"Se forman en océanos cinco ‘islas de plástico’"
MAZATLÁN._ Con la presencia de personas en la playa, la basura también se vuelve parte del paisaje y a veces se rebosa entre la arena y algunas rocas de la zona costera de Mazatlán.
La basura en los mares es un problema que afecta la vida en el planeta y es tan grave como el narcotráfico, la violencia o el calentamiento global, pero hasta ahora no se le ha prestado la debida atención. De acuerdo con el Doctor Martín Soto, investigador del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología de la UNAM, con sede en Mazatlán, la basura que producen los seres humanos y que luego arrojan al mar ya forma al menos cinco grandes “islas de plástico” ubicadas en distintas zonas del Pacífico, el Atlántico y el Índico.
Las islas de plástico, explica Martín Soto, son acumulaciones masivas de piezas de plástico en proceso de degradación que quedan atrapadas por las corrientes oceánicas, generando zonas de acumulación. Estas zonas de acumulación de plástico ocupan una extensión tan grande como Coahuila o Chihuahua, y en ellas el plástico se va reduciendo a partículas cada vez más pequeñas, conocidas como micropartículas y nanopartículas. El crecimiento desmedido de la población y de la industria en ciertas regiones de Asia está relacionado con la creación de las islas de plástico, pero todos los habitantes de la Tierra son responsables de su formación.
En medios de comunicación y redes sociales se ha querido ilustrar este problema con imágenes de mares llenos de bolsas, botellas, redes de pesca, popotes, muñecas y todo tipo de enseres que los seres humanos arrojan a la basura y luego van a dar al mar.
En efecto, estas cosas flotan en el agua de los océanos, pero lo más preocupante es que con la acción del mar y la luz del sol, los plásticos se reducen a partículas minúsculas que luego son ingeridas por aves, peces y mamíferos marinos, mismos que al tener sus estómagos llenos de plástico mueren de desnutrición e inanición.
La invención de los plásticos fue un gran avance para la industria en el siglo XX. Gracias a la ciencia y a la ingeniería se pudo disfrutar de materiales cada vez más resistentes, durables y sobre todo baratos, que luego las personas integraron a su vida diaria.
Hoy muchos de estos plásticos son de uso efímero, es decir, “sirven” por un rato y luego se desechan.
Soto explica que las personas piensan que cuando un plástico sale de la vista de una persona, desaparece, pero no es así. Es muy probable que la muñeca o cochecito con el que se jugó en la infancia, o el popote que se usó para beber en 1994 ó en1982, sigan en la tierra como “basura” durante cientos de años.
Todo el plástico que se desecha constituye la huella de plástico personal, y si esto se multiplica por cada habitante del planeta, la dimensión del problema es colosal
La basura en Mazatlán
La basura que sale de los hogares todas las semanas es una parte del serio problema de la contaminación de los mares. Casi nadie se preocupa por ello, pero de acuerdo con estudios hechos por científicos expertos en el tema de la contaminación marina, como Soto, Mazatlán tiene una de las formas más rudimentarias, ineficientes y contaminantes de procesamiento de basura que existen en la actualidad: el depósito a cielo abierto.
En un depósito a cielo abierto la basura se mezcla indiscriminadamente; los plásticos tardan más en degradarse, dado que no están en contacto directo con la luz ultravioleta y tampoco son afectados por las bacterias, sino que van quedando atrapados entre capas de basura y sustancias llamadas lixiviados ácidos, producto de la descomposición de la materia orgánica. A veces, estos lixiviados ácidos disuelven partes de plástico o se mezclan con metales como el cadmio o el níquel, formando un peligroso coctel con el agua de lluvia. La mezcla sigue su curso hasta el subsuelo y va a parar al mar, o bien a algún acuífero del cual saldrá el agua que beberán o utilizarán para bañarse los mazatlecos.
A veces se piensa que quemando grandes cantidades de basura se soluciona el problema, dado que el plástico desaparece a la vista, pero en realidad sólo se traslada el problema de la tierra al aire, a donde van a parar los compuestos volátiles que componen el plástico y que, como él, tampoco se degradan fácilmente.
¿Qué se puede hacer?
Recientemente una compañía cervecera ha lanzado una campaña con el actor Diego Luna, quien aparece en escena preocupado por el problema de la basura plástica que contamina los mares y ayuda a depositar platos, vasos, botellas y demás desechos plásticos en bolsas para dejar la arena limpia.
Las campañas de limpieza de playas son loables y deben hacerse, pero como explica Martín Soto, incluso si cientos de personas participan de estas campañas, hay que considerar las enormes dimensiones de los litorales de México y del mundo, los cuerpos de agua interiores; marismas, ríos, lagos, cañadas y de las propias islas de plástico que se extienden en el océano.
La solución a este problema está en otro lado, en el consumo que cada uno realiza y el destino que le da a lo que a veces muy injustamente se llama “basura”. Como ciudadanos debemos exigir a las autoridades que se ocupen del tema ambiental, pero también cada uno debe contribuir. Antes de dejar la bolsa en la calle y desentenderse para siempre de algo que estará en el planeta mucho más tiempo, se debe reflexionar. ¿Realmente se necesita esa bolsa de supermercado? ¿Ese envoltorio para regalo que durará un instante? Si se piensa un poco, se verá que hay formas más sustentables de consumir, y que de esas decisiones que se tomen depende no sólo el futuro propio, sino el de toda la humanidad.