La CEDH para Sinaloa en narcoguerra
El Ombudsman al lado de las víctimas

OBSERVATORIO
15/01/2025 04:02
    Nunca los atropellos a las garantías individuales habían configurado una circunstancia tan atroz como la que ahora enfrenta Sinaloa. Los derechos constitucionales son atacados a mansalva sin dejar a ningún sector de la sociedad fuera de la condición de víctimas directas o indirectas. Tampoco sucedió antes el rebase de la capacidad del Gobierno para proteger a los ciudadanos pacíficos.

    Después de extenderle al actual titular José Carlos Álvarez Ortega por siete meses el período que la Ley establece en el desempeño del cargo, no porque éste así lo quisiera sino debido a una omisión legislativa, el Congreso del Estado publicó al fin la convocatoria para la designación del nuevo presidente de la Comisión Estatal de Derechos Humanos. Y entonces se han desatado las propuestas de uno y otro perfil, sin que tal ansiedad postulatoria note que la actual crisis de seguridad en Sinaloa le exige vocación y apostolado al nuevo perfil en la CEDH.

    Con la apertura del proceso, la 65 Legislatura se reta a sí misma en cuanto a darles a los sinaloenses el mejor defensor social donde el concurso de méritos y vocaciones corra sin las trabas de influyentismos y manejos políticos, y sí en rieles de pertinencia que lleven a la respuesta de la pregunta que está en boca de todos. ¿Hasta cuándo el Estado de derecho que sostenga la legalidad y civilidad como modo inalterable de vida?

    Nunca los atropellos a las garantías individuales habían configurado una circunstancia tan atroz como la que ahora enfrenta Sinaloa. Los derechos constitucionales son atacados a mansalva sin dejar a ningún sector de la sociedad fuera de la condición de víctimas directas o indirectas. Tampoco sucedió antes el rebase de la capacidad del Gobierno para proteger a los ciudadanos pacíficos.

    Este escenario de guerra encarnizada entre los dos segmentos que durante décadas operaron en paz dentro de las estructuras de mando del Cártel de Sinaloa reclama repensar a quién poner al frente de la CEDH, reflexión profunda que marque distancia de la concepción del órgano como agencia de colocaciones de abogados desempleados, o de ampliación de las posibilidades de ocupación de más gente en el aparato público estatal.

    Hoy no vale la fachada sino la sustancia de esta Comisión. Estamos en la irrepetible oportunidad de hacerla emerger en ambientes de barbarie como bandera blanca que ondee con la fuerza de los preceptos de la Carta Magna, que emita el grito de “¡ya no más!” que está a flor de labios en los sinaloenses de bien, que haga entender a los villanos sobre el agotamiento de la capacidad de resistencia de las ciudades y comunidades diezmadas por la narcoviolencia.

    Por los hogares que sufren la desaparición forzada de personas, los huérfanos por la acción homicida, las ciudades y comunidades desprovistas del marco jurídico que los ampare, el patrimonio lícito quitado a familias que con bastante esfuerzo lo construyeron, el derecho al libre tránsito alterado por el hampa, y la incertidumbre en el retorno de la paz, las diputadas y diputados están obligados a habilitar a la CEDH como aliada indiscutible de los más indefensos.

    La convocatoria, viciada de origen porque desde mediados de 2024 los asambleístas debieron instalar al nuevo presidente de la CEDH, tomando en cuenta que Álvarez Ortega accedió en junio de 2016 al puesto que ejerció durante dos períodos de cuatro años cada uno, establece las pautas del procedimiento aunque la observancia del precepto legal y la transparencia le corresponde garantizarla al Congreso del Estado bajo la advertencia de lo mucho que resultará derrumbado si son debilitados los pilares de los derechos humanos y la dignidad de las personas. Imposible ya la enmienda de los plazos alterados e impensable que se le añada la alevosía de una designación violentada.

    El Parlamento está en la encrucijada de poner un ojo en la situación de violencia con daños generalizados, y el otro en la trayectoria y aptitud de la mujer o el hombre que sin posibilidad de error personifique la mano extendida, la Constitución en ristre, y la indispensable valentía para que el Ombudsman de Sinaloa lo sea en los hechos y no a través de la simulación que engaña y traiciona. Sea por miedo o por desesperanza la ciudadanía está atenta a lo que hacen aquello a los que sentó en las curules.

    La coyuntura, importa remarcarlo, no da para que organizaciones de abogados busquen cuotas chambistas ni para que grupos políticos pretendan colocar a sus cuates. Por favor, legisladores, no les salgan a los sinaloenses con un presidente de la CEDH sujeto a los intereses de unos cuantos y distanciado de la exigencia ciudadana por el mejor defensor del pueblo. No existen condiciones para darles gato por liebre a sus representados.

    Reverso

    Por los derechos humanos,

    Donde todos somos la grey,

    Que siempre toma la mano,

    Que firme ofrece la Ley.

    Torneo de tonterías

    En la 64 Legislatura local la entelequia consistió en la fallida iniciativa de renombrar como Triángulo de la Bondad a la zona limítrofe de Sinaloa, Durango y Chihuahua que fue la meca del narcotráfico; ahora en la 65 integración del Congreso del Estado el absurdo en turno propone quitarle el nombre al Municipio de Eldorado y bautizarlo como Andrés Manuel López Obrador. Siendo así en el dislatómetro de la Cámara resulta menos aberrante la ideota que alguna vez tuvo el entonces Diputado Serapio Vargas para instalar una playa nudista en Altata. ¿Qué sigue? Quizá colocar en el Muro de Honor del Congreso del Estado la advertencia dantesca de “piérdase aquí toda esperanza”.