Tráfico de personas

14/07/2022 04:00
    Acabar con la ‘multimillonaria industria de tráfico de personas’ como mencionaron los dos gobiernos, quizá sea un esfuerzo titánico, pero urge un combate integral, unido, frontal contra la migración y contra quienes se enriquecen de ella.

    Una escena cruel, dolorosa, ver ayer llegar a México los ocho primeros ataúdes con los restos de migrantes mexicanos muertos el 27 de junio, considerada la peor tragedia de tráfico de personas en la frontera de México y Estados Unidos.

    Ese día 53 migrantes murieron asfixiados y sofocados por el calor mientras viajaban en la caja de un tráiler que fue abandonado en San Antonio, 26 de ellos eran mexicanos.

    El tráfico de personas muestra su peor cara, en la que los seres humanos son considerados mercancías, con valor de unos cuantos dólares, y desechables. A estos traficantes no les importó dejarlos para que estos migrantes murieran.

    El martes, el Presidente de México Andrés Manuel López Obrador se reunió con su homólogo estadounidense Joe Biden, en una lista de compromisos, dar con los responsables de la multimillonaria industria de tráfico de personas en la ruta migratoria.

    Para ello habría una cooperación entre la Fiscalía General de la República en México y los Departamentos de Justicia y de Seguridad Interior de Estados Unidos.

    Los compromisos están bien, siempre serán bien recibidos, pero el punto de partida sigue sin resolverse, el crear las condiciones de vida en los países, para que sus ciudadanos no tengan que ir a buscar un sueño que se convierte en una pesadilla.

    “El sueño americano”, dicen, pero ya no es eso, es que países, desgraciadamente México incluido, ven la llegada de remesas de miles de connacionales, un elemento de desarrollo para sus comunidades, y la economía misma del país.

    O sea, los mismos gobiernos los consideran prácticamente mercancías que envían un beneficio a sus países, las remesas.

    Muchos huyen de la pobreza, otros de la violencia, otros por considerar que podrían alcanzar una calidad de vida y un nivel de educación que su país de origen no les garantiza.

    Acabar con la “multimillonaria industria de tráfico de personas” como mencionaron los dos gobiernos, quizá sea un esfuerzo titánico, pero urge un combate integral, unido, frontal contra la migración y contra quienes se enriquecen de ella.