|
""

"El PRI calló cuando asesinaron a Colosio y para siempre estará en deuda con él, dice Agustín Basave"

"Este sábado se cumplen 25 años de una tragedia que conmocionó la vida política de México: el asesinato de Luis Donaldo Colosio. A un cuarto de siglo de distancia, uno de sus amigos más cercanos, Agustín Basave Benítez, lo recuerda como un demócrata genuino que buscaba la renovación de su partido, el PRI"
23/03/2019 13:59

Ciudad de México (SinEmbargo).– “Estoy en una situación muy complicada, en un dilema, porque como presidente del partido mi responsabilidad es ganar todo lo posible y yo hago bien si gano y mal si pierdo, pero estoy consciente de que tarde o temprano el PRI tiene que perder, tiene que haber alternancia y eso será bueno para la democracia”, narra Agustín Basave Benítez que una vez le contó Luis Donaldo Colosio Murrieta.

Este sábado se cumple un año más del asesinato de quien fuera candidato presidencial del Partido Revolucionario Institucional (PRI) y a 25 años de esa tragedia que marcó la vida política moderna del país, Basave Benítez, quien era su amigo y colaborador, lo recuerda como un hombre honesto, leal y generoso.

También lo recuerda como un “demócrata genuino” que buscaba la renovación de su partido, el PRI. Un partido que a decir de Basave no estuvo a la altura de las circunstancias tras su asesinato. “Mucha gente se quedó callada, en el partido hubo un gran silencio. No todos, hubo colosistas que se mantuvieron firmes, pero el partido se limitó a tomar la figura de Colosio y no hizo más que eso”.

Por ello, el escritor de libros como México mestizo (1992), El Nacionalismo (2006) y Mexicanidad y esquizofrenia (2010), dice a SinEmbargo que hoy en día no ve a Luis Donaldo Colosio Murrieta vinculado al PRI. “Veinticinco años después veo a la figura de mi amigo y no pienso en el PRI, no lo puedo asociar con ellos porque lo que él pensaba, decía y hacía es muy diferente a lo que acabó haciendo el PRI”.

Agustín Basave, quien también es académico y perteneció al PRI y PRD, cuenta que Colosio soñaba con un PRI democrático, independiente, crítico y moderno. Lejos de lo que hoy, a 25 años del asesinato de su candidato presidencial, es: un partido que perdió todo y quedó diezmado por falta de autocrítica y un deseo de cambio real.

Así lo expresó en el discurso del 6 de marzo de 1994 en el aniversario LXV del PRI:

“La fuerza del PRI surge de nuestra capacidad para el cambio, de nuestra capacidad para el cambio con responsabilidad. Así lo exige la Nación (…) Yo veo un México con hambre y con sed de justicia. Un México de gente agraviada, de gente agraviada por las distorsiones que imponen a la ley quienes deberían de servirla. De mujeres y hombres afligidos por abuso de las autoridades o por la arrogancia de las oficinas gubernamentales”.

Ese México y ese PRI veía Colosio (1950, Sonora), recuerda Basave. Unos días después de ese memorable discurso, el 23 de marzo, Colosio cayó herido de muerte al término de un acto de campaña realizado en la colonia popular Lomas Taurinas, en la ciudad de Tijuana.

En marzo de 2018, la periodista Dolia Estévez publicó en una columna de SinEmbargo información sobre unos documentos clasificados por el Departamento de Estado de EU, bajo la Ley para la Libertad de Información, que hablaban sobre Colosio. Señaló que los documentos retrataban a un candidato “acorralado y humillado por Salinas en la etapa previa a su muerte. Consignan que Salinas fomentó el protagonismo de Manuel Camacho, a quien nombró Comisionado para la Paz en Chiapas, a expensas de Colosio”.

De acuerdo con la columnista, en febrero de 1994, un mes antes del asesinato, la Embajada de Estados Unidos en México consignó: “Colosio primero vio cómo los rebeldes, luego el Ejército y ahora su archienemigo Camacho, están acaparando casi toda la atención pública. Esto lo obliga a hacer una doble campaña”.

Basave menciona que Luis Donaldo Colosio nunca comentó sobre su relación con el ex Presidente Carlos Salinas de Gortari (1988-1994), pero recuerda que hubo un momento “muy tenso” a raíz de su destape como candidato presidencial. “Sé que hubo un momento muy tenso, lo vivimos todos los que estábamos ahí alrededor de él, ese momento fue a partir del destape (como candidato) y en enero (de 1994) cuando surge el EZLN y se nombra a (Manuel) Camacho como negociador de la paz”.

Hasta ahora solo hay una persona detenida por el asesinato de Colosio: Mario Aburto Martínez (Hidalgo, 1971), a quien en 24 de marzo de 1994 la entonces Procuraduría General de la República (hoy Fiscalía General de la República) presentó como el actor material de la ejecución y por el que purga una condena de 45 años.

El viernes, durante la conferencia matutina del Presidente Andrés Manuel López Obrador, un periodista le entregó una carta de los padres de Aburto, quienes radican en Estados Unidos. Ellos le pidieron reabrir el caso Colosio, pues “confían en la transparencia del nuevo gobierno”.

López Obrador consideró el asesinato de Colosio como un “crimen de Estado” y pidió que se siga investigando. También reveló que dos días antes del asesinado del ex candidato del PRI cenó con él en una casa de una amiga en común.

Agustín Basave cree que a 25 años de la tragedia será difícil saber la vedad de los hechos. Calificó la investigación que se hizo en su momento y a lo largo de estos años como “viciada de origen, se manoseó hasta la escena del crimen y hubo muchos asesinatos vinculados a la investigación: del 23 de marzo en adelante murieron varias personas que estuvieron involucradas con las indagaciones”.

Esta semana Alfonso Durazo Montaño, quien fue secretario particular de Colosio Murrieta, declaró que nunca ha aceptado la tesis del asesino solitario.

“Me parece demasiado simplista que en un momento de alta confrontación política y sobre todo en el contexto de la madre de todas las batallas por el poder, que es el poder presidencial, el asesinato de Luis Donaldo tuviera explicación en la mano de un asesino solitario, francamente nunca he aceptado esa tesis”, declaró a medios el actual Secretario de Seguridad y Protección Ciudadana del Gobierno de México.

Basave Benítez coincide con Durazo, “pero de ahí a decir que nosotros sabemos quién fue el asesino de Colosio es mentira”.

Luis Donaldo Colosio y Agustín Basave se conocieron en diciembre de 1988 cuando Colosio era el presidente del PRI. Norteños los dos, hubo química y se hicieron amigos. “Empezamos a platicar con una gran franqueza y sinceridad, él andaba de buenas y me cayó muy bien y creo yo le caí igual, por eso hablo yo de la química norteña: porque él era de Sonora y yo de Nuevo León”.

A partir de ahí, cuenta, empezaron a entablar una relación más allá de lo profesional. “Luis Donaldo Colosio te decía las cosas de frente, tú sabías dónde estabas parado con él y eso lo extraño mucho, me sobran dedos de una mano para contar a esas personas”.

La amistad entre las familias Colosio y Basave perduró tras la muerte de Luis Donaldo. Los hijos de ambos, Luis Donaldo Colosio Riojas (1985) y Agustín Basave Alanís (1983) compitieron juntos en la contienda electoral pasada para una diputación en Nuevo León, abanderados por Movimiento Ciudadano.

Este sábado, en el 25 aniversario del asesinato Luis Donaldo Colosio, las dudas sobre su muerte y sospechas siguen abiertas, incluso para las nuevas generaciones, que ahora pueden traer a la memoria aquel suceso gracias a la plataforma de Netflix, que el viernes estrenó la serie Colosio: historia de un crimen.

–Este sábado se cumple un año más del asesinato de Colosio y a 25 años de esa tragedia el discurso que pronunció el 6 de marzo de 1994 sigue vigente en la memoria colectiva. En ese discurso, Colosio reconocía que el PRI tenía que transformarse para cumplirle a los mexicanos. Siendo uno de sus amigos más cercanos, ¿cuál cree que sea el PRI que veía Colosio?

–Sí, hablamos muchas veces de eso (renovación del PRI). Yo estaba en la Secretaría de Divulgación Ideológica del partido y era mi trabajo hablar de la renovación, de la Cuarta Etapa como se le llamaba entonces y que, por cierto, son de esas cosas que siguen todavía diciendo en ese partido. Él quería hacer una renovación profunda, una democratización interna, un cambio desde las propias bases del partido. Era un demócrata genuino, era su mayor virtud, además de ser un buen hombre en el ámbito personal. Hablamos de eso (renovación del PRI) en términos profesionales, es decir, de la relación de un jefe con su colaborador, pero también hablamos una ocasión, y lo relato en el libro que se publicó en el vigésimo aniversario de la muerte de Colosio, en donde un grupo de amigos y personas que lo conocíamos escribimos textos testimoniales.

En ese texto expresó que en una ocasión terminando de jugar squash en el club de Altavista y Colosio me dijo: “Estoy en una situación muy complicada, en un dilema, porque como presidente del partido mi responsabilidad es ganar todo lo posible y yo hago bien si gano y mal si pierdo, pero estoy consciente de que tarde o temprano el PRI tiene que perder, tiene que haber alternancia y eso será bueno para la democracia”. Este diálogo ocurrió hace muchos años, en esas épocas de 1991, así lo relato en el libro. Me dejó marcada esa frase porque además Donaldo era un hombre callado, casi hermético y no era fácil que contara cosas más allá de lo político y trabajo. A mí eso que me dijo sí me marcó porque él no acostumbraba a hablar de esas cosas con tanta transparencia, no porque no fuera franco, sino porque era reservado. Esa es la única reflexión estremecedora, por lo menos para mí, que tuve con él. Ahora todo mundo dice que Luis Donaldo les contó varias cosas y les confesó quién sabe qué, yo francamente lo tomo con mucho escepticismo porque él no era así. Luis Donaldo quería un cambio desde adentro en el sistema político mexicano, como varios de los que trabajamos con él y sí creía en el imperativo de que México fuera democrático.

–Muchos hablan que que ese discurso del 6 de marzo tiene algunas similitudes con el discurso del actual Presidente en el sentido del México que perciben, por ejemplo, hablan de una transformación, de democracia, de pobreza, de una economía que esté al servicio de los mexicanos más allá de las metas técnicas. ¿Qué opina acerca de estas comparaciones?

–Hay puntos en común, por supuesto. Donaldo Colosio hablaba de la reforma del poder y la necesidad de cambiar las cosas en México. Quizás la frase por la que más se le recuerda es esa de “yo veo un México con hambre y sed de justicia”, de ese discurso de marzo de 1994. Sí hay similitudes, yo creo que cualquier persona que quiere cambiar el país y está inconforme con la situación que vive México; que quiere modificar lo político, económico y social, dice algo parecido. Todas las personas que tienen un discurso de refundación o renacimiento, como le llama el Presidente López Obrador, tienen similitudes.

Tampoco haría un paralelismo excesivo, tampoco diría que son los discursos iguales, de que plantean lo mismo. Te la voy a poner en un juego de palabras: en términos de política económica, Andrés Manuel está a la izquierda de Colosio; en términos de democracia, Colosio está a la izquierda de Andrés Manuel. Colosio era más demócrata y quizás menos antineoliberal.

–Para la vasta mayoría de mexicanos la muerte de quien muy probablemente hubiera sido Presidente de México, sigue siendo un enigma. Para unos, los sospechosos son Carlos Salinas o el PRI. Si bien no existen pruebas de esto, documentos desclasificados por el Departamento de Estado de EU retratan a un candidato acorralado y humillado por Salinas en la etapa previa a su muerte. ¿Cómo era la relación Salinas-Colosio?, ¿le llegó a comentar sobre sus diferencias con el ex Presidente o sus dificultades en la campaña?

–No, nunca me comentó nada, ni siquiera de su relación con el ex Presidente Salinas, ya no digamos de las diferencias que pudo haber tenido. Eso no me lo compartió y no creo que se lo hay dicho a alguien más, si acaso a Diana Laura (esposa de Colosio), no era dado a eso. Sé que hubo un momento muy tenso, lo vivimos todos los que estábamos ahí alrededor de él, ese momento fue a partir del destape (como candidato) y en enero (de 1994) cuando surge el EZLN y se nombra a (Manuel) Camacho como negociador de la paz. La verdad soy de los colosistas que no creyeron que Salinas haya sido el actor intelectual del asesinato, no porque lo crea incapaz, sino porque no tenía sentido, fue el principal perjudicado después de la muerte de Colosio. Lo cierto es que hubo un ambiente muy enrarecido, 1994 fue un año duro para México, con muchos acontecimientos negativos y nefastos para el país. Yo creo que el asesinato de Colosio fue un punto de quiebre, una especie de parteaguas, de hito en el sentido negativo de la palabra, en términos de la violencia e inseguridad.

Ahí se rompió una regla no escrita que se había forjado desde el asesinato de Álvaro Obregón, que era: la violencia no es un instrumento para hacer violencia en México, se valen las grillas, las infamias, muchas cosas, pero no la violencia física. Mataron a quien iba a ser Presidente de México porque iba arriba en las encuestas con toda claridad. Lo mataron impunemente porque no hubo consecuencias. A mí nadie me quita de la cabeza que con su asesinato empezó una espiral de violencia que nos ha llevado hasta ahorita. Fue un magnicidio y que quien lo hizo se salió con la suya. Ese es un momento donde se empieza a descomponer México en términos de seguridad y de violencia. Yo creo que ahí empezamos a caer.

–Esta semana Alfonso Durazo, quien fue secretario particular de Colosio y amigo, declaró que no cree en la tesis del asesino solitario de Colosio. Dijo: “Durante la campaña fue normal hablar de que la vida del candidato presidencial corría peligro”. ¿Como amigo de Colosio llegaron a hablar de estos temas?, ¿usted llegó a aconsejarle que cuidara su seguridad o él le mencionaba sobre alguna preocupación por su vida?

–No, yo hablé poco con él después de su destape, era su consejero en la campaña y hable dos o tres veces con él entre el momento de su destape para la Presidencia y el 23 de marzo. Sin embargo, coincido con lo que dijo Alfonso Durazo, pero de ahí a decir que nosotros sabemos quién fue el asesino de Colosio es mentira.

–A 25 años de esa tragedia que marcó la vida política de México, ¿considera que el Estado está obligado a aclarar el asesinato de Colosio?

–¡Ojalá que se pudiera aclarar! Yo, sin embargo, soy escéptico al respecto porque creo que fue una investigación viciada de origen, se manoseó hasta la escena del crimen y hubo muchos asesinatos vinculados a la investigación: del 23 de marzo en adelante murieron varias personas que estuvieron involucradas con las indagaciones. Me parece que ese fue el crimen perfecto porque se cometió y el autor se salió con la suya, y a 25 años del asesinato yo no abrigo esperanzas de que esto se pudiera reabrir y llevar a la verdad. Ahora, si lo hace este Gobierno y nos arroja nuevas luces de lo que pasó, pues ¡en hora buena!, seré el primero en aplaudirlo… pero sí, soy escéptico.

–Con la muerte de Colosio y ya con Zedillo en la Presidencia, el PRI perdió legitimidad y poder, pues Zedillo fue el último Presidente del PRI y luego entregó el poder por dos sexenios al PAN. ¿Se ha preguntado qué hubiera pasado si Colosio hubiera sido Presidente?, ¿el PRI hubiera mantenido el poder otros sexenios más?

–Yo no creo que si Donaldo no hubiera sido asesinado, el PRI hubiera ganado en el año 2000, pues creo que ya había una inercia, un deseo de cambio de los mexicanos que ya estaba bastante maduro. Si creo que la transición democrática de México hubiera sido más tersa y no se hubiera truncado como se truncó con Zedillo y luego con Fox. Colosio habría sido como Presidente de México una persona muy interesada y habría hecho lo necesario para que el PRI se renovara y se convirtiera en un verdadero partido democrático y no en un apéndice del Gobierno.

Colosio era un hombre que tenía interlocución con todos los actores de la oposición, era amigo de muchas personas de la izquierda, como Alejandro Encinas. Él tenía un respeto a los opositores, a los que pensaban distinto, creía en la construcción de puentes de entendimiento, y por supuesto creo que hubiera sido un mejor Presidente que Ernesto Zedillo, de eso no tengo la menor duda. Colosio era un hombre bien intencionado, con una gran nobleza de espíritu y Zedillo fue un hombre rencoroso que se dedicó a hacer venganzas, eso sí, con una gran suerte porque se sacó la lotería con la candidatura, al final de su sexenio suben los precios del petróleo y entrega buenas cuentas económicas, en fin. Colosio hubiera sido mejor Presidente, habría aceitado la transición, habría sido un catalizador en ese sentido.

–Hablando acerca del PRI, ¿usted ve alguna diferencia entre el PRI de 1994 y el de ahora?

–Sí, muchas. Yo creo que el PRI de ahora es mucho peor que el de aquél entonces, se ha ido descomponiendo así como México se descompuso. En ese entonces tenía muchos vicios y lo criticábamos mucho, yo era autocrítico, ahí están mis artículos. Ese PRI tenía corrientes, disidencia interna, pero dime ahora ¿en dónde está la disidencia del PRI?, ¿en dónde estuvo en el sexenio de Peña Nieto?, ¿dónde hubo alguna corriente que pidiera que se combatiera la corrupción?, que fue rampante en el sexenio pasado. Antes de salirme del PRI formé tres corrientes y había en su momento ese debate interno que después se perdió, y el PRI se volvió más vertical, es decir, más sumiso a la voluntad del Presidente, que ese es el pecado original del PRI. Faltó autocrítica, un deseo de cambio real y pues así acabaron: perdiendo y quedando diezmados.

–¿Con qué PRI soñaba Colosio?

–Con ese PRI democrático, independiente, crítico, moderno, con la rendición de cuentas, que en aquella época no se usaba ese término. En estos años, de 1994 para acá, pues cuál rendición de cuentas, saquearon al país.

–¿Cree que el PRI tenga una deuda con Colosio a 25 años de su asesinato?

–Sí, claro. Primero porque lo postuló como candidato presidencial y una vez que se viene la tragedia yo no creo que el partido haya estado a la altura de las circunstancias. Yo mismo hablé mucho en su momento, hablé hasta de más cuando era Diputado federal, en el sentido de que declararan todos, mientras que mucha gente se quedó callada, en el partido hubo un gran silencio. No todos, hubo colosistas que se mantuvieron firmes, pero el partido se limitó a tomar la figura de Colosio y no hizo más que eso. Yo hoy por hoy no veo a Luis Donaldo Colosio Murrieta vinculado al PRI, para mí ya son cosas diferentes. Veinticinco años después veo a la figura de mi amigo y no pienso en el PRI, no lo puedo asociar con ellos porque lo que él pensaba, decía y hacía es muy diferente a lo que acabó haciendo el PRI.

– Hábleme un poco más acerca de cómo conoció a Colosio, muchas dicen que desde que se conocieron hubo química entre ambos.

–Yo llegué a conocerlo en diciembre de 1988, venía regresando de Oxford de un doctorado y entré a su oficina la primera vez, él me llevaba ocho años, él nació en 1950 y yo en 1958. Hay un canon norteño que dice que el tuteo depende de la coincidencia de edades y ese hablar no depende de clases sociales o jerarquía, es de edad. En ese entonces Colosio era el presidente del PRI y yo era un muchacho que venía regresando de Europa, pero yo lo vi más o menos de mi vuelo y le hablé de “tú”. Nos presentamos y eso le sorprendió, se sonrió porque le llamó la atención y me preguntó: “¿de dónde eres?”. Le contesté que de Nuevo León y me dijo: “Con razón”. Empezamos a platicar con una gran franqueza y sinceridad, él andaba de buenas y me cayó muy bien y creo yo le caí igual, por eso hablo yo de la química norteña: porque él era de Sonora y yo de Nuevo León. A partir de ahí nos empezamos a vincular más allá de lo profesional, un día me dijo: “Oye, me invitaron a una reunión de ex Tecs”, porque éramos los dos egresados del Tec de Monterrey, y me invitó para que lo acompañara y de ahí nos fuimos a echar unos tacos. Esa era otra cosa que él tenía, literal comía tacos, fuimos al Tizoncito y ahí estuvimos parado comiendo unos tacos al pastor. Así era él, muy sencillo y afable.

Forjamos una amistad de ida y vuelta, que eso era muy típico de él, era amigo de sus amigos, te ayudaba cuando tenía necesidad, metía el hombro por ti, era muy leal. Luego yo me fui a nuevo León a crear una fundación, él ya se había ido para ser Secretario de Desarrollo Social, nos vimos poco después de eso, él me hablaba de vez en cuando para felicitarme si había visto alguna intervención mía en tribuna. Yo le escribía cartas porque para mí era más fácil hacerlo. Se acercó la fecha de la nominación del candidato y me acuerdo que me mandó a mi casa un paquete que decía Luis Donaldo Colosio y era una camiseta de la Sedesol, eso quería decir: estás en mi equipo, ponte la camiseta, esos eran sus mensajes, muy simbólicos.

–¿Qué es lo que más recuerda de Colosio?

–Lo recuerdo con añoranza porque no es fácil conocer políticos de esa calidad humana, la mayoría de ellos son políticos que se grillan a sí mismos, son personas que cuando hablan contigo tú tienes que leer entre líneas, pero Luis Donaldo Colosio no era así, él te decía las cosas de frente, no hablaba mucho, pero lo que decía era concreto, es decir, tú sabías dónde estabas parado con él, si estaba enojado contigo, él te lo decía, igual si estaba contento. Eso yo lo extraño mucho, me sobran dedos de una mano para contar a esas personas.