INM y Guardia Nacional disuelven cuarta caravana; migrantes se dispersan por caminos
El Instituto Nacional de Migración (INM) y la Guardia Nacional lanzaron un nuevo operativo contra la caravana y lograron dispersar a los migrantes.
El despliegue tuvo lugar sobre las 5 de la mañana en Huixtla, Chiapas, a 41 kilómetros de Tapachula. Allí pasaron la noche los integrantes de la caminata.
Cuando se disponían a reemprender la marcha fueron sorprendidos por decenas de agentes que trataron de atraparlos. Hubo un número indeterminado de detenidos aunque la mayoría logró escapar.
Ahora los migrantes se mueven en pequeños grupos a través de los caminos rurales que transcurren en paralelo a la carretera.
El operativo sorprendió a los integrantes de la caravana cuando apenas acababan de despertar. Al contrario que las tres marchas previas, conformadas en su mayoría por haitianos, en esta hay mucha población centroamericana que viene con hijos pequeños.
El grupo pasó la noche en el domo multiusos de Huixtla, una pequeña cancha ubicada cerca de la carretera de la costa. Hasta allí llegaron los agentes del INM y GN desplegados para impedirles el paso.
Ante la llegada de los uniformados, el grupo se dispersó. Varios saltaron a una propiedad cercana, en la que se refugiaron. Los antimotines, formados con sus escudos, los observaban sin intervenir.
En ese momento de caos las personas más vulnerables eran las familias con niños pequeños, que no podían correr para escapar. Animal Político pudo ver cómo varias madres con sus hijos eran obligadas a entrar en los camiones del INM, conocidos como “perreras”.
Con la gente dispersa por las calles de Huixtla, los uniformados se desplegaron por el municipio tratando de cazar a rezagados. Una familia hondureña que había perdido a su hija de 8 años fue uno de sus objetivos.
Durante varios minutos trataron de introducirles en la camioneta, mientras ellos denunciaban que la pequeña se perdió mientras era perseguida por los mismos agentes. Padre, madre e hija de corta edad se protegían abrazados de los jaloneos de los oficiales migratorios mientras alegaban que no se moverían de ahí hasta no encontrar a la niña faltante.
Después de que un oficial tratase de convencerles de que ese era un “rescate humanitario”, la familia logró su objetivo: zafarse del INM. Minutos después, gracias al apoyo de las ONG, lograron encontrar a la pequeña.
“Salimos porque no podemos vivir en Tegucigalpa. Mataron a mi mamá y a mi hermano”, dijo el hombre. Pasaban algunos minutos de las 6.30 de la mañana y medio centenar de migrantes trataba de reagruparse. No tuvieron tiempo de más, porque un nuevo operativo los dispersó por los caminos rurales.
Desde entonces, el INM y la Guardia Nacional patrullan la carretera que lleva de Huixtla a Escuintla tratando de encontrar rezagados para detener.
La caravana partió el sábado de Tapachula y en ella participaban cerca de un millar de migrantes. Entre los integrantes hay personas de diversas nacionalidades (hondureños, salvadoreños, guatemaltecos, haitianos, venezolanos y cubanos) a quienes les une el cansancio por verse obligados a permanecer en el sur de México. Los marchistas siguieron adelante a pesar de que las tres caravanas anteriores fueron interceptadas por INM y GN, que golpearon a migrantes y periodistas.
El gobierno de Andrés Manuel López Obrador ha defendido estos operativos asegurando que trata de cuidar a los migrantes de los peligros de la ruta hacia EU. Sin embargo, organizaciones de Derechos Humanos denuncian que no hay alternativa para las personas que quedan atrapadas en Tapachula y que la denominada “política de contención” solo está diseñada para servir a los intereses de Washington.