirigentes cancelando el derecho de los aspirantes a una elemental participación democrática, con cerrojos muy desfasados, centralismo innecesario, sin reglas de piso parejo y con bases y requisitos insalvables, es lo que ha llevado al PRI a una decreciente fortaleza interna”.

    Échense ese trompo a la uña las centenas de priistas que alistan la deserción y también los que optan por la huida cautelosa, al irse sin avisar. No se diga los que aspiraron a la presidencia del Comité Directivo Estatal en aquella rebelión contra el “dedo” de Alejandro Moreno Cárdenas, y de pronto trasmutaron a mansos corderitos en espera de que les caiga alguna migaja del partido derruido estructural y moralmente.

    En Sinaloa durará algún tiempo el impacto del golpe a la democracia interna. Quizá a la clase hoy encumbrada en el timón priista le importe poco que la abandonen Luna Beltrán, que Gloria Himelda Félix Niebla ponga en pausa la militancia, o que Jesús Enrique Hernández Chávez se aferre a las siglas bajo protesta, sin embargo, ¿la prioridad tendría que ser la de abrirle las puertas del partido al ex Gobernador Mario López Valdez como lo da a conocer Paola Gárate en la parte inicial de su liderazgo?

    Tiene razón Luna Beltrán al argumentar que el activismo fiel del Revolucionario Institucional fue desplazado y lastimado. Los que sudan la camiseta, dan la cara en las colonias y comunidades rurales aún con la mala fama del partido, quienes persisten en ser parte de la estructura territorial en medio de denostaciones y frustraciones, fueron borrados con un manotazo autoritario. ¿No merecían siquiera el aliciente del voto directo para ver alguna luz de sensatez que los involucrara en decidir por un PRI de Sinaloa y para Sinaloa?

    Nadie le puede escatimar al priista que dimite el conocimiento que tiene de las entrañas del partido pues abrevó de esta doctrina desde la juventud, a los 20 años de edad, ocupó carteras importantes de las siglas tricolor en Sinaloa y ha desempeñado con dichos colores desde la Presidencia Municipal de Rosario, la Secretaría de Educación Pública y Cultura, la Gran Comisión del Congreso del Estado. Él mismo autodescribe en su trayectoria que “en el PRI milité muchos años. Me formé en el ICAP y en la trinchera del debate pedagógico en los tiempos que se forjaron generaciones con sólida carrera de partido”.

    Pero igual que tantos que pintarán su raya en los próximos días, Luna Beltrán no soportó el ultraje al priismo sinaloense, al publicar el Comité Ejecutivo Nacional una convocatoria para elegir al líder estatal mediante el método de “elección directa por la base militante” y enseguida aplastar a los correligionarios con todo el peso autoritario de Alito, lo cual debe entenderse como la obstrucción a cualquier posibilidad de que el PRI se reinvente buscando ser competitivo en los nuevos tiempos donde el semblante de corrupción y felonías le ahuyenta votos. Es un partido que no vive la transformación ni permite que sus seguidoras la vivan.

    Lo peor, que es como echarle sal en la herida, tiene que ver con los mensajes erróneos que envía Paola Gárate a los priistas. Inimaginables la operación cicatriz desde la mentalidad del no pasa nada y el porvenir ensoñador de todos contentos. Erróneo que después del prepotente allanamiento que hizo Alejandro Moreno del partido en Sinaloa se le tiendan alfombras rojas a los que se fueron con la traición como adiós y regresan rociados de corrupción y cinismo.

    Una militancia que lo acepta todo, inclusive la ignominia, deja de significar posibilidad de recomposición y se vuelve apta para tolerar degradaciones y humillaciones. Pero cuando desde los liderazgos emana la abyección a prácticas aberrantes, lo que está podrido es la raíz y se vuelve imposible que broten los ramajes verdes del renacimiento. Desde hace casi un cuarto de siglo el PRI está anunciando la rehabilitación moral que le dé pauta a la reivindicación política y entre más tiempo sigue en manos de Alito mayor es el avance hacia su perdición.

    En fin, la lección para el PRI en Sinaloa extensiva a la nueva dirigente Paola Gárate, apenas comienza. A nuevas renuncias, reclamos y crisis internas, que de seguro sobrevendrán, le ha de corresponder la sobria reacción de la organización que ni por asomo tiene buenas cuentas en la intención del voto, y de la líder que nunca deberá esperar que Alejandro Moreno Cárdenas venga a rescatarla si ni siquiera puede salvarse a sí mismo.

    Reverso

    De seguir las cosas así,

    Y al partido se le aniquila,

    No quedará al final de la fila,

    Quién cierre la puerta del PRI.

    Malova reloaded

    Desde que “apadrinó” a Paola Gárate para que dirigiera el PRI de Sinaloa, inclusive ungiéndola antes de que el CEN del PRI la proclamara en el cargo, Mario López Valdez ha estado en boca de muchos. Rompió la dieta política que adoptó desde que el Gobernador Quirino Ordaz Coppel le tatuó el estigma de la corrupción. Y ayer Feliciano Castro, presidente de la Junta de Coordinación Política del Congreso del Estado, se subió al tema Malova al considerar errática la reincorporación al PRI del empresario ferretero. “Cada ciudadano es libre de tomar las rutas que le parezcan pertinentes. Está en su derecho, políticamente qué tan errático sea, ese es otro asunto”, dijo el legislador morenista.