@fopinchetti
SinEmbargo.MX
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Más allá de los coros en defensa del INE y del voto, tema central de la convocatoria, que retumbaron en el pletórico Zócalo Rosa y en decenas de plazas en todo el País, la histórica concentración ciudadana del domingo tiene a las claras un mensaje contundente.
Me parece que no solo ratificó la determinación de cientos de miles de mexicanos de hacer sentir su voz y acompañarla con su movilización multitudinaria, manifestada ya en la marcha del 13 de noviembre anterior, sino que envió un mensaje opositor de cara a las elecciones presidenciales de 2024.
En este sentido, la exigencia de respeto a una institución construida por los mexicanos a lo largo de los últimos 30 años, garante probada de la democracia electoral, se revierte de manera natural en contra de quien desde el poder presidencial pretende socavarla, con intenciones evidentes de control y manipulación del proceso comicial, crucial, que se avecina.
Luego de la concentración en el Zócalo capitalino, Amado Avendaño, integrante del Frente Cívico Nacional, una de las organizaciones convocantes al evento, la interpretó como un claro mensaje a los partidos políticos: “Les estamos haciendo ver a los partidos que se tienen que abrir. Si quieren tener el voto del Zócalo, tienen que ser sensibles: no pueden comportarse como el señor de Palacio ni con la cerrazón de otros”.
Así lo vio también Emilio Álvarez Icaza, Senador del Grupo Plural. “Tienen (los partidos políticos) una oportunidad de recuperar el carácter de entidad de interés público: hoy los partidos tienen que estar a la altura de esta ciudadanía y eso quiere decir que entiendan el mensaje de unidad, de corregir sus excesos y errores y que recuperen la confianza, porque sí hay ciudadanía dispuesta a dar la batalla”.
Germán Martínez Cázares, a su vez, le dio una interpretación quizá más trascendente: “Yo vi una multitud en busca de un líder opositor, una multitud sedienta de un líder con vergüenza, con coraje, capaz de sacar a la mediocridad de Palacio Nacional”, dijo el también Senador independiente en una entrevista.
Coincido con la apreciación de estos tres observadores, a mi juicio calificados y respetables. Precisaría que lo que yo constaté fue algo más que una multitud, una ciudadanía ansiosa de participar. Ahí había miles de hombres y mujeres, ancianos, familias enteras, de diversos estratos sociales. No eran contingentes, ni grupos organizados. Si bien la mayoría de los asistentes pertenecían por su apariencia a las clases medias, es inexacto y doloso, ofensivo, calificar a esa concurrencia con el epíteto de “conservador”, en sentido peyorativo, manipulado por quienes lo único que buscan es recuperar sus privilegios y seguir robando. Por el contrario, yo lo que vi fue una sociedad libre, digna, actuante, dispuesta a defender sus logros democráticos, tan caros.
Harto significativo es en ese sentido el hecho de que a pesar de los intentos del propio Presidente de la República desde el púlpito de Palacio Nacional -con todos los recursos públicos de difusión a su disposición- por descalificar a la movilización y a sus promotores mediante mentiras, insultos, difamaciones y hasta amenazas, la gente se volcó en tropel. Colmó el Zócalo y desbordó el ámbito de la Plaza de la Constitución hacia las calles aledañas, hasta saturar todos sus accesos, como pude personalmente constatarlo.
Ahora toca el turno a los dirigentes y partidos políticos para escuchar esas voces ciudadanas. Me parece que a pesar de sus graves errores del pasado, los partidos son útiles y necesarios, indispensables para lograr un triunfo opositor en las próximas elecciones.
Y no tenemos otros.
Son ellos los que tienen los registros legales, los recursos, la estructura y la experiencia necesarios para una participación electoral eficaz. Lo que habría de esperar de ellos, en esta hora de emergencia nacional, es que por fin escuchen el clamor de esa ciudadanía que se expresó en las plazas públicas del país.
Comparto la apreciación de Amado Avendaño de que tienen los partidos, sus dirigentes, ser sensibles ante ese reclamo de la sociedad y abrirse. Esto implica por supuesto dejar a un lado los intereses partidistas y personales para poner a disposición de la ciudadanía la mayor cantidad posible de candidaturas, incluida y sobre todo, la presidencial.
Eso es lo que claman esos gritos ciudadanos: apertura, generosidad, patriotismo.
Y es que ese líder que necesita la sociedad movilizada, ese líder “con vergüenza, con coraje, capaz de sacar a la mediocridad de Palacio Nacional”, no está en las filas de los partidos ni de las organizaciones tradicionales. Eso está claro. Estamos a escasos meses del inicio del proceso electoral y no hay una sola figura capaz de asumir ese liderazgo. Deberá surgir, ya, de la propia ciudadanía. Por lo demás, pienso, esa es la única posibilidad de victoria. Válgame.
CONGRUENCIA. Bien, como prometió el Presidente, que se castigue ejemplarmente a los militares que ejecutaron a cinco jóvenes en Nuevo Laredo hace una semana. Mal, que ocurran hechos tan graves como ese, a pesar de que el propio Andrés Manuel ofreció que en su gobierno no habría masacres “como en el pasado”. No es la primera: hace justo un año fueron fusiladas 17 personas en la población de San José de Gracia, en Michoacán. Y según registros de la Sedena, las quejas contra la actuación del Ejército en México se han incrementado en los últimos tres años de 347 a 421, un alza del 21 por ciento.