La izquierda de Morena se sintió triunfadora cuando Claudia Sheinbaum salió adelante en las encuestas para escoger a la Coordinadora de Defensa de la 4T. La larga trayectoria de la científica en los movimientos sociales brindaba confianza a las diferentes corrientes izquierdistas de la Cuarta Transformación de que la candidatura para 2024 quedaba en buenas manos. Había derrotado a tres contrincantes internos que no tenían un origen izquierdista como ella. Pero, cuando la ex jefa de Gobierno se inclinó por apoyar a García Harfuch como aspirante a la candidatura de Morena en la Ciudad de México, el costado izquierdo del partido y la intelectualidad chilanga de izquierda le negó abiertamente su aval para tal propósito.
Primero, a través de un desplegado de más de 800 personalidades de la ciencia, las artes, la literatura y la política, y posteriormente, con un abierto boicot a una concentración partidaria en el Estadio Azul de la Ciudad de México, las corrientes de izquierda de Morena debilitaron seriamente las posibilidades de que García Harfuch sea sostenido como aspirante a la candidatura y a la vez presionan fuertemente para que Claudia le abra paso a Clara Brugada, la sobresaliente Alcaldesa de Iztapalapa y zurda de toda la vida, y que, de paso, empujen a la doctora más a la izquierda.
Si Claudia decide retirar su respaldo al ex jefe de la policía de la capital del País, su liderazgo quedará seriamente cuestionado. Sin duda, sería una fuerte derrota interna. Pero, no tan sólo eso: la unidad de Morena se dañaría más que con la disidencia de Marcelo Ebrard. Y no sabemos hasta dónde, porque con la salida de García Harfuch también se cuestionaría la estrategia diseñada por el mismo López Obrador y seguida al pie de la letra por Claudia de atraer y proponer cuadros políticos llegados de otros partidos, incluyendo en primer lugar a los ex priistas.
Esto es así porque en gran parte del territorio nacional, lo cual en Sinaloa es muy evidente, cuadros dirigentes y bases de Morena, que se consideran “fundadores y militantes puros”, se oponen y se movilizan para tratar de impedir que políticos con otros aromas sean candidatos de Morena a puestos de elección popular.
Si cae García Harfuch los morenistas “puros” se sentirán confiados de que pueden hacer lo mismo de Tijuana a Cancún.
Leyendo el libro del periodista Arturo Cano, Claudia Sheinbaum. Presidenta, así como múltiples entrevistas que se pueden leer y escuchar en las redes y plataformas, un lector acucioso podrá darse cuenta que la virtual candidata presidencial de Morena es una persona que toma decisiones con base en un balance entre principios ideológicos y datos, sobre todo, datos numéricos. Su formación científica la empuja a darle una gran importancia a las matemáticas. Si esta lectura no es equivocada, el respaldo de ella a Harfuch tiene que ver precisamente con números y no con ideología, aunque sí con un criterio político: las encuestas dicen que Harfuch garantiza más votos, y es el que puede arrebatarles sectores de las clases medias al PRIAN.
Hasta la fecha, ella ve que todas las encuestas conocidas en la Ciudad de México le dan una amplia ventaja al nieto del General Marcelino García Barragán sobre Clara Brugada en la selección del candidato de Morena. Y es eso lo que está tomando en cuenta. La ideología, no. Pero es justamente esto lo que le pide la izquierda intelectual y política de la capital y quizá de gran parte del País: una candidata de izquierda.
Esta corriente teme, y hay elementos para creerlo así, que Harfuch de ser candidato y ganar la jefatura de la CDMX, se convertiría de manera natural en uno de los candidatos más fuertes de Morena para las elecciones presidenciales de 2030, perdiendo así la 4T su sello de izquierda. Se ganaría para perder, dice el escritor Fabrizio Mejía. En efecto, García Harfuch no tiene ningún antecedente que lo identifique con la izquierda salvo haber trabajado en el gobierno de la Sheinbaum. Sin embargo, no es una ley que el gobernante de la capital nacional sea de facto el candidato a la Presidencia por parte de Morena, pero su importancia es tan grande que lo sitúa en un lugar privilegiado.
Claudia enfrenta un dilema y un desafío, y Morena experimenta una seria crisis política a su interior. Los próximos días serán decisivos. Si Claudia resiste la presión, las encuestas se llevarán a cabo con Harfuch como su alfil y todo indica que éste las ganará. Si las corrientes duras de izquierda se imponen, el efecto de su triunfo seguramente no se quedará en la Ciudad de México.
Los números de las encuestas de la capital indican que Clara Brugada también puede ganar la elección para Jefa de Gobierno, pero no hay muchas mujeres ni muchos hombres en todo el País de su estatura, así que, si en Morena, piensan que con cualquier cuadro político local la marca de su partido lo hace ganar, tal suposición es muy riesgosa, muy aventurada. Si bien el nombre de López Obrador seguirá gravitando en la decisión de los electores, en 2024 el efecto tsunami del 23 no parece que se vaya a repetir, menos aún si resquebrajan el liderazgo de Claudia Sheinbaum.
El jueves presenté en Mazatlán un libro sobre la experiencia de vivir con un hijo y un hermano autista. Lo escribimos Sandra, mi esposa; Alessandra, mi hija; y yo. Hablamos de Francisco, un ser humano que los tres amamos sin límites. El libro lo llevaré a Culiacán el día 9 de noviembre acompañado por la doctora Eneyda Rocha como comentarista. La cita es en el Centro de las Artes Centenario (Rafael Buelna y Andrade) a las 6 de la tarde. Ahí los espero.
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