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Hábitat

La vaquita marina tiene suficiente fortaleza genética para sobrevivir

Una investigación científica muestra que si se interrumpen por completo las muertes de las vaquitas marinas por captura incidental en las redes de enmalle, la especie tiene grandes posibilidades de evitar la extinción.

La pequeña población que aún queda tiene la fortaleza genética necesaria para sobrevivir, aseguran científicos que han estudiado a esta especie desde la década de los noventa. También han observado que algunas vaquitas evitan las redes de pesca.

Los expertos señalan que para evitar la extinción del cetáceo, el gobierno mexicano debe cumplir las leyes para que se respete la zona de cero tolerancia de pesca y dar alternativas a los pescadores de la región.

La vaquita marina (Phocoena sinus) es una de las especies que se encuentran en mayor riesgo de extinción. Si en 1997 había 600 individuos, en la actualidad se estima que solo quedan diez. Aun así, hay investigaciones científicas que otorgan datos esperanzadores sobre el futuro de este cetáceo pequeño y tímido que solo habita en el extremo norte del Golfo de California, en México.

En el estudio titulado “The critically endangered vaquita is not doomed to extinction by inbreeding depression”, publicado el 5 de mayo de 2022, los investigadores Jacqueline A. Robinson, Sergio F. Nigenda Morales, Lorenzo Rojas Bracho, entre otros científicos, identificaron que esta especie no sufrirá “depresión endogámica”, lo cual significa que el apareamiento de individuos emparentados no provocará malformaciones o enfermedades en las crías.

Para que poco a poco estas marsopas aumenten su población, los científicos también señalan que es indispensable que las diez vaquitas marinas que aún quedan no mueran por captura incidental en las redes de enmalle.

$!La mayoría de las vaquitas viven al este de la ciudad de San Felipe, Baja California.
La mayoría de las vaquitas viven al este de la ciudad de San Felipe, Baja California.

Una de las principales razones por las que estos cetáceos endémicos, de tan solo 1.5 metros está en la categoría de Críticamente Amenazadas, es que quedan atrapados de forma incidental en las redes de enmalle, conocidas como chinchorros, que se utilizan para la captura de camarón y en la pesca ilegal de totoaba (Totoaba macdonaldi), un pez que también está en Peligro Crítico, debido a que sus vejigas natatorias son vendidas a precios altos en varios países, entre ellos Estados Unidos y China.

Un análisis de los genes de las vaquitas

En entrevista con Mongabay Latam, Sergio F. Nigenda Morales, coautor de la investigación y profesor en la Universidad Estatal de California en San Marcos (CSUSM), explica que la “depresión endogámica” es cuando se expresan genes dañinos en un individuo, porque sus padres están emparentados. Estos genes, agrega, provocan que la cría enferme y muera de forma prematura sin reproducirse o si se reproduce su descendencia también presenta características genéticas no aptas para vivir.

Rojas Bracho y Barbara L. Taylor estudian a esta especie desde hace 30 años y desde la década de los noventa desarrollaron modelos muy sencillos para conocer su información genética. Desde ese entonces, los científicos concluyeron que la vaquita había “purgado” los genes dañinos: las marsopas con esos genes murieron y sobrevivieron solo las que tenían genes que no expresaban enfermedades o malformaciones mortales. Eso implica que la especie no tendría que estar condenada a la extinción por razones genéticas.

En 1997, el gobierno de México reunió a un equipo internacional de científicos para recibir asesoría sobre la conservación de la vaquita. En ese entonces, había alrededor de 600 ejemplares del cetáceo, pero cuando se comparó su natalidad con el número estimado de muertes en redes de enmalle, fue evidente que las tasas de mortalidad eran más altas que los nacimientos, de acuerdo con el documento Vaquita marina, símbolo de conservación, de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat).

En 2011, los científicos desplegaron grabadoras en el mar para monitorear acústicamente las tendencias de la población del pequeño cetáceo y revelaron los efectos devastadores de la pesquería de totoaba ilegal: las vaquitas estaban disminuyendo en más de 40 % cada año.

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Medidas insuficientes

Para tratar de evitar la extinción inminente, el gobierno mexicano promulgó medidas de emergencia, incluida la colaboración con una organización de conservación marina, Sea Shepherd, para eliminar las redes de enmalle del Alto Golfo de California. Pero el declive de la población continuó y en 2017 quedaban menos de 30 ejemplares.

Ante esta situación y después de publicar un par de artículos más sobre el tema, Rojas Bracho y Barbara L. Taylor decidieron trabajar con Nigenda Morales, quien se especializa en genómica evolutiva, y otros colegas para reforzar con un estudio más amplio la hipótesis de que esta especie tenía la fortaleza genética para sobrevivir.

Con la tecnología disponible para analizar genomas completos, el grupo de investigadores secuenciaron y analizaron 20 tejidos de archivo de vaquitas y simularon el futuro crecimiento de la población de la especie bajo diferentes porcentajes de muerte por captura incidental. También compararon esta información genética con la de otras 11 especies de cetáceos, entre ellas la orca (Orcinus orca), ballena azul (Balaenoptera musculus) y el delfín de flancos blancos del Pacífico (Lagenorhynchus obliquidens).

El resultado de los análisis es que si se interrumpen por completo las muertes por captura incidental en las redes de enmalle, solo se extingue el 6 % de las poblaciones de su simulación. Sin embargo, si las tasas de mortalidad por capturas incidentales disminuyen únicamente en un 80 %, se llega a extinguir el 62 % de las poblaciones simuladas.

También concluyeron que entre todos los cetáceos del estudio, las vaquitas son las menos propensas a expresar enfermedades o deformaciones mortales en comparación a otros once cetáceos.

“Nuestros resultados sugieren que existe un alto potencial para la recuperación de la vaquita en ausencia de la mortalidad de las redes de enmalle, refutando la opinión de que la especie está condenada a la extinción por factores genéticos”, cita el artículo.

Nigenda Morales detalla que la depresión endogámica no se da en la vaquita porque la población siempre fue pequeña, “pero no extremadamente pequeña”, y esto provocó que desde hace tiempo las prácticas endogámicas fueran comunes. Esta endogamia histórica permitió que las variaciones genéticas más dañinas se expresaran en los individuos provocando su muerte, sin la posibilidad de reproducirse y sin que pudieran pasar esos problemas a su descendencia.

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“Las vaquitas marinas sí han acumulado variantes (genéticas) que no son tan dañinas, que se mantienen en la población porque no son eliminadas totalmente por la selección natural”, comenta el especialista. Estas variantes genéticas provocan deformaciones en los cuerpos de las vaquitas marinas, pero no son mortales.

La vaquita no sufre “depresión endogámica”

Desde 2007, Adrián Munguía Vega, investigador en genómica de la Universidad de Arizona, ya había documentado estas variantes no tan peligrosas en el artículo “Genetic drift vs. natural selection in a long-term small isolated population: Major histocompatibility complex class II variation in the Gulf of California endemic porpoise (Phocoena sinus)”, publicado en noviembre de 2007. Entre sus conclusiones, el autor identificó un dedo extra en ambas aletas pectorales en cada una de las 43 vaquitas que analizó y otras anomalías como fusión de vértebras.

“Se siguen pasando estas características como un sexto dedo y no afectan en mayor medida a la reproducción. La hipótesis es que se han acumulado estas variantes que son dañinas, pero no altamente dañinas”, explica Nigenda Morales sobre el estudio de Munguia Vega.

Además, la depresión endogámica tampoco se ha presentado en otras especies que se encuentran en condiciones similares a la vaquita marina, como los zorros de las islas del Canal (Urocyon littoralis). Estos mamíferos tienen una diversidad genética baja, pero se recuperaron sin signos aparentes de afectaciones por reproducción entre individuos emparentados. Munguia Vega también cita los casos del cernícalo en las Islas Mauricio (Falco punctatus) o los elefantes marinos del norte (Mirounga angustirostris) en las Islas Guadalupe.

“No porque la población sea muy pequeña, está destinada a entrar a este vórtex de extinción. Hay que analizar caso por caso. La historia evolutiva también tiene mucho que ver con la sobrevivencia de una especie en el contexto actual bajo presiones antropogénicas ”, comenta Nigenda Morales.

El maestro en ciencias de la vida Rodrigo Huerta Patiño, quien hizo una investigación en el Centro de Investigación Científica y de Educación Superior de Ensenada (CICESE) en donde aborda la estructura social y la genética en otro cetáceo: el Zifio de Cuvier (Ziphius cavirostris), confirma que es probable que el riesgo de depresión endogámica en la vaquita marina sea reducido, debido a que la especie ha tenido una población pequeña siempre y eso ha provocado que los genes más dañinos o malignos se hayan borrado porque los individuos que los tenían no lograron sobrevivir.

“Es totalmente factible que, como en el caso de la vaquita, poblaciones pequeñas con individuos emparentados no tengan tanto riesgo, como teóricamente pensarías, de depresión por endogamia por esta purificación genética que ya sufrieron”, comenta Huerta Patiño.

Se calcula que la población de vaquillas marinas llega apenas a diez individuos.

El investigador considera que para saber con exactitud la probabilidad de depresión endogámica en la especie habría que conocer cómo es el material genético de los 10 individuos vivos, no información de tejidos de archivo. Eso permitiría saber qué tan emparentados están y comprender la magnitud de endogamia que se daría entre ellos. No obstante, asegura que es muy difícil obtener muestras de ellos porque huyen de las embarcaciones y del ruido.

Otra especie que no ha sufrido depresión endogámica, de acuerdo con Huerta Patiño, es la cabra salvaje de los Alpes (Capra ibex). En su caso hubo una purificación de las mutaciones malignas, entonces los individuos que quedaron aislados en algunas regiones fueron capaces de reproducirse sin desarrollar muchos problemas de salud.

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Vaquitas que evitan las redes

Otro factor que dota de esperanza al futuro del cetáceo endémico del Alto Golfo de California es que investigadores han observado vaquitas sanas que han desarrollado habilidades para no caer en redes de pesca en los últimos años. Lorenzo Rojas Bracho y sus colegas identificaron, como parte de la investigación “More vaquita porpoises survive than expected”, que los individuos que han sobrevivido gozan de buena salud, se reproducen y aprenden a evitar las redes responsables de que la especie se encuentre en peligro de extinción.

El estudio que realizaron fue en 2019 y 2021, en la pequeña zona donde permanecen la mayoría de las vaquitas, un área de 12 por 24 kilómetros en el Alto Golfo de California, cerca de San Felipe, México. A través de monitoreo acústico y “licitación de expertos” (cuando un grupo de investigadores forman una opinión cohesiva sobre un tema), estimaron que había entre 7 y 15 individuos en 2019 y entre 5 y 13 en 2021. La conclusión fue que en el momento de la investigación había un aproximado de 10 vaquitas. En ambas temporadas, todas los individuos parecían sanos y se observaron crías entre los adultos, lo que demuestra que la población se está reproduciendo.

Pesca ilegal en el Golfo de California

“En 2017, cuando íbamos a atraparlas (para su conservación), pudimos ver que pueden evitar las redes. En el trabajo de fotodocumentación se pudo ver que tienen ciertas marcas que pueden ser de redes, entonces puede ser que algunas de esas vaquitas, a lo mejor, se pudieron desenmallar. La que nosotros vimos pudo evitar las redes especiales para atrapar a vaquitas, no redes para pesca”, aclara Rojas Bracho.

Durante sus trabajos de campo, el especialista también ha visto a la misma vaquita con una cría adolescente y al siguiente año con una cría pequeña, lo que podría indicar que se reproducen una vez al año.

“Sabemos que se reproducen porque cuando hemos ido al mar, a hacer trabajo de campo, vemos estos animales con crías”.

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Un hábitat sin redes, para que puedan sobrevivir

En ambas investigaciones donde participa Rojas Bracho, la conclusión es la misma: la vaquita marina tiene lo suficiente para sobrevivir, pero es necesario que se eliminen las redes donde mueren por captura incidental. A esto, el especialista agrega que las autoridades pesqueras mexicanas tendrían que trabajar con los pescadores para desarrollar artes de pesca alternativa.

“Hemos tenido detecciones acústicas en 2021 y 2022. Ahí está, se está reproduciendo. La vaquita tiene muchos recursos para sobrevivir. Si la dejamos de matar, seguro va a crecer la población en forma muy lenta, ya no me va a tocar verla a mí ni a nadie de todos los que hemos trabajado con vaquita muchos años. La vaquita se puede salvar sí se aplica la misma legislación mexicana y las mismas regulaciones que están publicadas en el Diario Oficial de la Federación”, comenta Rojas Bracho.

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Si la vaquita se extingue, todo un ecosistema sería afectado. Es una especie que se alimenta de 21 peces, calamares y crustáceos. A su vez, es presa de orcas y grandes tiburones. Lo anterior revela que protegerla representa resguardar un enorme ecosistema, donde existen entre 1400 y 1500 especies de fauna marina e insular, de las cuales cerca de un millar son invertebrados y algunas endémicas, de acuerdo con el documento Vaquita marina, símbolo de conservación, de Semarnat.

“El país quedaría muy mal internacionalmente en sus esfuerzos de conservación si se extingue la vaquita, porque desde hace mucho se sabe que el problema es la muerte incidental. El gobierno mexicano debe cumplir sus propias leyes para que la zona de cero tolerancia de pesca de verdad sea de cero tolerancia y debe darle alternativas a los pescadores para asegurar su bienestar y el de sus familias”, concluye Nigenda Morales.