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Bombardeos

Advierte OMS que personal sanitario de Gaza se encuentra al límite

La capacidad hospitalaria de la Franja opera al 20 por ciento de la previa a la escalada del 7 de octubre, pero casi todos los servicios han dejado de funcionar, explica la agencia mundial de salud.

Los desbordados equipos médicos de Gaza continúan tratando de salvar a las víctimas de los ataques con misiles, incluidas las embestidas cerca de los campos de refugiados en el centro de la devastada Franja de Gaza, que habrían dejado unas 100 personas muertas, informó este martes la Organización Mundial de la Salud (OMS).

El coordinador de los Equipos Médicos de Emergencia de la OMS, Sean Casey, reportó que ayer lunes ingresaron al hospital Al-Aqsa más de cien pacientes en apenas 30 minutos, tras las explosiones registradas cerca del campo de refugiados de Al-Maghazi.

Todos ellos necesitaban tratamiento urgente por heridas graves, explicó Casey a Noticias ONU, y agregó que al mismo tiempo fueron llevados al hospital alrededor de un centenar de cadáveres.

Atrapados bajo los escombros

La Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos expresó profunda preocupación por los bombardeos intensos que lleva a cabo en el centro de Gaza el ejército israelí, que suman ya más de 50.

Estos embates han matado a más de 100 palestinos desde el 24 de diciembre, recalcó la Oficina, y subrayó que esto es especialmente alarmante puesto que las fuerzas israelíes ordenaron a los residentes del sur de Wadi Gaza que se trasladaran a Gaza Central y Tal al-Sultan, en Rafah.

El portavoz la Oficina del Alto Comisionado, Seif Magango, señaló que tres campos de refugiados han sido alcanzados, mencionando los de Al Bureij, Al Nuseirat y Al Maghazi. “Dos ataques alcanzaron siete edificios residenciales en el campo de Al Maghazi, matando a unos 86 palestinos e hiriendo a muchos más”, detalló. “Se cree que todavía hay un número desconocido de personas atrapadas bajo los escombros”.

En un mensaje en la red social X, antes Twitter, el director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, condenó la “carnicería” causada por los bombardeos israelíes en represalia por los de Hamás del 7 de octubre en el sur de Israel, en los que murieron unas mil 200 personas y otras 240 fueron tomadas como rehenes.

“La OMS está extremadamente preocupada por la insoportable presión que la intensificación de las hostilidades está ejerciendo sobre los pocos hospitales de Gaza que permanecen abiertos, con la mayor parte del sistema sanitario diezmado y con las manos atadas”, declaró Tedros.

La agencia describió la situación en el hospital Al-Aqsa como un “baño de sangre”, y citó el caso de un niño de nueve años, Ahmed, que agonizaba en el suelo del centro tras sufrir terribles heridas por una explosión cuando cruzaba la calle cerca de Nuseirat.

“Hemos visto niños, mujeres, jóvenes, ancianos, gente desangrándose”, apuntó y añadió que no es fácil transferir a los pacientes a otro lugar para que reciban tratamiento. “En estos momentos hay sangre por todas partes en los hospitales. Vemos casi exclusivamente casos de traumatología, y a una escala difícil de creer. Es un baño de sangre, como hemos dicho antes, es una carnicería”, recalcó Casey.

La OMS y la Oficina para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) visitaron el Hospital Al-Aqsa el día de Navidad para evaluar las necesidades tras los ataques del fin de semana en la zona central de Gaza.

Aunque el Hospital Al-Aqsa dispone de suministros médicos y combustible para hacer funcionar los generadores, Casey confirmó que el centro está recibiendo muchos más pacientes de los que su capacidad de camas y su personal pueden atender, lo que significa que muchos pacientes heridos no sobrevivirán la espera para ser atendidos.

Esta situación se repite en toda la Franja de Gaza, prosiguió el funcionario de la OMS, hablando desde el Centro Conjunto de Operaciones Humanitarias de las Naciones Unidas en Rafah, que también funciona como centro médico.

Combates durante toda la noche

“No hay ningún lugar realmente seguro en Gaza”, continuó. “Ahora mismo en Rafah, frente a la puerta de este edificio, a 50 metros de donde estoy sentado ahora mismo, hay un campamento con miles de personas que se han instalado aquí... Están en refugios de plástico, refugios de láminas de plástico justo frente a la puerta. Y anoche oímos combates durante casi toda la noche, con informes que llegaron durante el día de hoy de muchos, muchos heridos llegando a los hospitales aquí, en el sur”.

La capacidad hospitalaria de Gaza es aproximadamente el 20 por ciento de la que había antes de la escalada del 7 de octubre, pero “casi todos” los servicios hospitalarios han dejado de funcionar, explicó el funcionario de la OMS. “Ya sea porque las propias instalaciones se han visto afectadas, porque el personal se ha visto obligado a huir, porque se han quedado sin electricidad o sin suministros médicos, o porque el personal no ha podido acceder a ellas”.

Esperando la muerteAl proporcionar información actualizada sobre los pacientes gravemente enfermos del norte de Gaza que, según dijo anteriormente, estaban “esperando la muerte” en una iglesia situada en los terrenos de un hospital, Casey detalló que muchos de ellos siguen “durmiendo en los asientos”. El nivel de destrucción “es tan increíble, es tan significativo, que las carreteras están llenas de escombros”, continuó, resaltando las dificultades logísticas para llegar a los más vulnerables.

“Tenemos que hacer todavía más para intentar trasladar a estos pacientes, pero las opciones son cada vez más limitadas a medida que las instalaciones sanitarias son menos accesibles y los propios trabajadores sanitarios se ven desplazados”, apuntó.

Según el Ministerio de Sanidad de Gaza, unas 20 mil personas han muerto desde el 7 de octubre.

Por su parte, OCHA indicó que el número de propiedades palestinas demolidas y los desplazamientos relacionados en la Cisjordania ocupada han alcanzado niveles récord.

Los últimos datos OCHA indican que, en lo que va de año, se han demolido mil 094 estructuras y 2 mil 127 personas han sido desarraigadas, un récord sólo igualado en 2016, cuando más de mil 500 personas fueron desplazadas.