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Desaparecidos

Cinco años buscando a su hijo en Mazatlán: la lucha de una madre

Desde la desaparición de su hijo Juan Carlos, en mayo de 2019, Noemí Padilla vive con la incertidumbre y el esfuerzo constante por encontrarlo

MAZATLÁN._ Juan Carlos Rivera Padilla desapareció el 27 de mayo de 2019 en Mazatlán. Desde entonces, su madre, Noemí Padilla Aldaz, vive con la incertidumbre de no saber qué le ocurrió.

El joven trabajaba en una taquería cerca de su casa y dejó de laborar con su patrón. Aún así, un fin de semana decidió volver a trabajar con él y esa fue la última vez que lo vieron.

Noemí, al no saber nada de su hijo, empezó a buscarlo de inmediato. El domingo siguiente a su desaparición, Juan Carlos no llegó a su casa como solía hacerlo. Angustiada, llamó a amigos, a la novia de su hijo, y visitó a su ex pareja, pero nadie sabía nada.

Cuando intentó denunciar su desaparición, las autoridades le exigieron recorrer todos los hospitales antes de aceptar la denuncia. Finalmente, después de varias visitas, logró poner la denuncia, sin embargo, no se realizaron búsquedas oficiales.

A pesar de la falta de apoyo institucional, Noemí no se dio por vencida. Se unió al colectivo de rastreadoras “Tesoros Perdidos Hasta Encontrarlos”, liderado por Irma Arellanes Hernández. Desde entonces, ha salido incansablemente a buscar a su hijo.

$!Cinco años buscando a su hijo en Mazatlán: la lucha de una madre

Los cinco años que han pasado desde la desaparición de Juan Carlos han sido de zozobra y desesperación. Noemí se pregunta a diario qué pasó con él, si está vivo o muerto, y por qué se lo llevaron. Aunque admite que su hijo tenía problemas de adicción, asegura que no era suficiente motivo para que lo desaparecieran.

“Estos cinco años sin mi hijo es vivir con la zozobra de qué pasó con él, de saber si él vive, si él ya no está en vida, el por qué se lo llevaron, muchas veces me he preguntado por qué se lo llevaron, porque yo sabía que él sí se drogaba, pero no era como para decir debe dinero o le debe a alguien”, expresó.

Además del dolor, Noemí enfrenta el desafío de mantener una apariencia de normalidad ante sus otros hijos. Ella describe esta situación como llevar una doble vida, que se traduce a salir a las búsquedas con el colectivo mientras en casa intenta estar presente emocionalmente para sus hijos.

“Ha sido muy cansado, muy estresante, porque yo salgo a las búsquedas con Irma, pero tengo que estar con una sonrisa en mi casa porque tengo otros hijos... Yo a partir de que él desapareció, yo así me siento como una persona que tiene doble personalidad, porque allá debo de dar una cara y salgo a la calle, salgo sola y mis pensamientos se van, dónde está mi hijo, qué pasó con él”, relató.

A lo largo de estos años, Noemí ha encontrado pertenencias de su hijo en las búsquedas, lo cual la ha afectado profundamente. Recordó con especial tristeza el hallazgo de una mochila que identificó de inmediato por un llavero hecho a mano. A pesar de estos golpes, sigue aferrándose a la esperanza de encontrarlo, vivo o muerto, para finalmente tener paz.

Para Noemí, la respuesta de las autoridades ha sido decepcionante. En cinco años, no han entrevistado a las personas que ella señaló como sospechosas, incluyendo al último empleador de su hijo. Cada año, al revisar el expediente, la información sigue siendo la misma; no hay avances.

Frente a esta falta de actuar por parte de las autoridades, Noemí y muchas otras madres han tomado la búsqueda en sus propias manos. Criticó la falta de voluntad de las autoridades, quienes, en su opinión, podrían localizar a los desaparecidos si realmente lo desearan.

“Por mí y por mis compañeras, le diría a las autoridades que hicieran su trabajo bien, que salieran ellos a buscar, porque yo sé que si ellos se ponen las pilas, encuentran a varios”, expuso.

La desaparición de Juan Carlos también ha impactado profundamente a sus hermanos. Su hermana, cercana en edad, lo extraña mucho, mientras que los más pequeños, que tenían una relación cercana con él, siguen preguntando por su paradero y buscan imitar sus acciones.

En estos años, cuatro compañeras han encontrado a sus hijos, pero ninguno de ellos con vida. Noemí describe sentimientos encontrados al respecto, pues aunque les duele saber que sus hijos han muerto, al menos ya no tienen que buscar bajo el sol y la angustia del monte, ya pueden dormir con la certeza de que están descansando en paz.

El colectivo también ha brindado un espacio de hermandad y aprendizaje para Noemí, quien ha aprendido a apoyar a otras mujeres que recientemente han perdido a un ser querido. Sabe que si algún día encuentra a su hijo, seguirá apoyando a otras madres que aún están en la búsqueda.

“Muchas veces he pensado en eso, de que si encuentro a mi hijo, ¿qué haría? Y yo he visto la desesperación de muchas de mis compañeras, que se enferman, se estresan y se salen... Pero veo a otras que aún así enfermas, siguen buscando, siguen aferrándose”, manifestó.

La esperanza de Noemí es encontrar a su hijo y cerrar este capítulo doloroso, mientras tanto, continuará saliendo al monte, pegando fichas y buscando justicia junto a sus compañeras de lucha, enfrentando a diario el dolor y la desesperación de no saber dónde está Juan Carlos.