INAH halla en la CdMx indicios de la resistencia cultural indígena tras Conquista

Los vestigios arqueológicos encontrados en el lugar son evidencia de que persistió una religión oculta de estos grupos indígenas mientras eran evangelizados y pese a la presencia de monjes franciscanos en las inmediaciones de la zona, explicó el arqueólogo José Antonio López Palacios, quien encabezó el hallazgo.

Ciudad de México, 4 de septiembre (SinEmbargo).- Arqueólogos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) localizaron restos de un complejo doméstico y el depósito de un taller de lítica, que serían indicios de una resistencia cultural indígena tras la conquista, en Tlatelolco, Ciudad de México.

A través de un comunicado, el INAH detalló que el hallazgo se trata de 36 entierros y más de 200 figurillas femeninas, ubicados a metros del antiguo Colegio de la Santa Cruz de Santiago, en un predio de la avenida Paseo de la Reforma, frente al Tecpan de Cuauhtémoc.

Los restos datan del periodo Posclásico Tardío (1200 – 1521 d.C.) al Colonial Temprano (1521-1650 d.C.), los cuales permanecieron varios siglos debajo las calles de la colonia Morelos, en los límites con Tepito, en una zona que ocupó el barrio de Santa Lucía Tecpocticaltitlan o Telpochcaltitlan (“lugar de paredes o casas sin techo” o “lugar donde está telpochcalli”).

El INAH explicó que tras consumarse la Conquista de los mexicas en Tlatelolco, los indígenas sobrevivientes regresaron a sus antiguos asentamientos, en donde continuaron con sus ceremonias y rituales religiosos, en una especie de resistencia cultural.

El equipo de arqueólogos, que encabezó José Antonio López Palacios, quien forma parte de la Dirección de Salvamento Arqueológico (DSA), dividió en dos áreas el hallazgo:

Al sur se encuentra un complejo doméstico con un sector ritual, de lo que se dedujo que hubo una reocupación de los espacios de 1525 a 1547. Ahí se encontró un pequeño almacén con ollas globulares y restos orgánicos que pertenecen a la época colonial.

“Al pie de una plataforma arquitectónica hecha con lajas de piedra, al exterior de una serie de muros construidos con tezontle, basalto y algunos adobes, se hallaron dos esculturas antropomorfas, de 40 y 35 centímetros de alto, aún con restos de policromía”, indicó el INAH en su comunicado.

Aunque López Palacios comentó que ha sido muy difícil interpretar las esculturas que se encontraron en el lugar, afirmó que estarían relacionadas con un momento de tránsito, cuando la nueva generación de indígenas continuó practicando sus tradiciones mientras estaban a media evangelización.

Al norte se descubrió una zona que habría sido un taller prehispánico con posible uso en la época colonial, debido a sus dimensiones y al material que se localizó en el lugar, en donde había gran cantidad de obsidiana gris veteada, dorada y verde, que principalmente se asocia a núcleos de dos tipos: prismáticos y bifaciales.

En el área se hallaron 15 mil objetos terminados, además de un total de 36 entierros de niños y adultos en todo el predio, de los cuales 30 estaban ubicados en el área sur, seis dentro de ollas globulares que fueron fabricadas por los indígenas y que se utilizaban como urnas funerarias.

Josefina Bautista Martínez, antropóloga e investigadora de la Dirección de Antropología Física (DAF), destacó que no todos los entierros fueron individuales, por lo que no fue posible determinar el número exacto de personas que fueron sepultadas.

En el predio excavado también se localizaron 112 tipos cerámicos y más de 200 figurillas femeninas. Asimismo, algunas ollas globulares vacías, otras en fragmentos, entre otros objetos.

López Palacios enfatizó que los materiales arqueológicos que encontraron en el lugar son evidencia de que persistió una religión oculta de estos grupos indígenas mientras eran evangelizados, y pese a que los monjes franciscanos se encontraban en las inmediaciones de la zona.