Legalización de mariguana ‘parece’ aumentar consumo y mercados ilegales persisten
La legalización del cannabis no ha logrado reducir el consumo de drogas y los mercados ilícitos de narcóticos persisten, es una de las principales conclusiones del informe anual de la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (JIFE), correspondiente a 2022.
La tendencia a la legalización del consumo de marihuana con fines recreativos ocupa gran parte del nuevo informe, publicado este jueves, que manifiesta una gran preocupación por la expansión de la industria del cannabis, que comercializa los productos a base de esa sustancia de una forma que atrae a la juventud y le resta importancia a los daños que puede causar el consumo del cannabis de potencia elevada.
“Vemos con preocupación la trivialización con respecto al uso no médico del cannabis, la tendencia a su legalización, principalmente en Latinoamérica y parte de Europa”, dijo César Arce Ríos, vicepresidente segundo de la JIFE, en entrevista con Noticias ONU.
Además, esta legalización con fines recreativos contraviene el artículo cuarto de Convención Única de Estupefacientes de 1961, que clasifica al cannabis como una sustancia altamente adictiva y prohíbe todo uso no médico o científico, subrayó.
Incongruencia de datos
El informe va más allá de asegurar que la legalización no disminuye el consumo de la mariguana con fines lúdicos, señalando que “parece dar lugar a un incremento del consumo, sobre todo en la juventud”. ¿Por qué se utiliza la palabra ‘parece’, no es un hecho? “No tenemos datos oficiales, tenemos datos oficiosos de países donde hay legalización y la información no es congruente”, responde Arce.
“Por ejemplo, tomamos los datos de un país que informa que se ha estancado o ha disminuido el consumo, pero por el otro lado hay mucha venta e importación de cannabis, es decir, no coinciden los datos. Y, por otro lado, tenemos informes de ONG que indican que el consumo ha crecido. Por eso usamos la palabra ‘parece’, hasta tanto no tengamos un informe oficial y congruente de los países, no queremos afirmar que el consumo ha aumentado”, explica.
En cambio, agrega que los datos extraoficiales muestran que en las jurisdicciones donde se ha legalizado, el consumo de marihuana ha aumentado entre 9% y 15% con respecto a los lugares donde su uso lúdico sigue prohibido.
Mariguana barata y más potente en los mercados ilícitos
El informe de la JIFE destaca que los mercados ilegales de mariguana siguen activos en las jurisdicciones donde se ha legalizado el consumo, pese a que la legalización apostaba a desarticularlos. Según los datos disponibles representan el 40 % en Canadá, casi el 50 % en Uruguay y el 75 % en California.
César Arce señala que esos mercados prevalecen porque en ellos se vende a precios más baratos marihuana con mayor contenido de THC -el componente psicoactivo del cannabis-.
El estudio sostiene que el incremento del consumo y de la potencia de algunos productos del cannabis está trayendo consigo efectos negativos para la salud y comporta riesgos sanitarios para las personas de todas las edades, y añade que entre 2000 y 2018 las admisiones relacionadas con la dependencia y la abstinencia esa droga se multiplicó por ocho a nivel mundial, mientras que las admisiones debidas a trastornos psicóticos relacionados con la mariguana se cuadruplicaron.
La JIFE cita el caso del estado de Colorado, en Estados Unidos, donde las consultas en servicios de urgencias y los ingresos hospitalarios a causa del consumo excesivo de cannabis aumentaron notablemente después de hacerse efectiva la legalización. Las consultas en hospitales por lesiones sufridas en accidentes relacionados con la mariguana también subieron un 30 %.
No se han alcanzado los objetivos
El vicepresidente de la JIFE puntualiza que la legalización del cannabis no ha cumplido con lo que se proponía: “el objetivo era disminuir o eliminar el crimen organizado que se dedica a la venta de cannabis y no se ha logrado, inclusive ha crecido en algunos países. También se pretendía tener un mercado regulado y controlado para que el cannabis no llegara a los menores, y tampoco se ha cumplido”.
Aunque reconoce que las medidas son nuevas, considera que hay que ajustarlas y alude al caso de Uruguay, donde la pasta básica de cocaína sigue en auge pese a que una de las metas de la legalización era precisamente reducir el consumo de crack. “No se ha logrado el objetivo, pero el propósito es que eso suceda a mediano o largo plazo”, apunta Arce.
Consumo de drogas en América Latina
En Latinoamérica el principal problema es el consumo de pasta básica de cocaína, “podemos considerar que es una epidemia”, dice Arce y añade que es popular porque es barata y muy adictiva, pero también “muy nociva”.
Llamada “paco” en Argentina o “basuco” en Colombia, “es el resto que queda de la cocaína no cristalizada y se vende a precios muy baratos. Cualquier persona puede acceder a ella y es muy adictiva y nociva, ya que arrastra los productos químicos que no fueron aislados”, insiste.
El integrante de la JIFE detalla que la epidemia de consumo de pasta básica afecta a Centro y Sudamérica, en tanto que en América del Norte el mayor problema son los opioides y el fentanilo.
Opioides sintéticos
Al referirse a los opioides sintéticos, especialmente el fentanilo, Arce precisa que proviene de laboratoritos ilícitos “por lo que las únicas alternativas son la prevención y el combate frontal a los laboratorios clandestinos dedicados a la fabricación de estas sustancias”.
En este renglón, mencionó que Estados Unidos y México han implementado programas y estrategias de prevención bien estructuradas que “lastimosamente no dan abasto”. “Es una tendencia nueva de hace unos seis años que cada vez tiene mayor crecimiento y es preocupante”.
Para colaborar en esta batalla, “lo que hace la JIFE es controlar los precursores y pedir a los Estados miembros que hagan todo lo posible para impedir que estas sustancias, que son la materia prima para la fabricación clandestina de los opioides, principalmente el fentanilo, llegue a manos criminales. Hemos desarrollado herramientas y estrategias que están a disposición de todos los Estados miembros, de tal forma de prevenir el uso y la importación de precursores”, abunda Arce.