Este martes se dio a conocer un incremento en el precio de las tarifas de peaje en las autopistas de México y sobre todo, en la que conecta Culiacán con Mazatlán.
Las autopistas son una de las vías más utilizadas porque en teoría, garantizan caminos seguros y rápidos para llegar a un destino y para lo cual hay que pagar una cuota para transitar por ellas.
Pero es en teoría, porque regularmente, los caminos se encuentran en mal estado y el deterioro avanza más rápido que los trabajos de mantenimiento que hacen las empresas concesionarias.
A nivel nacional, la Secretaría de Infraestructura, Comunicaciones y Transportes informó que habría un incremento de 7.82 por ciento en las autopistas nacionales, es decir, las que están bajo su administración.
Y justifica que el aumento está relacionado con el nivel de inflación registrado en el período fiscal previo.
Pero en el caso de la Maxipista Culiacán-Mazatlán, el incremento que se ha anunciado alcanza hasta un 40 por ciento en las dos casetas de cobro que tiene, en Costa Rica y Mármol.
Y eso ha generado una oleada de críticas, porque consideran que el estado en el que se encuentra la vialidad, con su deterioro, no lo vale.
Incluso, el mismo Gobernador Rubén Rocha Moya se manifestó en contra del aumento aplicado por considerarlo lesivo para la economía de los sinaloenses y por el estado en el que se encuentra.
Se entiende que como empresas, hay necesidad de hacer ajustes en las tarifas que cobran por los servicios que ofrecen, pero este debe ser proporcional en el nivel de calidad que están obligados a brindar.
Sin embargo, ante la necesidad de su uso por acortar distancias, a veces la calidad es la última de las consideraciones que se atienden.
Además del pronunciamiento que hace el Gobernador sobre el aumento en las tarifas, se hace necesaria la gestión para que esas vialidades se encuentren en las mejores condiciones posibles. Y demandar, además, que el cobro sea en proporción de la calidad que ofrecen. Sería lo justo.