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Cultural

La lotería, tradición mexicana que invade el Tianguis de la ‘Pancho Villa’, en Mazatlán

Los vecinos y curiosos que acuden, apuestan $5 por cada una de las 100 cartas donde se ponen en juego hasta $600 pesos

MAZATLÁN._ “¡Callados todos!” “¡Se va!”, De repente la plática se apaga y se hace el silencio, llega “El Barril”, luego “El Gallo” y todos atentos a las cartas, así son los juegos de lotería en el Tianguis de la colonia Francisco Villa, donde decenas de personas se reúnen a pelear cada partida por el premio acumulado.

Una persona se encarga de barajar, otra la echa y ‘el gritón’ hace la magia en partidas rápidas donde mantiene a todos en el estrés cuando no les llegan las barajas o cuando se quedan a una carta de ganar.

El juego se extiende desde las 18:00 hasta las 21:00 horas; hay 100 cartas disponibles, cada una paga cinco pesos y se juega las ‘cuatro esquinas’ y ‘la buena’.

Doña Ubaldina, quien es asistente fiel a los juegos de lotería en el tianguis desde que se abrió, iba en su tercera jugada, tenía tres cartas sobre la mesa y la suerte no la acompañó esta tarde, se quejó de que ‘el gritón’ le regaló el juego a las mujeres que están en las mesas frente a ella.

“Se van como 400 o 600 pesos”, mencionó añorando llevarse ‘la buena’, luego se quejó, “tenía que haber empezado a las seis, yo vine a la hora que viene el ‘pelón’, el loro huasteco le dicen al gritón”, contó.

Así como Ubaldina, muchas personas adoptaron como una tradición asistir a cada juego y hasta apartar sus cartas favoritas, usar cábalas y hasta “castigar” las cartas volteadas cuando la suerte no está con ellos.

El Origen

La Lotería Mexicana es un juego de mesa tradicional similar al bingo, pero con un distintivo toque cultural que la ha convertido en un ícono de la identidad mexicana.

Originada en un juego traído de España en el siglo XVIII, la Lotería Mexicana se popularizó en el siglo XIX durante ferias y fiestas locales, adoptando un formato único con cartas que llevan imágenes y nombres característicos, como “La Maceta,” “La Rana,” y “La Campana.”

Cada carta suele ir acompañada de versos o dichos que agregan un elemento poético al juego, dirigido por un “gritón” que canta los nombres de las cartas.

A lo largo del siglo XX, editoriales como Pasatiempos Gallo y Don Clemente estandarizaron las cartas más conocidas hoy en día, manteniendo viva esta tradición en las reuniones familiares y eventos populares.