El elefante en la UAS

    @AdrianLopezMX
    En Sinaloa tenemos un elefante en una sala desde hace años. Es morado, se llama PAS y vive dentro de la UAS. Comenzó siendo pequeño pero hoy la ocupa casi toda, tanto que apenas deja a los demás respirar. Quienes aún no han sido tragados por él, callan y sobreviven; salvo honrosas excepciones, nadie se atreve a alzar la voz desde adentro.

    En la realidad, de pronto hay hechos tan evidentes que son imposibles de obviar. Ese fenómeno suele explicarse con una metáfora recurrente: la del “elefante en la sala”.

    Un elefante es imposible de negar dentro de una sala... se supone. Pero también hay una máxima populista que dice que ante una verdad incuestionable, el único camino eficaz es negarla. Ante la evidencia no sirve el contexto o el matiz, sino la negación más absoluta.

    Negar siempre, a todas horas y cada vez que te pregunten. También sirve desviar la atención, hablar de otra cosa, atacar al emisario, hacerse la víctima; pero lo más importante es sostener la narrativa del “no” como si fuera mantra.

    Pues bien, en Sinaloa tenemos un elefante en una sala desde hace años. Es morado, se llama PAS y vive dentro de la UAS. Comenzó siendo pequeño pero hoy la ocupa casi toda, tanto que apenas deja a los demás respirar. Quienes aún no han sido tragados por él, callan y sobreviven; salvo honrosas excepciones, nadie se atreve a alzar la voz desde adentro.

    Al respecto y cada que puede, el Rector de la UAS (es un decir), Jesús Madueña, insiste en que no hay tal, que “el PAS no está en la UAS”, aunque el 63 por ciento de su nómina esté afiliada a ese partido, aunque los fundadores del PAS ganen hasta 38 por ciento más que un empleado promedio dentro de la Universidad, aunque 8 de cada 10 investigadores militen ahí y aunque el 88 por ciento de los maestros y el 58 por ciento de los directores que integran el Consejo Universitario, órgano que decide el rumbo institucional, sea pasista.

    Así lo hemos documentado desde 2010 en Noroeste. Porque las UAS es de interés público y ejerce el segundo mayor presupuesto del estado, hemos investigado y seguido lo que en un principio era un escándalo: que Héctor Melesio Cuén Ojeda, ex Rector, montara su plataforma electoral sobre la estructura de la máxima institución de educación superior de Sinaloa.

    Hoy, ese otrora escándalo se normalizó y es aceptado por la sociedad sinaloense, básicamente por dos razones: por la impunidad en la que todavía descansa; y porque “el proyecto” (así le dicen) alcanza ya para repartir prebendas, privilegios y hasta cargos públicos. El PAS se volvió mayoría dentro de la burocracia uaseña y, gracias a él, sus clanes (los Cuén, los Corrales, los Guerra, los Madueña, los Lara, entre otros) controlan el poder y administran los recursos y el escalafón de la UAS como su patrimonio familiar.

    También hay otra razón y es que el elefante no tiene principios sino intereses: ha sido aliado del PRI, del PAN y de Morena; su rentabilidad política de un dígito le alcanzó hasta ahora para extender su manto de impunidad. “La formación del cacicazgo de Melesio Cuén nosotros lo vimos nacer, observamos como universitarios durante muchos años y vimos cómo desde que fue director de Bienes e Inventarios de la Universidad empezó a hacer su fortuna, empezó a cambiar su vida, empezó a comprar empresas y hasta la fecha”, dijo la Senadora Imelda Castro recientemente. Tiene razón, y no hicieron nada. Al contrario, su partido se alió con Cuén y ahora lo enfrentan.

    El juego es perverso: en la UAS caen en el cinismo de decir que el dominio del PAS en la Universidad es un asunto de pluralidad política, y lo mismo hacen desde el Partido Sinaloense, donde “El Maestro” niega toda relación con la UAS aunque su hijo, Héctor Melesio Cuén Díaz, fuera su director de compras ahora que se documentan cientos de millones en compras irregulares desde su cargo público.

    Hoy, en la coyuntura de una nueva Ley de Educación superior que activó las alarmas de la cúpula que gobierna la UAS en la lógica de la opacidad y la discrecionalidad, y que los llevó a la batalla jurídica para resistir cualquier tipo de fiscalización y democratización, se trabaja de tiempo completo en “la defensa de la autonomía”, que no es otra cosa que la propaganda de la victimización, la distracción jurídica, la denostación de los críticos y el ataque a quienes consideran “enemigos de la universidad”.

    Los “argumentos” son el retorno al pasado de los tiempos “enfermos”, la toma hostil de la Universidad por el morenismo y la persecución política contra los Cuén y su patrimonio, también documentado desde hace años por Noroeste y por el que los investiga la Unidad de Inteligencia de la Fiscalía General del Estado por enriquecimiento inexplicable.

    Se repite eso a diario en ruedas de prensa controladas, entrevistas a modo en medios afines y publicaciones patrocinadas en seudo medios digitales de plumas que cobran en la nómina de la Universidad. Redes de difamación vinculadas directamente con el PAS y que también hemos evidenciado, lo que nos ha valido diversos ataques y que desde un medio público como Radio UAS se nos denomine ahora como “terroristas”.

    Pero el contrafactual no se sostiene: dicen que sacar al PAS de la UAS será para que se lo quede Morena, pero eso no ha sucedido. Lo que SÍ sucede ahora y está a la vista de quienes quieran ver, es que el Rector Jesús Madueña, el ex Rector Juan Eulogio Guerra y sus respectivos comités de compras, están acusados ante un juez por desempeño irregular de la función pública, y entre ellos se encuentra el hijo del ex Rector Cuén Ojeda.

    También sucede que ya son una decena de denuncias contra el grupo que gobierna la UAS por diversos delitos relacionados con el mal manejo del dinero público, lo que ha resultado en renuncias por “razones personales” y amparos contra la fiscalización.

    Y, sobre todo, sucede que ya son 526 millones en operaciones sin licitar y a sobreprecios en las compras de la UAS a diversas redes de empresas y personas físicas relacionadas, unas con la familia Cuén, y otras con funcionarios de la misma Universidad. Todos documentados por Noroeste en una decena de piezas periodísticas disponibles en nuestro portal.

    Lo mínimo que se esperaría de esas autoridades defensoras de la autonomía es que se ordenaran investigaciones para llegar al fondo de las irregularidades y deslindar responsabilidades. Más aún cuando cada año solicitan rescates financieros millonarios. Y que se instalara también una profunda transparencia, pero ni las solicitudes de información contestan.

    Eso sí, les gustan los adjetivos y vociferan cada vez que se les pregunta sobre su actuar, que es público y sobre el que tienen la obligación de responder.

    Aquí no hay adjetivos, sino facturas. Sobre ellas, su origen y su destino, las autoridades de la UAS no han respondido ni una palabra.