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Hay barruntos apocalípticos en algunas regiones del mundo, especialmente en Europa, con la guerra entre Rusia y Ucrania. El conflicto se ha incrementado por el reiterado envío de armas de Occidente a Ucrania. Esas acciones atizan el conflicto, lejos de atenuarlo. Mientras Occidente no deje de enviar pertrechos y la OTAN mantenga sus intenciones en Ucrania, los efectos de la guerra se irán incrementado, sin descartar se desarrolle una colisión dantesca de graves dimensiones.
La terrible guerra en Ucrania y sus efectos pueden desembocar en una conflagración mundial, con graves riesgos para la humanidad. Frente a esa terrible posibilidad, la Organización de las Naciones Unidas debe asumir una participación más activa y mediar, con toda su capacidad, en la búsqueda de la solución del conflicto. Las naciones y sus pueblos deben trabajar con ahínco para desactivar los presagios que amenazan la paz del mundo. Hagamos votos porque se imponga la paz y no la guerra, lo cual reiteramos puede escalar en terribles dimensiones.
Mientras, los pueblos del mundo sufren los efectos colaterales de la guerra, tales como una inflación global y una escasez de gas y otros energéticos. Los conflictos bélicos implican un mundo en ebullición permanente, que afecta la tranquilidad de los pueblos de los cinco continentes. Las constantes problemáticas geopolíticas con frecuencia suscitan conflictos de diversa índole, desde flujos migratorios caóticos hasta el aumento de la agitación social. Las terribles desigualdades que privan en la sociedad, en disímbolos lugares del universo, no se pueden ignorar, ya que se multiplican en tiempos de guerra.
Los pueblos de todo el mundo luchan por alcanzar una vida digna y justa, que les permita ver su entorno con tranquilidad y llevar una convivencia social en fraternidad, donde se respire una paz permanente, una alegría sin sobresaltos de ninguna naturaleza. La paz es una de las demandas más sentidas en el mundo, entre los pueblos de las más diversas razas. Es una aspiración universal, muy sentida en todas las latitudes, no hay comunidad que no aspire a alcanzar un mundo donde prevalezca la paz y no la guerra, la convivencia y no la violencia debe ser la disyuntiva.
En nuestro país hay una polémica encendida en torno al tema de la transformación que impulsa el presente régimen, y que ha penetrado en la conciencia de amplios núcleos sociales. Un paso importante ha sido remarcar que la paz social solo se puede alcanzar por medio de la democracia, con la participación libre y consciente de los ciudadanos. Iniciativas como la consulta popular, así como la revocación de mandato, plasmadas ahora en las leyes y normas electorales, deben llegar a convertirse en prácticas generalizadas de nuestra cotidianidad política.
Porque lo que no tiene vuelta de hoja es que en este país la democracia llegó para quedarse y ha sentado sus reales de manera inamovible, lo cual entraña una indiscutible importancia, porque para lograrla los ciudadanos han dado luchas de larga data. Además, siempre es perfectible y el grado de desarrollo que alcance debe tasarse por el respeto a la voluntad y la amplitud de las libertades políticas y sociales del pueblo. Vemos que, desde el gobierno de la cuarta transformación, representado por el Presidente Andrés Manuel López Obrador, se impulsa, con denuedo, el establecimiento sin cortapisas de la democracia verdadera.
Lo anterior la ciudadanía lo va a comprobar en las elecciones que van a tener lugar en el presente y el siguiente año en que se elegirá al presidente de la república. Ambos procesos tendrán una gran participación ciudadana, una masiva afluencia de votos y diáfanos resultados. La calidad de dichas elecciones será de mucha importancia también para calibrar el nivel de democracia alcanzado en el ámbito nacional y cuánto hemos avanzado en su cimentación en la vida política del país.
Cantidad y un salto de calidad es lo que los ciudadanos, con su participación, impulsarán en los dos eventos electorales que se avecinan, dando un claro mensaje de que la democracia ha tomado acta de residencia en nuestro País.