A partir del pasado lunes hay una nueva práctica de comunicación: la mañanera judicial. Es la respuesta que han encontrado jueces y magistrados para contrarrestar las afirmaciones que se hacen desde la mañanera del pueblo. Y más allá de eso, se trata de una expresión de que el conflicto entre poderes está lejos de conocer una ruta de conciliación.
En el primer ejercicio, los jueces y magistrados que participaron reiteraron que las órdenes que emite el Poder Judicial hay que acatarlas o combatirlas, es decir, recurrir a las instancias competentes para que revisen las sentencias de los jueces; lo que no se puede (no se debe) es simplemente ignorarlas. Por otra parte, negaron que un juez en Sinaloa haya negado expedir una orden de aprehensión en contra de personal de la Fiscalía de aquella entidad. Estamos ante una contramañanera.
Los jueces han decidido defenderse de las imprecisiones del Ejecutivo. Pero el espacio parece expresar también que el conflicto puede ser muy prolongado. No se trata solamente de las deliberaciones de la Corte, estamos hablando sobre todo de las inconformidades y reclamos de los trabajadores del Poder Judicial y de su alma: los jueces y magistrados que han accedido a sus cargos por méritos propios. Interrumpir la carrera judicial para saciar la sed de venganza personal es un despropósito cuyo costo aún no justipreciamos.
Sin duda no es normal que ningún país funcione con poderes en rebeldía. Cualquiera pensaría que las más altas autoridades debieran estar trabajando en cómo encontrar vías de solución. No es el caso, aquí gobernar desde el autoengaño que generó la sobrerrepresentación ha propiciado que el grupo mayoritario gobierne con la ilusión óptica de que representan a más de 70 por ciento de los electores, y así actúan.
No es, como lo sugirió el sSenador Fernandez Noroña de un “juego de la gallina”, en el los conductores de un tractor y un auto compacto van de frente y el chiste es quién aguanta más sin evadir el choque. No. Más del 40 por ciento de los que votamos no lo hicimos por el proyecto de Morena, y si nos atenemos a los que realmente votamos, es decir, sumamos la abstención, se trata de una minoría. El mandato de las urnas se diluye. No se puede adscribir la voluntad mayoritaria del pueblo.
Lo que sucede en el Poder Judicial es una muestra palpable de que la pluralidad, a pesar del atropello a la representación, existe, y es a esa pluralidad política a la que los poderes deberían atender. El “voy derecho y no me quito” nunca ha sido una buena idea para conducir un país que sigue siendo plural. Extender el conflicto del Poder Judicial, insisto, puede tener costos muy elevados.
Y algo que es difícil de entender es la velocidad con que llegó la cerrazón. La prisa por sacar adelante una reforma tan contrahecha, con tantos errores y lagunas, y tantos detractores internos y externos, no es explicable más que por la urgencia de complacer a quién tenía una sed de venganza personal contra algunos integrantes de la Corte. En esa vendetta, se están queriendo llevar a todo el Poder Judicial. Lamentable.
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Rodrigo Morales M. (@rodmoralmanz) fue consejero electoral en el Instituto Electoral del Distrito Federal y en el Instituto Federal Electoral. Actualmente es consultor internacional en materia electoral.
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Animal Político / @Pajaropolitico