En Mazatlán recuerdan la Última Cena de Jesús con sus discípulos
Al celebrar en la Catedral Basílica de la Inmaculada Concepción de este puerto la Última Cena que Jesús tuvo con sus discípulos y en la cual instituyó la eucaristía, también se recordó que Cristo les lavó los pies dándoles un ejemplo de que lo que Él les había hecho, también lo hicieran entre ellos.
“¿Comprenden lo que acabo de hacer con ustedes?, ustedes me llaman Maestro y Señor y dicen bien porque lo soy, pues si yo que soy el Maestro y el Señor les he lavado los pies, también ustedes deben lavarse los pies los unos a los otros, les he dado ejemplo para que lo que yo he hecho con ustedes también ustedes lo hagan”, se recordó lo que dicen las escrituras, en la misa celebrada a las 18:00 horas de este Jueves Santo.
En la celebración encabezada por el Obispo de la Diócesis de Mazatlán, Monseñor Mario Espinosa Contreras, nada más se recordó leyendo las escrituras bíblicas el lavatorio de pies que hizo Jesús a sus discípulos, pero no se realizó físicamente porque todavía se está en la pandemia del Covid-19.
Ante religiosas, presbíteros, fieles y decenas de laicos, el Obispo de la Diócesis de Mazatlán, que comprende todo el sur de Sinaloa, también recordó que había un ritual que todavía lo conservan muchos judíos, que era celebrar una cena como la que tuvieron una noche antes de ser liberados de la esclavitud en Egipto, la cual consistía en cordero asado y se bebían tres copas de vino.
“Después de la segunda copa vino, el momento más importante para nosotros, porque Jesús como buen hijo de Israel, lo mismo con sus discípulos que estaban celebrando la cena anual ritual, que era una cena de gala, todos bien vestidos, limpios, y no era una cena secular, sino tenía cánticos religiosos, tenía oraciones instituidas y llevaban un ritmo en la cena”, continuó en la misa en la que también se recuerda la institución del sacerdocio.
“Y habían prácticamente realizado ya todo el ritual de la cena donde le agradecían a Dios que los había liberado de la esclavitud de Egipto y que había pactado con ese pueblo en el Sinaí, era una cena importantísima que muchos judíos la siguen conservando hasta hoy”.
Añadió que Jesús habiendo realizado esa gratitud a Dios por el gran prodigio del Antiguo Testamento, después de la segunda copa, instituyó la nueva y eterna alianza, ya que dicho Testamento es novedad, pero continúa lo que Dios reveló en el Antiguo Testamento, lo cual llegó a su plenitud.
“Y Jesús estando similarmente, así como los judíos estaban celebrando la primera cena pascual ya en la inmediación de la partida a la liberación, así también Jesús estando ya próximo a su partida de este mundo, tomó pan de los que había ahí, sin levadura, por eso se sigue conservando en la materia de la eucaristía las mismas características de los panes de la cena judía”, continuó Monseñor Espinosa Contreras.
“Y pronunció la primera consagración de transformar ese pan en su propio ser, y tomando del vino que estaban tomando en la cena pascual también pronunció la consagración que básicamente usamos hasta el día de hoy y transformó el vino en su sangre, y ellos después de haber tomado su última cena judía, y Jesús también su última cena ritual pascual judía, tomaron el cuerpo y sangre del Señor, que son el memorial de Jesucristo Salvador entre nosotros y ahí nace la eucaristía en aquella cena, que fue la última que Jesús tuvo con sus discípulos”.
Y así también la Iglesia desde esa cena está en camino de redención, está en camino de salvación hasta el final de los días de cada quién y hasta el final de la historia.
“Hoy le agradecemos al Señor la sagrada eucaristía, la celebración que nos dejó en aquella noche y la Iglesia al día de hoy y después lo profundiza el Jueves de Corpus, agradece la celebración eucarística en donde nos ha dado el memorial de su fuerza salvadora, de su salvación, de la cual nosotros podemos nutrirnos para llevar el camino de nuestra vida con entereza”, subrayó.
También manifestó que en las inmediaciones del Triduo Pascual, que inicia este Viernes Santo, y que recuerda la pasión, muerte y resurreción de Jesucristo, se agradece el memorial de toda la obra de Jesús que ha dejado.
“Y que vivamos siempre con alegría, con entusiasmo la celebración eucarística, especialmente la dominical, porque es donde nos nutrimos domingo tras domingo y que le demos al domingo también todo su sentido, hermoso, que es un día familiar, un día de descanso, un día de abrir espacio para vivir la celebración eucarística, para convivir sanamente en la familia, para tener adecuada recreación”, dijo.
“Que vivamos el domingo como lo han vivido tantos hermanos nuestros a lo largo de la historia, centrados en la celebración eucarística y agradeciendo lo que Jesús hace por nosotros”.
Momentos antes de concluir la celebración eucarística, en la que se recuerda que Jesús dio a sus discípulos el pan y el vino, diciéndoles que era su cuerpo y su sangre, el Obispo de la Diócesis de Mazatlán encabezó una procesión del Cuerpo de Cristo en el interior de la Catedral de este puerto.