Gato andino y su cachorro grabados por primera vez en Argentina: imágenes clave del felino más amenazado de América
Texto: Astrid Arellano
Es apenas un segundo. La cámara activada por un sensor de movimiento, detecta un par de saltos veloces entre las rocas de la estepa patagónica. Las imágenes permiten ver por un instante sus colas anilladas y su pelaje denso color marrón. Son una hembra de gato andino (Leopardus jacobita) y su pequeña cría que la sigue. Es el primer registro en video de esta amenazada especie en la zona de Malargüe, provincia de Mendoza, Argentina.
“Este último registro es particularmente significativo porque es la primera vez que sale un cachorro de gato andino; siempre que hay crías, significa que la población se está reproduciendo y que, al menos, se mantiene”, explica María José Bolgeri, doctora en biología y gerente de manejo regenerativo de WCS Argentina, organización que investiga al felino desde hace 20 años en la zona.
El hallazgo fue posible tras meses de monitoreo con cámaras trampa instaladas en áreas donde se sospecha que habita y transita la especie, según datos de observaciones previas y testimonios de pobladores locales. Al revisar las imágenes capturadas en agosto de 2024, los investigadores confirmaron la presencia de estos dos felinos, marcando un importante avance en su estudio y conservación.
“Los gatos andinos son animales solitarios y sólo andan juntas las mamás con sus crías”, explica Rocío Palacios, doctora en biología y directora de la Alianza Gato Andino, organización dedicada a la conservación de la especie en toda su distribución. “La hembra de gato andino tiene una sola cría y, en todos los años de estudio, no hemos registrado hembras con dos crías en ningún lugar; eso es súper raro para una especie de felino, porque todas tienen más cachorros”, dice la especialista.

El amenazado felino
El gato andino es de tamaño pequeño y pesa unos seis kilos. Descrito por la Alianza Gato Andino, este felino se caracteriza por su bello pelaje denso y color gris cenizo, con manchas verticales que combinan los tonos café y rojizo amarillento. Su cola es larga, gruesa, cilíndrica y felpuda, con anillos anchos que varían de café oscuro a negro. Tiene una pequeña nariz negra y sus patas también presentan bandas o manchas, aunque no forman anillos completos.
La especie habita en un ambiente árido, de temperaturas extremas y vegetación escasa, donde los parches rocosos son muy relevantes pues brindan refugio a diversos animales. Debido a que estas rocas no son continuas, el hábitat del gato andino y sus presas —principalmente, la vizcacha de montaña o chinchillón (Lagidium spp.)— es naturalmente fragmentado y altamente frágil, por lo que incluso pequeños cambios ambientales pueden impactar gravemente a la fauna local.

De acuerdo con WCS Argentina, las poblaciones de gato andino son escasas y están fragmentadas en algunas zonas de Argentina, Bolivia, Chile y Perú, hechos que lo convierten en uno de los felinos más amenazados del mundo y el más amenazado de América, pues se trata del único clasificado como En peligro por la Unión Internacional para Conservación de la Naturaleza (UICN).
Las amenazas que merman sus poblaciones en Patagonia norte incluyen la caza en represalia por la depredación de ganado y los atropellamientos. A esto se suma el manejo ganadero no sustentable, que reduce la densidad de su presa principal, el chinchillón, así como la pérdida de hábitat debido a la extracción de hidrocarburos y minerales. Además, el cambio climático agrava la situación, aumentando la temperatura y la aridez de la región.

“Nuestras estimaciones dicen que existen menos de 2500 gatos andinos adultos en toda su distribución, en un millón de kilómetros cuadrados”, detalla Rocío Palacios. “Al ser una especie tan escasa, con tan pocos individuos, cualquier registro es de importancia”, agrega la científica.
Este en particular, al contar con la presencia de una cría, quiere decir que dos de estos gatos se encontraron en un hábitat que está lo suficientemente sano para que se reproduzcan. “Nos habla de una población saludable y somos más felices aún que al ver un gato solo porque, además de que los gatitos cachorros son hermosos, siempre tienen este mensaje de esperanza incluido”, afirma Palacios.

El territorio es inmenso, agrega María José Bolgeri, entonces el equipo técnico puede hacer el monitoreo y seguimiento del gato andino en sitios logísticamente más factibles. Colocan las cámaras en sitios estratégicos, las dejan tres o cuatro meses, luego las revisan para ver que estén funcionando las baterías y que las tarjetas de memoria aún tengan espacio. Cuando toca revisar el material, se hace con la ayuda de inteligencia artificial para separar las imágenes que contienen fauna silvestre y las que no. Después se revisan una a una, manualmente.
“A veces nos agarra la ansiedad en campo y ponemos la tarjeta de memoria de esa cámara trampa dentro de una cámara fotográfica”, ríe Bolegeri. “El técnico hizo eso, se fue pasando las fotos y ahí apareció el video. En cuanto tuvo señal me lo mandó y festejamos. Es la cosa más linda, una belleza, aunque es efímero, es muy lindo”.

El desafío que implica el monitoreo en un sitio así, demanda un alto costo de personal, de logística, herramientas y recursos que, “ante una situación de crisis ambiental como la que se está viviendo, es difícil de sostener”, asevera la bióloga. “Sobre todo, cuando en el país se está dando mucho apoyo y mucho interés a la minería y al petróleo, y estos son sitios de importancia para ese tipo de extractivismo. Ahí tenemos también un desafío grande de poder abordar a las empresas y trabajar con ellas en planes de conservación”.

Perros guardianes del ganado y los gatos
Pero este hallazgo en las cámaras trampa no fue un evento fortuito. Tiene detrás varios años de trabajo con las comunidades rurales que se dedican a la ganadería. En el pasado, era impensable la coexistencia entre los felinos y los productores, debido al conflicto que representa un animal carnívoro con la capacidad de afectar los rebaños. Los cazaban en represalia, pero también lo atropellaban en rutas y caminos. Las hermosas colas de los gatos aparecían colgadas, de vez en cuando, como decoraciones en las casas.
“La principal amenaza que ha tenido la especie aquí es la persecución y la caza por eventos reales o potenciales de depredación de ganado”, explica María José Bolgeri. “Lo que ocurre es que las poblaciones de pumas están recolonizando sitios donde antes habían sido diezmados, por lo que realmente la depredación por puma es un problema grande que tiene la gente”.

Como una forma de prevención, los productores mataban a cualquier especie que pudiera significar una amenaza potencial para su ganado. “Se mata con perros, se mata con armas, se utiliza veneno —que es lo peor que podrían hacer, porque muere desde el depredador hasta el carroñero—, y por eso nosotros empezamos a trabajar en la investigación y evaluación de cómo era la población patagónica”, agrega Bolgeri. Esto, porque más del 50 % de los registros de gato andino que ubicaron cuando iniciaron los trabajos 20 años atrás, eran de cueros que la gente tenía.
“Claramente había que hacer algo con la especie porque lo poco que había se estaba cazando. Así es como empezamos con el proyecto de coexistencia”, afirma la bióloga.

WCS Argentina propuso métodos no letales para prevenir la depredación de los rebaños, como la incorporación de perros protectores de ganado, que se crían junto a los animales de corral y marcan territorio. Con esto se evita que los carnívoros silvestres como el gato andino, zorros y pumas se acerquen. También utilizan elementos de disuasión visual, auditiva y olfativa cerca de los corrales para mantener alejados a los depredadores durante la noche.
“No es nada que hayamos inventado desde WCS, sino que es una práctica ancestral que, si bien surgió en Europa con perros de raza bien seleccionados para el cuidado del ganado y para andar por muchos kilómetros, también acá se tomaban cachorros recién nacidos, de ninguna raza en particular, y se les criaba con el ganado. Entonces, el perro generaba un vínculo familiar con ese ganado y andaba todo el día con el piño, es decir, el conjunto de animales como chivos y ovejas”, describe Bolgeri.

La organización entregó cachorros de entre tres y cuatro meses de edad, con la sanidad completa y la primera etapa del entrenamiento como protectores de ganado generada por los especialistas, acompañando además a los productores, por el lapso de un año, en la finalización de ese entrenamiento.
“La verdad, al principio eran muy poco receptivos porque la gente estaba muy frustrada y ya no sabían qué hacer”, describe Bolgeri. “Pero a medida que algunos productores fueron probando, se dejaron acompañar y vieron que pasó un año y la depredación se había reducido en un 90 %, otros vecinos fueron interesándose y demandando perros protectores de ganado”.
En la actualidad, la organización trabaja con 75 familias productoras en varios puntos del país, como Mendoza, Neuquén, Río Negro, Chubut y Santa Cruz, que han implementado estas estrategias en sus comunidades. Con ello se logró la incorporación de 84 perros protectores de ganado y acompañó además la introducción de otros 150 que fueron provistos por agencias de gobierno y las asociaciones de productores.

Por adoptar este estilo de métodos no letales junto con técnicas de pastoreo que permiten la regeneración de las pasturas, las producciones de fibras naturales y otros derivados del ganado, estas familias han obtenido la certificación internacional Wildlife Friendly®, es decir, son considerados amigables con la fauna silvestre. Esta distinción ha permitido a los productores aumentar un 15 % el valor de venta de su producción.
Los registros previos de gato andino en la estepa patagónica ocurrieron a fines de 2023 en Neuquén y a mediados de 2024 en Malargüe. Eran individuos solitarios y ambos fueron confirmados por WCS Argentina en zonas de pastoreo de ganado de comunidades rurales, los mismos sitios donde la organización implementa todas estas estrategias de coexistencia y ganadería regenerativa.

Volver a ver a los gatos en libertad
María José Bolgeri y Rocío Palacios comparten una visión: un futuro donde humanos y vida silvestre puedan coexistir en armonía, es posible. Aunque la expansión humana avanza sobre los territorios naturales, la planificación adecuada y el respeto por los hábitats nativos pueden garantizar que las especies continúen habitando los espacios que les corresponden.
“Si nosotros desaparecemos poblaciones porque inicia una explotación minera, como se está planeando hacer en la zona de gato andino —justamente en el área donde el gato y su cría aparecieron—, puede afectar mucho a las poblaciones de manera inmediata, directa y catastrófica”, concluye Palacios. “Tenemos que andar con precaución, teniendo la conciencia de que este ecosistema es sumamente frágil y que tenemos que cuidarlo para que no desaparezca”.

Bolgeri sueña con que este no sea el último registro de una cría de gato andino, sino el primero de muchos. “Este video me pone la piel de gallina de la emoción”, confiesa. Su mayor anhelo es fortalecer el sentido de pertenencia de la comunidad local hacia la especie, especialmente entre los niños. “Ver al gato andino reflejado en murales y en la vida cotidiana crea un vínculo, genera conciencia y despierta las ganas de cuidarlo”, concluye.
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