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Especies

Trazabilidad pesquera: cuando cambia el bacalao por tiburón

Se identificaron casos de tiburón puntas negras, tiburón grácil y tiburón azul que se comercian como cazón o bacalao. Lo mismo ocurre con el huachinango, reemplazado por bagre, una especie con un valor económico que puede ser hasta tres veces menor

Patricia Ramírez

Cuando los pescados y mariscos llegan a los anaqueles de supermercados han pasado por una serie de intermediarios donde no hay un registro que permita seguirles el rastro. Esto se traslada a los consumidores que desconocen de dónde viene el producto que están comprando.

Al carecer de información se ignora si la pesquería de la que viene la especie se recuperará, si su captura fue en un lugar y arte de pesca permitidos, si se respetaron los derechos laborales de quienes hicieron la captura e, incluso, si se trata realmente de la especie que se dice o de una variante.

Contar con un registro que evite el desconocimiento se conoce como “trazabilidad” y contribuye a la sostenibilidad de los mares ante problemas como la ilegalidad o la sobrepesca.

En México existe una batalla por la sostenibilidad pesquera con el objetivo común de que más de 200 mil personas en el país vinculadas con la pesca conserven su trabajo y se mantengan los bancos de peces de cara al futuro. Un panorama posible si se reduce la sobreexplotación actual, que ronda en el 17 por ciento de las pesquerías en México, mientras que el 70 por ciento se encuentra al límite, de acuerdo a datos oficiales.

Actualmente se impulsa una norma de trazabilidad para mejorar el sistema de información y que la documentación acompañe al producto desde el momento de su captura hasta su comercialización. Hay un anteproyecto en la Comisión Nacional de Acuacultura y Pesca (Conapesca) que se encuentra detenido pese a un exhorto del Senado de la República para que la institución avance en ello.

Mientras tanto, los retos continúan en toda la cadena de valor.

$!Mujeres en planta procesadora en Baja California Sur.
Mujeres en planta procesadora en Baja California Sur. ( )

Bacalao que es tiburón

Dentro de los múltiples problemas que trae la falta de trazabilidad, uno de los más estudiados es la sustitución de pescado y mariscos. De acuerdo con el reporte “GatoXLiebre: Detectives del fraude”, elaborado con base a muestras tomadas por la organización Oceana México, existe entre un 31 por ciento y 37 por ciento de sustitución en los productos en pescaderías, supermercados y restaurantes de Ciudad de México y Mérida.

Se identificaron casos de tiburón puntas negras, tiburón grácil y tiburón azul que se comercian como cazón o bacalao. Lo mismo ocurre con el huachinango, reemplazado por bagre, una especie con un valor económico que puede ser hasta tres veces menor.

De los porcentajes de sustitución, se detecta que el 40 por ciento de los restaurantes incurren en esta práctica; el 54 por ciento de las pescaderías en promedio, y 11 por ciento de los supermercados

Asimismo, la sustitución es la puerta a la pesca ilegal.

“Al no saberse realmente qué especie es la que se está comercializando, no existe ninguna certeza de que ésta fuera capturada al amparo de un permiso, siguiendo las normas de manejo y conservación como es el respeto de los periodos de veda, tallas mínimas, volúmenes máximos permitidos o el respeto a zonas en donde se prohíbe la pesca”, señala el reporte.

Para Mariana Aziz, directora de campañas en transparencia de Oceana México, establecer un sistema de trazabilidad puede contribuir en tener un “piso mínimo” para los actores involucrados en la cadena de valor.

La organización ha sido la principal en impulsar la norma de trazabilidad para tener un sistema que permita que la información sea verificable para determinar la legal procedencia, calidad y veracidad del producto.

Aunque el sector pesquero también ha desarrollado programas voluntarios para mejorar la trazabilidad, expertos coinciden en que estos deben ser empujados desde el gobierno.

“No considero que es algo que se deba dejar a voluntad del sector pesquero porque hay asuntos de interés público involucrados, es una forma de evitar que la pesca ilegal llegue a los mercados, de asegurar que el consumidor está adquiriendo productos de buena calidad, que respeten las normas de conservación. Por todo lo que puede salir mal es importante asegurar que se está haciendo de la manera correcta”, explicó Aziz.

Las alternativas

Al no existir una norma de trazabilidad, las alternativas para los consumidores son reducidas pero no imposibles. Actualmente, existen etiquetados en los pescados y mariscos para identificar que un producto proviene de una pesquería con prácticas sostenibles como el de Marine Stewardship Council (MSC), una organización internacional sin fines de lucro.

“Nuestro sello, lo que nosotros decimos ‘la ecoetiqueta’ o ‘el sello azul’, quiere decir que ese producto ya proviene de una pesquería que ha sido certificada y que toda la cadena de suministro también está certificada”, explicó Andrea Talamantes, Communications Manager en la Certificadora MSC en América Latina.

De acuerdo con Talamantes, para poder certificar una pesquería y abordar el problema de la sobrepesca hay dos estándares: pesquerías y cadena de custodia.

El estándar de pesquerías se basa en tres principios: la salud del stock de peces, el impacto ambiental y el tercero es la gestión pesquera. Mientras que el estándar de cadena de custodia, abarca desde la captura hasta la venta al consumidor y se basa en cinco principios: que provenga de una pesquería certificada; que traiga un sistema de identificación del producto; que no se mezcle con productos no certificados; que sea trazable; y que la empresa cubra con todos los requerimientos.

En estos procedimientos y el seguimiento que reciben las empresas certificadas se realizan evaluaciones por parte de un auditor independiente.

A nivel internacional existen más de 20 mil productos en aproximadamente 66 países con la ecoetiqueta del MSC, de acuerdo con cifras de la organización. En México algunas de las pesquerías certificadas son la sardina de especies crinuda y monterrey en el Golfo de California; el barrilete y el atún aleta amarilla en el Océano Pacífico; y la langosta roja en Baja California y Baja California Sur.

“Lo que el consumidor sabe al momento de ver esta etiqueta en los productos es que proviene de una pesquería que ha sido certificada como sostenible, que es de captura salvaje, que ha sido manipulado con precaución a lo largo de toda esta cadena de suministro y que se ha mantenido separado de productos que no contienen la certificación”, señaló Talamantes.

Esto resulta de relevancia ante la necesidad de que los consumidores también tomen y exijan medidas para proteger los recursos marinos y apoyar a las pesquerías que están realizando prácticas sostenibles.

*Esta nota es parte de la serie #PescadoenelSupermercado, que da cuenta sobre los estándares de la sostenibilidad pesquera en el mercado mexicano.