El PRI elige: el verdugo o la militancia. La consulta a las bases o la imposición

OBSERVATORIO
05/12/2022 04:18
    alexsicairos@hotmail.com
    El 7 de diciembre acaba el plazo formal de la dirigencia que en la misma fecha del 2018 tomó Jesús Valdés Palazuelos y que dejó en junio de 2021 ante el desastroso resultado electoral que arrasó con el PRI y con su entonces líder. Al relevo entró Cinthia Valenzuela Langarica cuya labor de salvamento ha sido tenaz y concluye el miércoles, con la doble complejidad de tener que sufrir la agresiva catarsis desatada contra ella de parte de los que cobardemente abandonaron la nave tricolor en zozobra.

    A contrarreloj, en una guerra interna que es el festín de lobos sobre los huesos roídos de un cadáver político, esta semana deberá definirse en Sinaloa si el Partido Revolucionario Institucional queda en manos de Alejandro Moreno Cárdenas, el principal verdugo de estas siglas, o bien la consulta a las desmoralizadas y replegadas bases le abre otras oportunidades que, las que sean, no pueden llamársele futuro.

    Si se tratara de plasmar en un lienzo catastrofista la crisis local del PRI, allí aparecería “Alito” a punto de dejar caer el hacha del verdugo sobre la cabeza del partido mientras el condenado a muerte por sus inacabables ignominias suplicaría con lágrimas que lo rescaten sus aún pocos seguidores. Y alrededor, los testigos de la ejecución dirimiendo si el reo frente al cadalso merece existir o es mejor cortarle de tajo el sufrimiento a quien sin sentir lástima por sí mismo tal vez no merezca la compasión pública.

    Esto ha dejado de ser un tema doméstico, que compete a los priistas sinaloenses, al convertirse en asunto nacional e inclusive internacional. Ha ido más allá de las fronteras de la tierra de los once ríos porque son muchos los intereses que revuelven las aguas de por sí turbias para que naveguen a placer cacicazgos viejos y otros en ciernes. ¿Y todo para qué? Se trata de mantener encendida las velitas de proyectos políticos a punto de apagarse.

    El 7 de diciembre acaba el plazo formal de la dirigencia que en la misma fecha del 2018 tomó Jesús Valdés Palazuelos y que dejó en junio de 2021 ante el desastroso resultado electoral que arrasó con el PRI y con su entonces líder. Al relevo entró Cinthia Valenzuela Langarica cuya labor de salvamento ha sido tenaz y concluye el miércoles, con la doble complejidad de tener que sufrir la agresiva catarsis desatada contra ella de parte de los que cobardemente abandonaron la nave tricolor en zozobra.

    En este contexto nada edificante, el Senador Mario Zamora Gastélum quiere participar en esta” rifa del tigre” alentando que la dirigencia del PRI en Sinaloa quede a cargo de uno de los suyos, Álvaro Ruelas Echave, lo cual no fuera malo si detrás del ex candidato priista a Gobernador no estuviera la sombra dantesca de Alejandro Moreno y la escoria que éste arrastra como único embozo que le permitiría influir en la decisión que tome su partido para competir en la elección presidencial de 2024.

    En el otro frente de batalla está el ex Gobernador Jesús Aguilar Padilla liderando al segmento anti “Alito”, con igual interés de control, aunque lo legitima el hecho de blandir la bandera de dirigente de consenso a través de la decisión tomada por la militancia. Sin embargo, flota en la atmósfera del escepticismo la pregunta de quitarle el PRI de Sinaloa al dirigente nacional para ponerlo en manos de quién.

    Para el grupo priista afín al ex Alcalde de Culiacán, Aarón Irízar López, las posibilidades de que tome el timón estatal del Revolucionario Institucional se han agotado debido al único consenso entre los participantes en el diferendo: se necesita de alguien que signifique renovación, sangre nueva, unidad, ruptura de cacicazgos, sin perfiles que hagan recordar al partido aquel que hizo a los electores votar por el cambio, el que sea, tras los prolongados y procaces agravios de los gobiernos surgidos del tricolor.

    Para los que voltean hacia España tratando de identificar algún hilo que desde allá mueva el tinglado priista sinaloense, el Embajador Quirino Ordaz Coppel ha notificado a quien corresponda que se mantendrá al margen del pleito local por la renovación de dirigencia por el sano desarrollo del proceso interno y porque su función de Canciller así lo exige. ¿Qué le ha de importar al ex Mandatario estatal la gresca del PRI en Sinaloa si su responsabilidad mayor es ahora armonizar la colaboración entre México y aquel País?

    En este esquema de debilidades el PRI deberá trazar su plan de supervivencia en Sinaloa sin sucumbir en la realidad de partido marginal que se aferra a buscar salvoconductos en el Gobierno estatal mientras mira de reojo, aterrorizado, a los que intentan cortarle la única línea vital de que dispone, que es la estructura territorial y la militancia que también sobrevivió a la debacle intramuros.

    A ver qué ocurre en estos días. Parece imposible de lograr un PRI híbrido donde se mezclen sin repelerse los apetitos nacionales futuristas de Alejandro Moreno con la postura genuina de intentar desde lo estatal la operación tricolor que le lave el rostro, le amarre las manos y le cambie las intenciones al arcaico partido que a pesar de los estertores reincide en las mismas tretas de imposiciones y traiciones.

    Reverso

    Por si resulta un cenotafio,

    En Sinaloa para el PRI,

    “Alito” tiene el epitafio:

    “Yo maté al partido aquí”.

    El PAN y el betún

    Roxana Rubio Valdez, dirigente estatal del Partido Acción Nacional, anda ofreciendo al PAN como el competidor maravilloso que yendo solo a las votaciones de 2024 puede obtener importantes victorias en Sinaloa. Se equivoca porque lo que vende no es pan de Carboneras sino el mismo espejismo de siempre sin más sustento que la quimera de un panismo fuerte y reunificado. La verdad es que carente de la levadura de las alianzas el PAN estaría en riesgo de desaparecer de las lides electorales.