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Inflación

Encarece la cuesta de enero frutas, verduras, granos y proteínas: ANPEC

Se registran incrementos de hasta 233 por ciento, como es el caso de las calabacitas; 150 por ciento en la cebolla y 79 por ciento en la milanesa de res y la pechuga de pollo, señala la Alianza Nacional de Pequeños Comerciantes

Un alza de precios en frutas, verduras, granos y proteínas que impacta en la nutrición de los mexicanos fue detectado en un estudio de mercado de la Alianza Nacional de Pequeños Comerciantes.

La alianza informó que en lo que va del año, el precio de la calabacita ha aumentado 233.31 por ciento, encontrándose en la ciudad de Tijuana hasta en 150 pesos el kilo; la cebolla aumentó 150 por ciento y en San Luis se vende hasta en 78 pesos el kilo.

El tomate saladet subió 116.10 por ciento, encontrando en Hermosillo un precio de hasta 75 pesos el kilo; por su parte la piña se encareció 77.97 por ciento y en Tampico se encuentra hasta en 75 pesos el kilo.

Las lentejas en promedio aumentaron 59.74 por ciento y las papas 51.38 por ciento, localizándose el mayor costo de ambos alimentos en la ciudad de Colima a 45 pesos el kilo y 47 pesos, respectivamente.

El frijol aumentó 48.58 por ciento y está en Tlaxcala hasta en 54 pesos el kilo; la manzana muestra una variación al alza de 48.33 por ciento y en Hermosillo su mayor costo en 49 pesos el kilo.

El limón subió 46.15 por ciento y en Durango se llega a encontrar hasta en 40 pesos el kilo; el arroz incrementó su precio 38.10 por ciento y en Tlaxcala se vende hasta en 34 pesos el kilo; finalmente, el plátano se encareció 32.24 por ciento y en Ciudad de México se puede encontrar hasta en 28 pesos el kilo.

Por su parte, las proteínas han incrementado su precio a lo largo del actual mandato de manera importante: la lata de atún en agua se encareció 55.62 por ciento; el filete de tilapia, 62.84 por ciento; la milanesa de res, 79.47 por ciento; la milanesa de cerdo, 45.60 por ciento; la pechuga de pollo, 79.47 por ciento; el huevo, 53.75 por ciento y la leche, 59.58 por ciento. Esto ha provocado una obligada caída de consumo de aproximadamente 25 por ciento, pues a los consumidores no les alcanza para comprarlos.

“La inflación va a todo galope en la economía mexicana, haciéndose sentir en esta cuesta de enero, especialmente en los productos alimenticios esenciales que todo hogar requiere consumir para una adecuada nutrición. El estudio realizado demuestra que no es que la gente no quiera comer sano, su limitado poder de compra y el alto costo de los alimentos son los factores que se lo impiden. Las consignas de los académicos que exhortan a la población a tener una alimentación balanceada bordan en el aire, pues lo que convocan y evocan es una utopía en México, en pocas palabras, la ecuación es: se baja el cero y no contiene”, recalcó Cuauhtémoc Rivera, presidente de ANPEC.

En los últimos tres reportes del Instituto Nacional de Estadística y Geografía se registra una tendencia al alza del fenómeno inflacionario, alcanzando el 5 por ciento la inflación general y colocándose por encima del 10 por ciento lo que respecta a alimentos, citó Rivera.

“Como lo hemos señalado, este impuesto castiga fundamentalmente a la población más vulnerable, que son los que mayor parte de sus ingresos destinan a la compra de alimentos. Es un impuesto tan nocivo que afecta el estado de ánimo de la población, su capacidad productiva, su emocionalidad para llevar una sana convivencia social y, por supuesto, su salud, porque una alimentación deficiente no nutre, al no consumir proteínas suficientes las personas se ven obligadas a saciar su hambre de cualquier manera, con lo que encuentren, quedando en condiciones de debilidad e indefensión ante la ola de enfermedades respiratorias presentes en la temporada invernal, aunado al rebrote de Covid e influenza. Por ello, podemos afirmar que la inflación enferma a las personas y que es responsable de llevar a la hospitalización a muchas de ellas”, detalló Rivera.

La ANPEC urge garantizar una alimentación saludable y balanceada que ofrezca calidad de vida a las familias mexicanas.

“Apremia salir de este círculo de perder-perder y repensar políticas y programas públicos de alto impacto, eficientes, que amainen este flagelo propio de una economía de guerra. Los jefes de familia no tienen opción, resuelven o resuelven las demandas básicas del hogar, es una responsabilidad que no pueden delegar a nadie. Como sociedad, no podemos dejarlos solos, debemos insistir hasta encontrar la manera de salir de esta problema, que permita un mejor desarrollo económico y social en nuestra patria”, informó.