En un periodo en México en el que algunos buscan llegar y otros ya se están despidiendo, no queda claro qué va a pasar con el tema de la violencia y la inseguridad en el País en los próximos meses.
Lo que se registra hasta ahora en México es una muestra de cómo las estrategias de seguridad implementadas no han funcionado en cuanto a lo que la gente espera que ocurra: menos violencia.
Desde la voz oficial, mantienen su discurso de que las decisiones que se han tomado desde el Gobierno de México han sido las correctas para atender las causas que originan la violencia.
Y mientras una parte de las estrategias se enfocan a atender las condiciones de pobreza y marginación de comunidades, a la que se atribuye el hecho de que más gente se haya involucrado en la delincuencia organizada, en las calles y carreteras de gran parte del País continúan presentándose hechos violentos, de diferentes maneras.
Por ejemplo, en Culiacán, es frecuente que la violencia se manifieste con el abandono de cuerpo de hombres, o mujeres, asesinados a balazos y algunos ellos con huellas de tortura.
Igual se registran otros hechos, como el de este miércoles en Mazatlán, donde en un ataque directo el conductor de un transporte turístico fue asesinado en una calle del Centro de la ciudad.
Y además de lo lamentable que resultan estos actos, se suma que se trata de hechos que terminan en la impunidad, pues rara vez las autoridades logran dar con los responsables y procesarlos por los crímenes cometidos. Y eso es una realidad en todo el País.
Otro período de Gobierno está a punto de concluir y aún no ha sido posible construir el entramado jurídico y judicial que permita contar con cuerpos de seguridad eficientes que inhiban los hechos violentos y al mismo tiempo, capaces de aclarar los delitos cometidos.
Mientras llega ese estadío anhelado por muchos, el País seguirá consumiéndose en las disputas de los grupos de la delincuencia organizada que siguen peleando el control de territorios.