Huecos en el mapa priista de Sinaloa. Jesús Valdés se tardó en irse del PRI

OBSERVATORIO
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    Esa intención de borrar el origen de la huida remarca también el egoísmo del partido hacia quienes resistieron más allá de lo humanamente posible en los peores tiempos del Revolucionario Institucional. Al crecer la lista de los que el PRI trata como tránsfugas debiera ampliarse también el criterio para juzgarlos tomando en cuenta que si el Pritanic continúa en labor de zozobra nadie querrá quedarse, ni siquiera aquellos que hoy se aferran a la proa.

    Podría el Partido Revolucionario Institucional atrincherarse en el “no pasa nada” con la deserción de notables figuras en Sinaloa, pero la reciente renuncia de Jesús Valdés Palazuelos a las filas tricolores trae el triple impacto de pérdida del activismo más intenso que se haya hecho en el PRI, merma numerosa de seguidores que se evaporan junto al líder, y el desprendimiento de uno de los pocos perfiles que como candidato sabe pelear palmo a palmo por el voto. Hay menoscabos que duelen, así sean encubiertos detrás de muecas que por parecer sonrisas son rictus de impotencia.

    Con el enfoque inducido desde el Comité Directivo Estatal del PRI, que a botepronto cuestiona a militantes y liderazgos que después de recibir tanto del partido hoy son ingratos al abandonarlo, se profundiza la crisis de pertenencia porque se pretende darle una interpretación sentimental a la desbandada, que le cree remordimientos a los dimitentes, en lugar de la autocrítica directa y sincera que muestre la autenticidad del conflicto y les permita a los actuales cabecillas priistas detener la hemorragia de cuadros y figuras relevantes.

    Esa intención de borrar el origen de la huida remarca también el egoísmo del partido hacia quienes resistieron más allá de lo humanamente posible en los peores tiempos del Revolucionario Institucional. Al crecer la lista de los que el PRI trata como tránsfugas debiera ampliarse también el criterio para juzgarlos tomando en cuenta que si el Pritanic continúa en labor de zozobra nadie querrá quedarse, ni siquiera aquellos que hoy se aferran a la proa.

    A Jesús Valdés hay que analizarlo desde su posición de priista que aguantó de todo. Como dirigente del partido realizó recorridos demenciales que lo hacían estar el mismo día en el extremo sur de Sinaloa y en la punta norte del mapa estatal, a veces sin viáticos para él ni para la comitiva por la crisis financiera partidista. En diciembre de 2018 el entonces Gobernador Quirino Ordaz Coppel lo desplazó del cargo que ocupaba en el Gabinete, la titularidad de la Secretaría de Agricultura y Ganadería, para enviarlo a la misión imposible de recuperar al PRI tras la debacle electoral del 1 de julio de 2018.

    Desde las ruinas, el carismático líder priista fue reconstruyendo el movimiento territorial que a la vez lo proclamaba a él como candidato a Gobernador, pero como nadie sabe para quién trabaja, la intromisión de Alejandro Moreno Cárdenas, presidente del Comité Ejecutivo Nacional del PRI, vino y se apropió en 2021 del esfuerzo de Jesús Valdés y se lo entregó en viandas de plata a Mario Zamora Gastélum.

    A pesar del despojo de la postulación, Valdés continuó al frente del PRI y soportó la campaña de Zamora, que lo menospreció y rebajó como autoridad del partido. El Gobernador Quirino Ordaz también lo dejó solo y al final todos los índices de fuego se alinearon para responsabilizarlo de la derrota electoral, por lo cual en junio de 2021 renunció a la dirigencia priista sin involucrarse en ninguna actividad partidista, preámbulo de la declinación a la militancia que sucedió esta semana.

    Cualquiera con la indispensable dosis de dignidad habría tomado el mismo camino de Jesús Valdés, inclusive la actual dirigente del PRI en Sinaloa, Paola Gárate, si hubiera vivido iguales circunstancias. Con 25 años de militancia, al ex Alcalde de Culiacán se le puede acusar de muchas cosas menos de no haber sido un priista en todo lo que significa la entrega auténtica a un partido. Si alguien resolviera que no se dedicó en cuerpo y alma a la causa tricolor, entonces no hay ningún otro que lo hubiera hecho.

    Partiendo del ejemplo de Chuy Valdés, sí pasan cosas trascendentes cuando un liderazgo encomiable decide abandonar las trincheras de la lucha política. Véase el mapa priista actual con huecos a lo largo y ancho de Sinaloa debido a las ausencias de masas militantes en Mazatlán, por los que seguían a Fernando Pucheta; en Rosario, de los que consideran su guía moral a Francisco Javier Luna Beltrán; liderazgos agrarios, ex regidores y ex síndicos del norte del estado que igualmente se van por lealtad a Marco Antonio Osuna Moreno; en el sector femenil que se veía representado por Gloria Himelda Félix y Sandra Lara; y en Culiacán por los grupos de adhesión en torno a Tony Castañeda.

    Acudir a la deducción simplista de que se van en desagradecimiento por las oportunidades que les dio el PRI, o la hipótesis de “changos mecateros” que se aprestan a saltar hacia otras lianas partidistas, inclusive a la teoría de que el Movimiento Regeneración Nacional y el Gobernador Rubén Rocha se disponen a abducirlos políticamente, significa ignorar las condiciones de base que desataron la desbandada. ¿Acaso alguno de los dimitentes no tendría la dignidad requerida para rebelarse a la imposición que consumó Alito en el PRI estatal?

    Fijar el análisis en los que abandonan la nave priista y quitarlo del personaje que violó la promesa de la elección con el voto de los militantes y optó por el autoritarismo cínico, representa la visión miope donde en el bosque incendiado deja de importar el árbol que resistió incólume la devastación del fuego.

    Reverso

    Después del tremendo revés,

    Que el PRI de Alito aplicó,

    El que priista aún es,

    ¿Está seguro que mañana no?

    Bienvenida la distopía

    Te llega un mensaje de Teléfonos de México que avisa “hola, tu servicio Telmex está en una zona afectada por un robo de cable. Estamos trabajando para restablecerlo. Gracias por tu comprensión” y dimensionas los alcances de la delincuencia ordinaria y la incapacidad de la fuerza policiaca para contenerla. ¿Cómo en plena vía pública, a la luz del día, los malandros se roban los cables de los tendidos telefónico y eléctrico, encuentran quién les dé a cambio unos pesos, y con las manos en la cintura afectan comunicaciones y servicios? Se queda corto Black Mirror.