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Día del Maestro

Hilda descubrió su vocación docente gracias a su profesor de quinto grado

A pesar de los desafíos, Hilda Fabiola Osuna perseveró en su sueño de convertirse en maestra, enfrentando los retos de la educación actual con creatividad y dedicación

MAZATLÁN._ Hay maestros que nacen con la vocación, otros que la heredan de sus padres o abuelos y hay quienes la adquieren en su transitar por las aulas siendo alumnos. Tal es el caso de la maestra Hilda Fabiola Osuna Lizárraga, quien narró cómo el profesor Patiño, su maestro de quinto grado, fue quien despertó en ella el sueño de un día convertirse en docente.

“Cuando yo llegué a quinto de primaria y me tocó el profesor Patiño, dije ‘Yo voy a ser maestra y de quinto’, además de que a mi mamá le gustaba y me dijo ‘Sí, hija, estudia eso’. Siempre nos animó y mi mamá no es maestra, pero siempre nos animó a mí y a mi hermana a que fuéramos, pero yo cuando llegué a quinto, dije ‘Yo quiero ser maestra’, tuve muy buena experiencia con mi profesor de quinto de primaria”, mencionó.

“La ayuda que brindaba a los alumnos de manera individual, no nada más para cumplir su trabajo, a mí por ejemplo, me ayudó también bastante con las matemáticas, y yo veía que hacía lo que los otros maestros no hacían, que era enfocarse más en cada niño, en qué ocupaba y qué podía hacer, y los demás maestros no eran así, daban su clase en general y hasta ahí nada más”.

Aunque para la maestra Hilda no ha sido fácil seguir los pasos del profesor Patiño, pues con grupos numerosos y con características variadas personalizar la educación es un reto, ha hecho lo que ha podido para replicar está forma de trabajar.

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El proceso para llegar a ser docente fue un camino largo, cansado y complicado, pero eso no la detuvo de continuar con su sueño de convertirse en maestra. De inicio tuvo que irse a estudiar a la escuela normal en Culiacán a sus 18 años; llegó a una ciudad en donde no tenía ningún familiar y no regresó hasta que cumplió 32 años.

“Un proceso tanto para ingresar a la escuela normal, porque primero fui a hacer un examen y eran muchísimas personas que estábamos tratando de entrar. Después del examen fue el primer filtro, hicimos un curso propedéutico de dos semanas, así sin conocer nada sin saber nada. Tuve que acoplarme y empezar a agarrar camión de ruta para irme yo para la escuela, después del curso propedéutico hicieron otro filtro y ya sacaron las fichas de los números que se iban a quedar para estudiar allá”, contó.

Pasaron los cuatro años de la carrera y, al salir, se abrió la oportunidad de cubrir interinatos, y después de trabajar en Mocorito, en la comunidad de Pericos, en donde permaneció por seis años, una etapa que sin duda recuerda con mucho cariño; luego estuvo en Culiacán y al final en Mazatlán.

Ser maestra rural hace más de 15 años le permitió a Hilda hacer un gran contraste entre la personalidad, el nivel académico y el comportamiento de los alumnos conforme a los tiempos y el contexto que se vive.

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Los retos de la ‘nueva educación’

Acostumbrados a trabajar de cierta manera y ciertas actividades, con el nuevo sistema educativo, donde se tienen que involucrar a los niños y a los padres, y donde muchas veces los procesos de aprendizaje no se cumplen y no se logran. El reto es buscar otra manera y nuevas estrategias para hacer que se apropien de los aprendizajes, explicó.

“Yo pienso que los procesos de aprendizaje que el niño debe de optimizar en el grado en el que se encuentra. Ahorita está muy de boga el nuevo plan de estudios y se cambiaron todos los libros de texto y el método de trabajo, todo cambió y en este nuevo plan, hay mucho reto porque hay mucho trabajo para los niños, mucho trabajo autónomo, mucho apoyo en casa, mucha consulta en Internet y hay personas que no están preparadas para trabajar de esa manera.

“En el caso de mi grupo está variado. Yo tengo de todo, un grupo heterogéneo, yo creo que no todos los niños tienen suficientes bases y conocimientos para avanzar. Hay unos que los tienen más afianzado y los han logrado y hay otros niños que no que llevan desde hace dos o tres años el rezago que les provocó la pandemia”, detalló la docente sobre esta etapa tan difícil, que en su momento fue causa de insomnio, ansiedad y nostalgia por regresar a su salón de clases a realizar lo que más le gusta: enseñar.

“Ahorita pienso que lo más difícil es es que los papás a veces como son sus hijos, pero también tienen que ser más flexibles, porque hay que tomar en cuenta que no son solo sus hijos, no es un niño, estás en un lugar que son 30 alumnos y cada uno viene de una familia diferente, que a lo mejor cada familia tiene reglas distintas o costumbres distintas a las tuyas. Entonces creo que hay que adaptarse a eso y no sólo ver por uno mismo, sino verlo como comunidad escolar”.

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Una maestra con vocación

Ser maestra en la actualidad requiere vocación, señaló, más aún cuando ya no es una profesión con un salario digno.

“(Quienes sueñan con ser maestros) que sigan su sueño y su corazón. Si les gusta lo van a hacer, a mí me gusta bastante y por eso estoy aquí y si de maestra jamás vas a hacerte rica, si piensas que vas a hacerte rica, te estás equivocando de profesión, es una profesión muy hermosa, que deja muchas satisfacciones, muchos logros personales, pero no te vas a hacer rica”, advirtió.

“No es rentable, no es retribuible a estas alturas de la vida, no lo es. No hay un sueldo que te alcance y creo que la mayoría de los maestros tienen dos empleos. Yo no siento que venga a trabajar todos los días porque soy feliz en mi trabajo. Lo disfruto, esa es la palabra correcta y creo que eso marca la diferencia”.

Para Hilda, el reconocimiento de los alumnos es la mayor satisfacción.

“Lo que pasa con normalidad en la calle es que me encuentro niños que me saludan, y es algo bien bonito, es una satisfacción muy grande que se acuerden de ti porque algo estás haciendo bien porque se pueden acordar de ti, pero si quieren pasan de largo y no se detienen a saludar. Eso para mí ha sido algo que me ha marcado. Que se acuerden y se tomen el tiempo de detenerse y saludarte”, dijo Hilda.

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El primer lugar en la Olimpiada del Conocimiento Infantil

El grupo de la maestra Hilda obtuvo el mejor promedio general de grupo en la Olimpiada del Conocimiento Infantil (OCI) de la zona en escolar a la que pertenecen.

Desde que ingresaron al ciclo escolar, la maestra se dedicó a mentalizar a sus alumnos sobre la importancia de los exámenes de concurso, principalmente el de la OCI, donde se demuestran las habilidades y los conocimientos que los niños adquieren en el grado.

“Se ven los resultados, es algo bonito, porque es palpable, no es como que yo hice eso por mis adultos o que hice aquello, no se trata de decir lo que haces bien, sino que se vea el resultado por sí mismo”, comentó.

Hicieron temarios, exámenes de prueba y al final recibieron la noticia con una gran satisfacción y el orgullo de haber ganado.