Recicladoras de base en México luchan para obtener derechos laborales y un pago digno por su trabajo
Verónica Santamaría
En el relleno sanitario del municipio de Jiménez, en el estado de Chihuahua, trabajan 30 personas recicladoras de base dedicadas a separar y recuperar los residuos valorizables que llegan de los camiones recolectores de basura a ese sitio de disposición final de desechos orgánicos, sólidos urbanos y sanitarios.
En el lugar cada persona que llega para recuperar los residuos y después venderlos a un reciclador, cuenta con un espacio asignado para trabajar, recuperar y separar los residuos que deposita el camión.
Una de ellas es Apolonia, una mujer de aproximadamente 40 años, quien acude al relleno sanitario del municipio de Jimenez para trabajar y ser el sustento de su familia.
La jornada laboral de Apolonia comienza a partir de las 07:00 y termina a las 13:00 horas del día debido a que el único residuo valorizable, es decir, aquel material que vende a un reciclador y que por sus características puede volver a la cadena de valor, es el plástico.
“Llegan las basuras y a cada quien le toca en su puesto de trabajo. Nuestra jornada es de 7 a 1 de la tarde. Lo único que estamos sacando ahorita es plástico [PET], porque todo lo demás se nos está quedando tirado porque no hay comprador”, declara Apolonia en entrevista para Animal MX.
Una lucha por sus derechos laborales
Apolonia, junto con otros compañeros, viajó a la CDMX desde Chihuahua, para ser parte del primer Movimiento Nacional de Recicladorexs en el país, con el objetivo de ser tomados en cuenta y que su trabajo sea reconocido, valorado y garante de derechos.
Durante los días 3, 4 y 5 de octubre personas recicladoras de base, también llamadas pepenadores, se reunieron para dialogar y conformar este gran movimiento para lograr el reconocimiento de sus derechos laborales. Incluso, con talleres de género para empoderar a las mujeres sobre la importancia de su trabajo y con ello eliminar prácticas discriminatorias hacia ellas.
Apolonia comentó que por primera vez era entrevistada para hablar acerca de su trabajo dentro de un relleno sanitario. Ella cuenta que el municipio Jiménez es un pueblito chico donde las autoridades tienen en el olvido a las personas recicladoras de base, como ella.
“Es muy solo Jimenez (...) No saben que existimos. No saben nada de nosotros. Nosotros estamos a la bendición de Dios. Somos 30 personas en el relleno sanitario”, declaró Apolonia.
Cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) señalan que en el municipio de Jiménez, hasta 2020, la población era de 40 mil 859 habitantes, compuesta en un 49.4% por hombres y un 50.6% por mujeres.
Sin embargo, según las cifras, en comparación con 2010, la población en Jiménez decreció un -0.98%. El municipio de Jimenez es uno de los 67 ayuntamientos que hay en el estado.
El lonche del día
En el municipio de Gómez Palacio, Durango el trabajo de las personas recicladoras de base no es lejano a lo que sucede en Chihuahua. En esa entidad vive Claudia Patricia, quien también se dedica a recuperar residuos sólidos urbanos dentro de un relleno sanitario.
Claudia Patricia cuenta que el lugar en el que trabaja es grande y acorralado. En su interior sí cuentan con baños y sombra, pero estos se encuentran muy lejos de donde los camiones recolectores llegan “a tirar las basuras”, señala.
Al menos son 200 metros de donde están los baños y la sombra de donde realizan la separación de los residuos. “Para nosotras, como mujeres, también es difícil porque cuando nos llega una urgencia de ir al baño, caminamos 200 metros de regreso y otros 200 metros de ida”, comenta Claudia Patricia a Animal MX.
Antes de llegar al relleno sanitario de Gómez Palacios, Durango, Claudia Patricia debe levantarse a las 06:00 horas todos los días para preparar el lonche y tener algo para comer durante la jornada laboral.
“A veces sale qué comer y a veces no. Entonces, nos vamos preparados con agua y algo de lonche para comer allá”, cuenta la recicladora de base.
En cambio, en el caso de Apolonia, la situación es completamente diferente, pues ella cuenta que hay días en los que no hay comida que llevar para trabajar.
“Y no llevamos nada. De lo que encontramos allá, allá almorzamos. Comemos lo mismo que encontramos tirado. De ahí comemos y almorzamos todos nuestros compañeros”, relata Apolonia.
Durante las seis horas que forman parte de su jornada de trabajo, Apolonia y sus compañeros esperan la llegada de los camiones recolectores para captar las primeras descargas de desechos en el relleno sanitario.
A partir de ese momento, ellas ya pueden comenzar a recuperar y separar, únicamente, el plástico PET.
“Lo único que estamos sacando ahorita es plástico [PET) porque todo lo demás se nos está quedando tirado porque no hay comprador”, señala.
Con la limitante de solo poder separar y reciclar plástico PET, a las recicladoras de base se va la oportunidad de obtener más ingresos con otros residuos valorizables.
Al no haber compradores para otros residuos, no hay ventas y con ello muchos residuos que pueden separarse y reciclarse simplemente se quedan ahí, tirados y vueltos un foco de contaminación.
Según información del Atlas Nacional de Residuos Sólidos Urbanos de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), en el estado de Chihuahua se generan 3 mil 638 toneladas diarias de basura. Los desechos que más se generan son residuos alimentarios, fibra vegetal, hule, cartón, lata, plástico PET, residuos de jardinería, pañal desechable, material para la construcción, residuo fino, entre otros en menor cantidad.
Según información del estado, los 67 municipios de Chihuahua tienen un sistema de recolección de desechos el cual se realiza casa por casa. En cuanto al personal dedicado al servicio de recolección, se tiene el registro de mil 585 personas en el estado, de las cuales 72 son mujeres y mil 513 son hombres.
Sobre los sitios de disposición final de los residuos en el estado hay 2 rellenos sanitarios que sí cumplen con la Norma Oficial Mexicana NOM-083-SEMARNAT-2003, sobre la protección ambiental para la selección del sitio, diseño, construcción, operación, monitoreo, clausura de un sitio de disposición final de residuos sólidos urbanos y de manejo especial.
En contraste, el estado cuenta con 4 sitios controlados y 144 espacios no controlados. La administración de estos sitios de disposición final también varía ya que, por un lado, 142 de ellos los rige el sector público, 1 el sector privado y 7 el sector social, según datos de la Semarnat.
Apolonia cuenta que en un buen día de trabajo llegan a ganar hasta $200 pesos. Para lograrlo debe llenar, al menos, una barcina y media que es un costal enorme de color blanco que se usa para recuperar material reciclable de gran volumen.
Para lograrlo, se necesita que no solo se recupere el plástico PET, sino que existan más compradores que puedan comprar no sólo plástico PET. En el mapa de Ecolana sobre centros de acopio en el país se muestra que en el municipio Jimenez escasean los centros de acopio.
Mientras que en municipios colindantes como Delicias, Cuauhtémoc o la capital de Chihuahua existen centros de acopio de reciclaje con la capacidad de recibir diferentes materiales como cartón, lata, plástico PET, papel, periódico, revistas, entre otros.
Apolonia demanda que existan más recicladoras para que haya más movimiento y no se nos queden tirados otros residuos valorizables. Esto les permitirá tener mejores ingresos para sus hogares.
“Ahorita no sacamos ni la mitad de lo que sacabamos antes y sí nos interesa que nos tomen en cuenta, de que existimos y que haya más comprador”, apunta.
Trabajar en un sitio de disposición final, sea relleno sanitario o vertedero, no es fácil. Como mujeres deben enfrentarse a factores como desigualdad y discriminación, incluso enfrentar precariedades en tareas cotidianas básicas como contar con un espacio digno y limpio para sus necesidades.
Claudia Patricia describe cómo es un día de trabajo dentro del relleno sanitario de Gómez Palacio:
Ella se levanta a las 06:00 horas, prepara un poco de comida y de ahí hace una hora para llegar a trabajar. Para las 08:00 horas del día, las puertas del sitio de disposición final de residuos se abren y todas las personas recicladoras de base entran y comienza el día.
“Entramos todos juntos. Unos hasta van corriendo para dejarnos la basura más buena, porque es la basura que traen mejores basuras. Pero también sabemos cuál viene de los ranchos y otras que no traen nada y ya. La rodeamos entre más de diez personas. Cada quien arrima su bolsa y empieza la pepena”, describe Claudia Patricia.
Para trabajar no cuentan con herramientas o equipo que las proteja para ejercer su trabajo de forma segura y libre de peligros, como ser picadas por agujas de jeringas, desechos sanitarios o cualquier vidrio roto que haya llegado.
Pelear por la basura también es una realidad. Cuenta Claudia que por la mañanas es el mejor momento para recuperar y reciclar los residuos que separan porque hay variedad y mayor cantidad. En cambio, conforme avanza el día, comienzan a llegar más camiones y hombres y mujeres por igual “estamos ahí peleando por la basura”, señala.
Aunque ha presenciado diferentes eventos en los que el bienestar de sus compañeros se pone en riesgo, cuenta Claudia Patricia que todos los acontecimientos los atienden entre ellos.
“Las situaciones las atendemos nosotros mismos. Como compañeros nos damos la mano y aunque somos de diferentes agrupaciones de diferentes líderes, entre nosotros mismos nos auxiliamos y si alguno tiene un carro o un caballo, me la llevo al hospital”, cuenta.
Dentro de los rellenos sanitarios es generalizado que las personas no cuenten con herramientas, equipo o prendas que los protejan de tener contacto directo con los residuos. No cuentan con botiquín y solo usan lo que se encuentran en la misma basura como vendas o playeras, en caso de sufrir algún accidente.
Ante la precariedad, el hecho de que personas recicladoras de siete estados del país como Guanajuato, Oaxaca, Puebla, Durango, Chihuahua, Querétaro y Veracruz es un hecho histórico en México para que su trabajo sea reconocido como un servicio público y, así, acceder a un pago digno.
Tanto Apolonia y Claudia Patricia, como representantes de sus compañeras en los rellenos sanitarios donde trabajan, esperan de este primer Movimiento Nacional de Recicladores en México para que el día de mañana sus necesidades sean recibidas y atendidas.
“Por eso nos interesa estar aquí y que el día de mañana tengamos un apoyo de nuestras compañeras”, cuenta Apolonia.
Para las recicladoras de base, un día sin trabajar implica un día o semana perdida. Pero también se necesitan mejores condiciones laborales que atiendan, además, los accidentes a los que están expuestas. Ante esto, piden a la ciudadanía ser consciente y que sean tomadas en cuenta.
“Somos seres humanos como [ustedes]. Les pido que reciclen un poquito más, que nos valoren como lo que somos, igual que todos”, apunta.
Para ellas, ser recuperadora de base es un trabajo que las llena de orgullo, les gusta y no es sucio. Como se suele mencionar en ocasiones, en voz de las recicladoras de base, trabajar en un relleno sanitario es como su segunda casa y un lugar donde se sienten felices, pero esto no implica que tanto autoridades municipales, estatales y federales se interesen por dotarlos de derechos laborales dignos.
El Movimiento Nacional de Recicladores en México cuenta con el apoyo de la Red Latinoamericana y del Caribe de Recicladores de la Alianza Internacional de Recicladores.