|
Investigación

Las paradojas de la amapola en México, bajo análisis

Presentan el Proyecto Amapola, un trabajo periodístico y académico con el que se busca desentrañar los mitos que se han ido formando alrededor del cultivo de esta planta

México es uno de los principales países en el mundo productores de amapola y sus derivados llegan a diferentes países. Sin embargo, las zonas donde se produce, son de las más marginadas que se tienen en México.

Bajo esta premisa es que se ha impulsado el Proyecto Amapola, en el que se busca explicar bajo qué contexto se cultiva la planta y las paradojas que rodean a las comunidades.

Esta investigación y análisis es desarrollada por el centro de investigación Noria Research, el Centro de Estudios de México y Estados Unidos de la Universidad de California en San Diego, México Unido contra la Delincuencia y las publicaciones Revista Espejo y Pie de Página.

“Con este proyecto, arrojamos luz sobre territorios que viven en una situación paradójica: el aislamiento y la integración simultáneos. En efecto, las zonas de producción de amapola están mal conectadas con el país, principalmente por el pésimo estado de rutas y servicios de transporte. Sin embargo, este aislamiento no impide que las sierras sean de los territorios más importantes del tráfico y de la guerra contra las drogas, tanto a nivel nacional como internacional, se explica.

México es uno de los principales productores mundiales de amapola y este cultivo, ilícito, advierten, representa una fuente de ingresos crucial para los campesinos de varias zonas rurales del país. Sin embargo, el fenómeno de la amapola no se ha analizado de manera integral. Hasta ahora.

El proyecto explica que la amapola es una puerta de entrada hacia territorios emblemáticos de la guerra contra las drogas y las vidas de decenas de miles de familias del México rural.

“Partiendo de la definición de la amapola como ‘adormidera’, consideramos que la planta funciona como una adormidera política: permite que zonas marginadas de México sobrevivan económicamente, mientras el Estado mantiene en lo mínimo sus funciones sociales, educativas o desarrollistas”, señala.

La paradoja aparece entonces de forma evidente, dice. Son territorios marginados, pero articulados con una actividad ilegal que genera ganancias espectaculares y conecta las calles de Nueva York, Los Ángeles o Chicago con las barrancas de la Sierra Madre occidental y del sur.

En este trabajo, a partir de una escala local, añade, se tejen puentes entre las escalas locales, regionales, nacionales e internacionales del tráfico de drogas.

Para aportar nuevos conocimientos, reunimos a mujeres y hombres de la academia, expertes, periodistes y fotógrafes.

Y se trata de una iniciativa multimedia y multidisciplinaria que renueva los enfoques de análisis de la guerra contra las drogas en México y busca:

1. Producir evidencia a partir del trabajo de campo, fuentes de primera mano y el tratamiento de datos cuantitativos originales;

2. Cuestionar los mitos y las narrativas que generalmente cuentan, más que analizan, el peso político de los cultivos de amapola en México;

3. Desentrañar lo que representa concretamente la guerra contra las drogas en ciertos de sus territorios más emblemáticos de México;

4. Entender lo que nos dicen los cultivos de amapola del desarrollo económico del país, del papel del Estado respecto a algunos de sus ciudadanos más olvidados, y del estigma de la criminalización puesto sobre regiones y poblaciones enteras

“Durante 15 meses recorrimos Guerrero, Nayarit, Sinaloa y Durango, y realizamos trabajo cuantitativo para producir datos inéditos acerca del cultivo de amapola”.

“Esto nos permite responder una serie de preguntas centrales: ¿Quiénes son las y los cultivadores de amapola? ¿Cómo se vive dentro una economía ilícita? ¿Cómo se regulan estos mercados ilícitos? ¿Cómo se comporta el Estado en estas regiones? ¿Cuál es el peso económico estructural de la flor y de su industria en México? ¿Cómo se vinculan las economías lícitas e ilícitas en el país?”, plantea.

10 datos clave

1. La amapola lleva más de sesenta años de cultivación en el “Triángulo dorado”, y casi cuarenta en Guerrero. Son más de 4 generaciones de habitantes que se dedican a la producción de amapola.

2. Es una actividad productiva integrada a la sociedad. En los territorios amapoleros, entre el 70 y el 95 por ciento de la población – hombres, mujeres y niños – trabaja o gana su vida en una actividad que tiene directamente o indirectamente que ver con el cultivo.

3. Entre 2003 y 2019, la Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA) registró destrucciones de amapola en 835 de los 2,465 municipios del país. El gobierno estadounidense afirma que en 2016 el país tenía 32,000 hectáreas de producción de opio, y 44,100 en 2017.

4. En 5 municipios se reportan superficies erradicas que superan las 20,000 hectáreas en 17 años (en Sinaloa, Durango, Chihuahua y Guerrero), mientras que en otros 253 sólo se registran destrucciones inferiores a una hectárea (2003-2019).

5. Pocos municipios aparecen cada año en la base de datos de erradicación de la SEDENA. Entre 2003 y 2019, solamente 15 cumplen con esta característica mientras que 277 fueron teatros de destrucción de plantíos durante uno solo de los 17 años de estudio.

6. A partir de la magnitud de destrucciones registradas y recurrencia de las mismas, identificamos un grupo de 59 municipios y que denominaremos municipios “amapoleros” (ver mapas en el dossier).

7. La goma de opio que se extrae de la flor se transforma en heroína en México y se exporta – casi en su totalidad – a los Estados Unidos y Canadá. En estos países, la heroína mexicana representa alrededor del 90% del mercado.

8. La crisis del mercado de amapola entre 2017 y 2020 (ver informe de Noria “No más opio para las masas”, del 2019) principalmente vinculada con la introducción del fentanilo en el mercado (un opioide sintético mucho más potente y rentable) ha provocado una caída de más del 90% del precio ofrecido por kilo de goma a los campesinos.

9. A mediados del 2020, los precios repuntaron. A principios de 2021, nuestras estimaciones de precio promedio ofrecido a los campesinos por kilo de goma son:

- $16,000$ / kilo a nivel nacional (Sinaloa (17,000 pesos / kilo) y Guerrero (15,000 pesos / kilo).

- Eso sí, las variaciones son altísimas dentro de las mismas regiones: en Guerrero, primer productor nacional, los precios oscilan entre $8,000 / kilo (en la Montaña) y $21,000 / kilo (en la Sierra).

10. A nivel local, la pandemia no parece haber afectado la producción y el tráfico de drogas. Las actividades relacionadas con la amapola se llevaban a cabo sin percance particular. Eso sí, las consecuencias sociales y económicas para algunas de las zonas más marginadas de México son catastróficas y deben ser atendidas urgentemente.