El Cuyo es un tesoro escondido de Yucatán donde habita una comunidad de pescadores. Ahí el mar es verde esmeralda, cálido, tranquilo, fuente de trabajo y alimentación. Una de sus joyas más preciadas es la langosta y por ello, la gente se ha organizado para cuidarla no solo porque se benefician de su pesca sino también para garantizar que las generaciones que vienen puedan disfrutar de tan importante recurso.
A inicios del 2022, Oceana comenzó a colaborar con las y los habitantes de El Cuyo para tomar acciones que permitan cuidar la langosta. Después de un proceso de diálogo, comunicación y estudios científicos, se llegó a la conclusión de que la mejor forma de hacerlo era crear una Zona de Refugio Pesquero, la cual está a la espera de la autorización de la Comisión Nacional de Acuacultura y Pesca (Conapesca) para convertirse en una realidad.
En noviembre de ese mismo año compartimos con la comunidad un taller de fotografía con el objetivo de conocer al mar a través de sus ojos. La belleza de las imágenes capturadas son el reflejo de la profunda relación que tienen las y los habitantes de El Cuyo con el mar.
El grupo de asistentes al taller fue diverso: una maestra jubilada enamorada de su comunidad, una mujer con un negocio de cocina, esposa de un pescador, jóvenes adultos con emprendimientos propios y familiares, un adolescente pescador y un niño de 10 años, hijo del presidente de la Cooperativa de Pescadores de El Cuyo, que quiere ser biólogo cuando crezca.
Todos ellos viven en El Cuyo y han disfrutado del mismo mar, pero la mirada de cada uno es totalmente diferente. Lo que tienen en común es que, para ellas y ellos, el mar es un lugar que los acerca con su comunidad, ya sea en pasado, presente o en el futuro.
Para algunos es el patrimonio que dejarán a los que vienen, un orgullo y un regalo que hay que cuidar; para otros, es la herencia que reciben, en donde han trabajado sus padres, sus abuelos, los padres de sus abuelos; y a su vez es el presente, el lugar donde actualmente trabajan, y lo que les permite llevar alimento y sustento a sus hogares; y también es un lugar de recreación y contemplación, un lugar para disfrutar.
Aprender a mirar desde la perspectiva del otro es fundamental para construir puentes al diálogo, la colaboración y tomar las acciones que nos lleven a tener océanos sanos y abundantes.
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El autor es Guillermo Pérez, especialista de Comunicación de Oceana en México @OceanaMexico