Reconstruyen visualmente los ‘vuelos de la muerte’
Analy Nuño
A casi 50 años de que el Ejército mexicano pusiera en marcha uno de los métodos más oscuros para la desaparición de los disidentes políticos, por primera vez se reconstruyen con tecnología 3D los “vuelos de la muerte” para contar este fragmento de la llamada “guerra sucia” que continúa sin esclarecerse, pese a los esfuerzos de familiares y víctimas.
Con base en declaraciones de testigos, investigaciones y una imagen desclasificada del satélite espía Hexagon, la organización SITU Research de Nueva York y el Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez (Centro Prodh) desarrollaron un proyecto para reconstruir visualmente esta práctica de los militares para deshacerse de los cadáveres de presuntos guerrilleros.
El proyecto, que reconstruye en 3D la Base Aérea Militar No. 7 de Pie de la Cuesta y el “Bungalow” que servía de cárcel temporal a los detenidos, retoma la información de la investigación militar que se llevó a cabo en 2002 contra los generales Mario Arturo Acosta Chaparro y Francisco Quirós Hermosillo, a quienes se atribuye la orden de realizar los “vuelos de la muerte”.
La investigación visual Vuelos de la muerte, lanzada este lunes en el marco del Día Internacional del Derecho a la Verdad, muestra desde el traslado de las víctimas, que eran ejecutadas de un tiro en la nuca en un banco junto a la playa, hasta la disposición de sus cuerpos en los aviones antes de ser arrojados al mar, a no más de 230 kilómetros de la costa, según cálculos basados en el tipo de aeronave utilizada, un Arava 201 de fabricación israelí.
El proyecto, que puede verse en YouTube, toma como referencia el caso de Alicia de los Ríos Merino, integrante de la Liga Comunista 23 de Septiembre que fue detenida-desaparecida en 1978. Sus movimientos, rastreados a través de los registros oficiales recuperados por su familia, terminan en Pie de la Cuesta, lugar donde destinaban a los disidentes políticos.
Aunque aclara que se desconoce el número de vuelos que se realizaron y la cantidad de aviones utilizados, la investigación muestra cómo esta práctica fue llevada a cabo de manera sistemática, por lo menos de 1975 a 1981, en la base aérea, originalmente un pequeño aeropuerto comercial en las afueras de Acapulco.
La investigación, que reconstruye visualmente uno de los “programas más clandestinos” de la llamada “guerra sucia”, fue creada para recordar la deuda que el Estado mexicano tiene con las víctimas, sus familias y con la sociedad.
“El Ejército debe reconocer públicamente que esta práctica existió y distanciarse de ella, pedir disculpas a las víctimas y a la sociedad sin excusas ni justificaciones. El Estado tiene una deuda con las víctimas, con sus familias y con las generaciones que no conocen los vuelos de la muerte”, señalan en el proyecto el Centro Prodh y SITU Research.
Víctimas sin identidad
Fotografías de personas detenidas en 1971 tomadas en Pie de la Cuesta permitieron a SITU Research y el Centro Prodh geolocalizar la zona y reconstruir el “Bungalow” con base en las estructuras que se identifican al fondo de las imágenes, que también se alinean con un mapa de elevación de la Sierra Madre del Sur.
“La reconstrucción en 3D se modeló a partir de las construcciones plasmadas en las fotos junto con el perímetro de la construcción de la imagen satelital. La única imagen del ‘Bungalow´ conocida antes de esta investigación, aunque de mala calidad, parece coincidir”, se explica en el proyecto.
De acuerdo con la declaración de un policía militar de la época, los cadáveres de las víctimas eran colocados en un avión para ser trasladados a una zona denominada la “Costa de Oaxaca”, donde eran arrojados dentro de sacos cargados con piedras para garantizar su hundimiento.
“Uno por uno los detenidos eran ejecutados. Uno por uno los cuerpos eran cargados al avión”, se describe en el proyecto dirigido por Brad Samuels.
La investigación militar de 2002 permitió identificar dos aviones Arava 201 utilizados en los “vuelos de la muerte”, en particular uno con matrícula 2005, posteriormente modificada a 3005. En cada salida iban a bordo dos pilotos, un mecánico, tres policías militares y por lo menos los cuerpos de cinco víctimas. Se hacían también ajustes en la aeronave para facilitar la tarea: se retiraba la puerta lateral derecha en el momento de lanzar los cadáveres, y se ponía una lona en el piso para evitar que los rastros de sangre se filtraran al piso.
Un mecánico que participó en varios vuelos describió: “Había tres elementos de la polícia militar que iban en el avión, uno de ellos empezó a jalar los cuerpos y a acercarlos al espacio de la puerta, mientras los otros dos los tomaban, uno por las manos y otro por los pies, los balanceaban y los empezaban a tirar”.
Las bitácoras del Arava 2005 registran más de 200 vuelos entre 1975 y 1981. El testigo pudo identificar treinta en los que participó, realizados entre 1975 y 1979. De este número, 28 fueron anotados como “nocturnos” y “locales”, una doble clasificación con la que se identificaban los “vuelos de la muerte”. Una investigación de Fábrica de Periodismo señala que, por lo menos, 350 personas fueron arrojadas al mar.
El testimonio de otro policía militar afirma que se llevaba un registro de los nombres de las víctimas, información que permanece inaccesible debido a que el Ejército niega que exista.
“El proyecto también resalta que el Ejército mexicano se ha negado a reconocer esta práctica y además ha negado el acceso a sus archivos, manteniendo encuartelados documentos clave mencionados por testigos; por ejemplo, un posible registro de los nombres de las víctimas y posibles grabaciones de dos de los vuelos, evidencia que de recuperarse contribuiría a conocer la identidad y el último paradero de las víctimas de los vuelos”, señala el Centro Prodh en un comunicado.
Mientras que en el vídeo advierte: “Las víctimas de los ‘vuelos de la muerte’ no solo fueron privadas de su vida sino también de su identidad; mientras el Ejército se niega a otorgar la información de aquellas personas que fueron detenidas en Pie de la Cuesta, asesinadas y sus cuerpos dispuestos en el mar, la identidad y el paradero de estas personas puede estar en sus archivos, a la vez que los perpetradores continúan sin ser sancionados”.
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