A ‘El Químico’, juicio y veredicto popular. Antes que la ley, lo sentencia el Carnaval
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Siempre les llega primero la sentencia ciudadana, sabia y expedita, a malos servidores públicos, que la justicia, densa y atascada, que debieran impartir los órganos jurisprudenciales contra la comisión de delitos que dañan a la población en general. Se trata del saldado de cuentas pacífico, unánime y obligadamente lúdico, como sucedió el sábado en Mazatlán cuando la turba se sintió por fin en paz con la quema del monigote que representaba al ex Alcalde Luis Guillermo Benítez Torres, sujeto hoy a juicio de orden penal por presuntos delitos perpetrados en el desempeño de la función pública.
En esta parte, mitad comparsa y mitad realidad, el pueblo se erige en tribunal popular inapelable, adelantándose a lo que la norma jurídica pueda hacer para sancionar al infractor. No es justicia a mano alzada ni la alevosía del ojo por ojo. Se trata de desenmascarar ante los ojos de todos a aquel que con antifaz de gobernante transformador acabó siendo la antítesis de políticas públicas modernas apegadas a la transparencia, rectitud y bien común.
Podría considerarse una exageración el hecho de decir que para efectos comunitarios satisface más este modo de veredicto y castigo, que el modelo consuetudinario de judicialización de los presuntos inocentes. Acá la catarsis que fusiona escarmiento y gozo, baile y villano; allá, la parsimonia de ministerios públicos y jueces que no necesariamente deja contentos a los agraviados.
Es que sin necesidad de recurrir a patíbulos y cadalsos la gente tiene derecho a sentir sosiego interior al verse reivindicada como poder supremo. Cuando arde esa estatuilla de cartón y oropel lo que resulta menguado es el fuego intrínseco cuyo combustible principal es la impunidad. De haber existido condiciones políticas, desde hace al menos tres años el emblema del mal humor llevado a la pira hubiera sido “El Químico”.
Hubo quienes consideraron que quemar simbólicamente a Benítez Torres dentro de las festividades del Carnaval equivale a hacer leña del árbol caído. No obstante esa permanente propensión por convertir en víctima al victimario cuando lo vemos cerca de pagar por sus delitos, las llamas que personifican el coraje popular no alcanzan a incinerar todas las astillas de opacidad, autoritarismo, violencia política en razón de género, ataques a derechos humanos y libertad de expresión, enajenamiento de bienes ciudadanos y abusivos derroches en viajes y pachangas con cargo al erario.
Pero al escarmiento que aplica el populacho tendrá que seguirle el procedimiento judicial para que la sanción de la ley apague cualquier fuego que quede avivado una vez extinguido el monigote y elevado a los estrados el indiciado real, el de carne y hueso. El veredicto vecinal hizo lo propio, llorando a carcajadas las consecuencias de aquel accidente democrático que llevó a Benítez Torres a la Presidencia Municipal y ahora la acción punitiva tiene la palabra y no vaya a ser la voz temblorosa de la justicia solapadora.
Durante las horas previas a que la copia caricaturesca de Benítez marchaba hacia la hoguera, el Poder Judicial informó del inicio de las audiencias legales en el caso Benítez Torres. A partir del 1 de marzo, Su Graciosa Majestad “El Químico” se verá desnudo de poderes, proteccionismos y demagogias, así como los mazatlecos lo vieron, “bichi”, cuando él juraba portar ajuares de oro invisible.
Pareciera que de parte del análisis político no queda mucho que agregar al llegar el ex Presidente Municipal de Mazatlán al único desenlace que le esperaba. Y no habrá notas al calce ni postdatas si la Vicefiscalía Anticorrupción y el Supremo Tribunal de Justicia cumplen con sus deberes luego de que la justicia social dictaminó, a su manera y con su potestad, declarando culpables al trasgresor y copartícipes. Pero aún así cuando alguien pregunte quién intentó aniquilar a la 4T en Sinaloa, subsistirá la reflexión necesaria para responder “¡fue ‘El Químico’ señor!”
Uno jamás debería alegrarse al mirar cómo algunos seres humanos caminan cabizbajos hacia los calabozos. Menos cuando fue el voto popular, por cumplirle lealtad al Presidente Andrés Manuel López Obrador, el que llevó a la emboscada del carro (alegórico) completo que entronizó a personajes con traza de buenos líderes y que al fragor del confeti y la fantasía trasmutaron sus modos para preferir los talantes característicos de las mafias del poder.
Ya ni modo. Que siga la fiesta pues ya viene el miércoles para purificar a la masa marismeña que sin requerir de la balanza de la justicia optó por el mazo para demoler las malas trazas que el gobernante municipal dejó como huella por donde pasó, en todo lo que tocó.
No se asuste Su Excelencia,
Lo del pueblo es una caricia,
Motivada por la impaciencia,
De lo lento que es la justicia.
Por allí andan dos recompensas que nadie ha cobrado hasta la fecha: una de un millón de pesos a quien proporcione información efectiva que coadyuve a localizar a los homicidas de periodista Luis Enrique Ramírez, y otra por igual suma económica para el que colabore a ubicar al político mazatleco Jorge Rodríguez Pasos, acusado de violencia intrafamiliar reincidente. Con la habilidad que tienen los bolcheviques del Carnaval de Mazatlán para detectar a los pillos y asignarles el escarnio que les toca, ¿podrían auxiliar también a la Fiscalía General del Estado en la función de procurar justicia y, de paso, pues se echan ese dinerito en la bolsa?