"'Piensas en ese niño como tu hijo': Lucía Lam"
Con un corazón generoso y unas manos cargadas de amor, la doctora Lucía Lam Cobián se entrega de cuerpo y alma para salvar la vida de los más pequeños, los más indefensos, los que salen del vientre de su madre antes de tiempo.
Ella, quien forma parte de los cinco médicos neonatólogos de Mazatlán, lo da todo por salvarle la vida a bebés de entre seis y ocho meses de gestación, quienes vienen al mundo fuera de tiempo.
Apoyada en su profesión, misma que inició al graduarse como médico general, perfeccionó al especializarse en Pediatría y Neonatología, y reafirmó con un curso de alta especialidad en Terapia Intensiva Neonatal, hoy día es la encargada del área de Neonatos del Hospital General deMazatlán.
“Empecé como médico general, yo soy de Colima, pero ya tengo unos años en Mazatlán, así que también soy mazatleca, ya tengo tres hijos de sangre mazatlecos y muchos más hijos que se los debo a mi profesión, niños que no tenían quizá muchas posibilidades de vida, pero que lo lograron, que se aferraron a vivir, y hoy son grandes, tiene 5, 6, 8, 10 años o más”, explica
Como doctora sabe que para salvar una vida se necesita dedicar no sólo su tiempo, también parte de su vida.
Por ello, de 2011 a la fecha, año en el que ingresó a trabajar al Sector Salud como neonatóloga por contrato, estatus que aún conserva, pues no ha logrado obtener una plaza, ha dedicado más de la mitad de su tiempo a salvar vidas ajenas.
Me duele cuando se mueren
Y así, en medio de grandes sacrificios, pues aun fuera de su horario de trabajo está al pendiente de “sus niños” de Terapia Intensiva Neonatal del Hospital General, todos los días se enfrenta a la muerte que rodea a los pequeños.
“Un niño prematuro puede estar bien ahorita, pero a los cinco minutos se agrava su situación y en ocasiones haces cosas más allá de lo humano para salvarlo, y no es posible, eso te frustra, te duele, porque no es que uno sea un ángel, pero cuando decides salvar a un niño, piensas en ese niño como tu hijo y haces todo para que logre salir adelante, y aunque pequeño, con bajo peso, delicado en todos los sentidos, quieres que se vaya con su mamá a casa”, dijo.
Lucía Lam reconoció que para ser médico, más que vocación, se necesita tener un inmenso amor al prójimo.
“No sólo se es médico porque se quiso, no, toda persona que decide seguir esta profesión sabe que es complicada, dura, pero muy gratificante espiritualmente”, afirma.
Sus niños
de neonatos
Sacrificando incluso el tiempo con sus tres hijos, su pareja y de ella misma, Lucía se entrega por la causa de salvar vidas.
Y es tanto su amor que recuerda perfectamente a casi todos “sus niños de neonatos”.
“Tengo nombres, recuerdo sus caritas, muchos de ellos han venido a verme ahora que están grandes, en el Día del Neonato, el 17 de noviembre, los invitamos y nos vemos”, comenta.
La doctora Lam, como la conocen en el nosocomio, dice que no lograría salvar tantas vidas sin el equipo humano del Hospital General.
“Es gente comprometida con la vida, con su trabajo y con su profesión, es admirable el amor que le entregan a los niños, porque son niños que requieren una atención especial, son muy pequeños, sin este equipo no se podrían lograr tantas cosas, salvar tantas vidas”.
“La sonrisa, las lágrimas de una madre al salir del hospital con su hijo en brazos, ¡ufff!, no tiene precio, se van a casa después de semanas, días, inclusos meses”, comparte.
De primer nivel
El área de Neonatos del Hospital General tiene capacidad para 15 pacientes recién nacidos, cuyo peso es menor a mil gramos.
La unidad de cuidados intensivos neonatales o de bebés prematuros es considerada de primer nivel, ya que permitirá salvar la vida de los pequeños otorgando el soporte vital que requieren al nacer antes de tiempo.
En esta unidad médica reciben atención el 60 por ciento de los pacientes prematuros que nace en el hospital, menores de 37 semanas.
Día del Médico
En 1937, durante la Convención de Sindicatos Médicos Confederados de la República, se estableció que el 23 de octubre se celebraría el Día del Médico, en homenaje al doctor Valentín Gómez Farías, quien en 1833 inauguró el Establecimiento de Ciencias Médicas en la Ciudad de México.