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Historia

César continúa su aventura al frente de los lancheros de la Isla de la Piedra

Con 58 años, el representante de lancheros de la Isla de la Piedra, César Lizárraga, en entrevista con Noroeste, compartió un sinfín de memorias y aventuras, desde las más venturosas hasta las no tan gratas

MAZATLÁN._ A través de la memorias evocadas y narradas por el protagonista de esta historia, César Lizárraga, se entrevén una serie de retos, aventuras y anécdotas que vivió desde muy temprana edad, orillándolo ser lo que es ahora: el representante de lancheros de la Isla de la Piedra.

Con 58 años, el representante de lancheros de la Isla de la Piedra, en entrevista con Noroeste, César Lizárraga, compartió un sinfín de memorias y aventuras, desde las más venturosas hasta las no tan gratas, que indiscutiblemente, le forjaron a ser lo que es ahora.

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Nacido y criado en el ejido de la Isla de la Piedra, recuerda sus andares y vivencias en el pueblo, donde, la actividad principal de aquellos años era la agricultura; César pinta con sus recuerdos y su voz, una isla de colores cálidos, y a veces fríos, pues, desde muy pequeño le tocó ser consciente de lo que conllevaba trabajar.

Apenas estando en los primeros años de primaria, comenta, su padre lo llevó a trabajar, despertándolo en muchas ocasiones, a altas horas de la madrugada para iniciar con la jornada laboral, algo que años después, recordaría con cierto pesar, pues nunca logró tener una infancia como la de los otros niños.

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“Yo vendía en aquel entonces la carne, el cocido que le llaman, toda esas cosas, verduras. En las tardes vendía frutas, todas esas cosas no, en canastos; le daba vuelta a todo lo que era el pueblo, y llegaba a la escuela bien tarde, a veces me devolvían, me daban tolerancia los maestros”, comentó César.

Su camino por la preparación académica, no fue tan satisfactorio, ya que solo cursó hasta segundo año de secundaria.

Indiscutiblemente, el hecho de crecer en la Isla de la Piedra, lo orilló a aventurarse en el mar, en los viajes que, cuando ya era mayor de edad, pudo hacer, como él dijo, ‘en su lanchita’.

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Su padre, al ver que César se fue interesando más y más por la actividad, es que decide, a falta de él, nombrarlo como representante de los lancheros de la Isla de la Piedra; un cargo donde él representa, hasta hoy desde hace tres años, los 24 socios ante cualquier dependencia.

En su actividad como lanchero, se ‘topó’ con todo tipo de sucesos; desde los malos tiempos, hasta la aparición de una ballena en pleno viaje.

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César recuerda que su padre le aconsejaba no salir cuando se presentaban los ‘malos tiempos’, pero este, siendo un joven de mucho desconocimiento, comenta, decide no hacerle caso.

“En tanto que la pensé y me fui, cuando ya venía para el puerto, se vino un viento con olor a tierra mojada, y ya dije, ni modo. Le quise ganar al tiempo y no pude. Me agarró un vientazo con una tormenta y ahí voy”, recordó.

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Tan fuerte era el viento, que ni la maquina de la embarcación pudo con él, ya que lo terminó dejando hasta playa Brujas; algo que afortunadamente, terminó en un solo susto.

César Lizárraga, se muestra muy empático y amable con los demás, especialmente con los turistas, quienes llegan a la ‘caseta’ a comprar su boleto para partir y conocer la Isla de la Piedra.

Algunos de los pobladores que regresan a sus casas en la Isla de la Piedra, lo saludan y de vez cuando uno que otro se detiene a platicar con él.

El representante, ahí se mantiene aún, escribiendo su historia, disfrutando y agradeciendo por todo lo bueno o lo malo que le ha pasado, pues, como dijo, al final, son lecciones de vida.