El mundo transita por un laberinto incierto, producto de las desmedidas ambiciones de los países más fuertes por dominar a los más débiles, esa ambición es la que tiene a la humanidad al borde de una crisis de dantescas consecuencias si no se detiene a tiempo, lo vemos en la guerra de Rusia y Ucrania, donde se ponen a prueba las hegemonías del mundo.
Por lo pronto, en muchas partes se empiezan a sentir los estragos de la guerra, tales como el alza en los precios de los alimentos y la escasez de gas natural, carencia que se agudizará con la llegada del invierno. Estamos en el preludio de lo que podría ser una hecatombe mundial con consecuencias devastadoras para los seres humanos. Y, por lo que observamos, Occidente está por la guerra, no apuesta a la paz. Como siempre, los intereses del Imperio del Norte tratan de imponer su hegemonía en el mundo, al costo que sea, sin importarle el sufrimiento de los pueblos que luchan por lograr que impere la paz y la justicia en sus comunidades y en todos los confines de la tierra. Vemos, con estupor, como los países más poderosos de Occidente no se miden en brindar apoyo a Ucrania en su guerra contra Rusia, lejos de buscar una salida negociada pertrechan al ejército ucraniano con los más modernos instrumentos de combate, un duro mensaje de guerra, no de paz.
Lamentablemente, ese es el escenario que observamos en la guerra entre Ucrania y Rusia. No se prevé, en corto tiempo, alcanzar un alto al fuego en base a una negociación, lo que provoca en la humanidad preocupación por las consecuencias naturales que esa guerra está propiciando en el mundo. Mientras Ucrania cuente con el apoyo de la OTAN, es difícil que se logre la paz en ese conflicto bélico que involucra a dos países del Este de Europa. Puede, eventualmente, surgir una iniciativa que propicie la paz entre esas dos naciones, queremos ser optimistas y apostar a la paz y no a la guerra.
En una próxima entrega vamos a analizar a fondo este conflicto que tiene lugar en el Este de Europa, ya que incumbe a todos los pueblos buscar una solución donde prevalezca la paz, esa es la prioridad de nuestro tiempo.
Seguimos, con sumo interés, los escarceos que se vienen dando en el territorio nacional, como preludio a las elecciones que tendrán lugar en los dos años siguientes. Se empieza a notar la actividad de los partidos políticos con ese propósito. Sendas elecciones en los estados de México y Coahuila se aproximan y los partidos buscarán lograr el triunfo de sus candidatos a gobernadores en dichas entidades; y al año siguiente, en el 2024, la contienda presidencial propiciará un apasionante proceso por ganar la silla presidencial. Estamos convencidos de la trascendencia de dichos eventos, también los ciudadanos están conscientes de lo que representan los partidos y sus candidatos, los conoce muy bien, hay tan clara y despierta conciencia en la ciudadanía que no le va a dar muchas vueltas al asunto de por quiénes va a sufragar. Los ciudadanos están claros sobre lo que debe representar el candidato a la Presidencia de la República.
Desde 2018, la ciudadanía ha venido acumulando una gran experiencia, marcando tendencias claras, favorables a la regeneración democrática del País. A estas alturas millones de ciudadanos tienen ya decidido a qué candidato van a favorecer con su sufragio, no lo van a pensar dos veces, como señalamos van a utilizar muy bien su sufragio y a favorecer a los partidos que responden a sus intereses, buscado que siga la transformación del País, sin desviaciones del cambio emprendido en el actual sexenio.
Afortunadamente, tenemos una ciudadanía politizada, con mucha conciencia social. A diferencia del pasado, en la que se le manipulaba con los medios y se le obligaba a votar por un partido único (o por una bipolaridad que en el fondo era una), ahora existe un alto conocimiento de lo que representa cada uno de los partidos políticos nacionales y locales. Con base en ese conocimiento van a emitir su sufragio, sin ceder un ápice, sabiendo que la mayoría de los partidos políticos representan intereses distintos al de los trabajadores.
La marcha transformadora del País, en apoyo a los que menos tienen, implica la reestructuración completa de la economía nacional y la ampliación de las libertades democráticas, para que la cobija alcance a proteger a todos, no sólo a unos cuantos, eso es lo que se persigue.