La sustitución del titular en la Comisión Estatal de Búsqueda de Personas Desaparecidas crea, de manera natural, un momento de esperanza para los colectivos de familiares y amigos que buscan a sus seres queridos, desde que desaparecieron de sus vidas.
El hartazgo por las pasadas comisiones que nunca consiguieron trabajar en equipo con las buscadoras ni dar solución a uno de los problemas actuales que lacera las familias sinaloenses es tan fresco, hace que cualquier cambio supone un comenzar de cero y la posibilidad de que el nuevo comisionado consiga enderezar el barco.
Pero más allá del cambio en la titularidad de la comisión vale la pena preguntarnos por las razones por las que nunca ha funcionado la Comisión de Búsqueda, a pesar de que ha ido cobrando relevancia año con año, mientras el problema de los desaparecidos continúa a la alza.
El principal problema de la Comisión de Búsqueda es el mismo de decenas de instituciones de nuestros gobiernos, que nacen con el puro nombre, con la esperanza de que esto resuelva los problemas en automático.
Sin embargo, estos organismos generalmente carecen de los recursos económicos y el respaldo legal para realizar sus funciones, terminando en meras oficinas sin mayores alcances que lo que puedan hacer en cartulinas y rotafolios.
Urge darle los “dientes” y los “brazos” a la comisión para que realmente tenga capacidad para impactar en un problema que está devorando a miles de personas al año y cuyas consecuencias estamos lejos de comprender.
No solo hay que cambiar de responsable, hay que fortalecer al instituto en todos los sentidos para que pueda investigar, apoyar a las víctimas y protegerlas, además de contar con el respaldo jurídico para llevar sus acciones más allá de la mera intención.