Más de 160 organizaciones civiles y religiosas se unen para llevar ayuda a Acapulco y Coyuca tras huracán Otis
Javier y Alma Delia Mayo, de la comunidad evangélica de Acapulco, llenan su camioneta Ford Explorer 2014 blanca con despensas, botellas de agua y latas de leche en polvo para llevar ayuda más de 40 familias de la colonia Libertadores, en el fraccionamiento Club Campestre, que el pasado 24 y 25 de octubre perdieron sus casas y pertenencias tras el paso del huracán Otis.
Para llegar a esta comunidad cercana a la colonia Emiliano Zapata, una de las más grandes de Acapulco, Javier tendrá que sortear calles con decenas de baches inundados de agua y lodo, carros y camionetas que quedaron totalmente inservibles sobre las banquetas y montañas de tierra y basura que se acumulan colonia tras colonia, pues por este lugar no solo pasó Otis, sino también el desbordamiento de dos cauces de agua que rodean la zona.
“Yo sentía que la casa la arrancaban”, dirá una vecina cuyo hogar se encuentra ya censado por el Programa para el Bienestar de las Personas en Emergencia Social o Natural del Gobierno de México, al mostrar que en su vivienda el agua alcanzó a cubrir más de un metro de altura.
Pese a la tragedia, las familias que reciben la ayuda humanitaria lo hacen con una amplia sonrisa en sus rostros, ofreciendo de comer incluso a Javier y Alma, quienes les llevaron las despensas por parte de la organización Operación Bendición, que a su vez forma parte de un conglomerado de más de 160 organizaciones de la sociedad civil y religiosas que se han coordinado para sacar adelante al puerto.
“Gracias por el apoyo a Acapulco. Aquí queremos levantar Acapulco, a sacar el lodo y que quede bonito como antes”, dice doña Juanita, una señora de alrededor de 50 años, al recibir de manos de Alma los apoyos que han llegado de diversas partes del País.
Unidos por ellos, las organizaciones detrás de la ayuda en Acapulco
Durante días voluntarias y voluntarios de diversas organizaciones de la sociedad civil se han dado cita en el Centro Nacional de Apoyo a Contingencias Epidemiológicas y Desastres A.C, el CENACED, para empacar despensas, productos de higiene y limpieza, botellas de agua, costales de cal y un sin fin de productos de apoyo humanitario para la población de Guerrero.
Este lunes no fue la excepción. Han trabajado todo el día para mandar un camión con 180 despensas y decenas de botellas de agua de 20 litros para hacerlas llegar a la calle Aquiles Serdán 3, en Barrios Históricos, Acapulco, la bodega de una iglesia local que se ha transformado en un centro de acopio de ayuda humanitaria y que durante los próximos meses estará en funcionamiento.
Animal Político acompañó el proceso de armado, distribución y entrega de despensas y agua para constatar el proceso que, Unidos por Ellos, un modelo de coordinación multisectorial para la Gestión del Riesgo de Desastres (GRD) lleva a cabo de la mano de más de 160 organizaciones, entre ellas la Cruz Roja Mexicana, Save the Children, Operación Bendición y Reinserta, entre otras.
A las 12 de la noche Daniel, un amable conductor con más de 30 años de experiencia, arranca el camión para conducir por más de siete horas rumbo a Acapulco. Al llegar la ayuda, como si de una fiesta se tratara, voluntarios de la Operación Bendición se coordinarán para acomodar todo lo que ha llegado dentro de bodega desde donde se distribuye la ayuda.
“Desde este punto nosotros estamos trabajando con la iglesia local, hay una red de iglesias cristianas, evangélicas, católicas, en donde ellos tienen sus propias comunidades y pueden llegar a la persona que está en necesidad. Entonces es algo muy estratégico para nosotros a nivel macro, a nivel de país y a nivel de Acapulco, trabajar con estas comunidades religiosas”, dice Diego Trasverso, director de desastre internacional de la Operación Bendición, en entrevista.
Precisamente dentro de esta red de Iglesias está la comunidad evangélica de Acapulco, liderada por el pastor Benjamín Fuentes Hoyos quien, a través de Javier y Alma Delia Mayo, una pareja de 22 años de casados y 16 años en el evangelio, se dieron cita ayer para poder repartir despensas en la Libertadores.
De camino a su comunidad, Javier y Alma Delia narran que durante el paso por Otis tuvieron que refugiarse ellos y sus dos hijos de 14 y 16 años dentro de la habitación del menor, pues era el lugar en el que menos fuerte se escuchaba el golpe del aire y el agua contra los cristales.
“Por bendición de Dios al día siguiente nuestra casa apenas tenía la profundidad de un dedo de lodo, pero al salir a la calle no podíamos creer lo que estábamos viendo”, dice Javier mientras Alma señala que la escuela donde acudían sus hijos quedó totalmente destruida, por lo que al menos todo el mes de noviembre estará cerrada.
Sin embargo, pese a que para ambos los primeros días sin agua y luz fueron los peores, aseguran que ninguno de los dos esperó tiempo para empezar a intentar ayudar a su comunidad. Javier se movió para conseguir unas máquinas que pudiera ayudar a retirar el lodo de las calles y los escombros, mientras que Alma pensó la forma en conseguir ayuda para sus vecinos.
“Quiero confesarte que eso lo puso dios en el corazón de mi esposa. Yo francamente te digo a mí se me olvidó, y no porque no esté en mi mente el ayudar, sino todo lo contrario. El señor también puso mi corazón, yo creo que como que divide las tareas, porque en mi puso el corazón brother de tratar de conseguir algunas máquinas para que esto se limpiara. A lo mejor parte de lo que es alimento, despensa, eso yo lo pasé en alto, pero mira cómo es dios que lo puso en el corazón de mi señora”.
De acuerdo con Javier, cuando se enteraron de que la Iglesia de la que forman parte estaba recibiendo los apoyos humanitarios, Alma le preguntó a su pastor si había oportunidad de que gente que no forma parte de su iglesia, pero que sufrió daños, pudiera recibir la ayuda y le dijeron que sí.
“Ahora hacen falta muchas cosas. Principalmente agua para tomar, ropa. Mis vecinos sí perdieron sus cosas como lavadoras, refrigeradores, estufas, pero lo que están mandando es de mucha ayuda y yo pediría que sigan ayudando porque realmente hay mucho por ayudar, hay muchas cosas destruidas que, aunque sí se está recibiendo ayuda pero hace falta”, dice Alma.
Hasta el momento, Unidos por Ellos ha repartido más de 2 mil 600 toneladas de ayuda, 35 toneladas de productos de limpieza e higiene, 40 toneladas de cal, 210 tinacos, 5 plantas potabilizadoras, 180 mil litros de agua y 80 mil comidas calientes, entre otros apoyos que forman parte de la etapa de respuesta inmediata y asistencia humanitaria.
La última etapa será la de recuperación de medios de vida y reconstrucción, que se activará en las próximas semanas, en la que el CENACED buscará hacer alianza con diversas instancias para que cada peso donado sea duplicado por el sector privado.